En una coyuntura de desplome de precios y sequía la producción del primer semestre fue inédita
El sector lechero uruguayo enfrenta su mayor desafío en décadas en una especie de tormenta perfecta en la que coinciden factores locales y externos. Los precios para algunos productos son los más bajos desde que hay registros, superando ya el desplome de precios que golpeó al sector en 2009, cuando se descubrió la contaminación de leche en polvo con melamina en China.
Esta vez no es el pánico de los consumidores en un país fuertemente comprador sino la sobreproducción en países exportadores y la crisis en países compradores de Uruguay lo que derrumba a los precios, mientras la ausencia de lluvias aumenta costos y desafía a los sistemas productivos.
Los precios ahora están en los niveles más bajos desde 2002, pero nadie puede asegurar que hayan llegado a un piso en sus cotizaciones. La oferta continúa superando a la demanda. En algunas empresas como Indulacsa, se ajustaron la semana los precios 30% a la baja y quedaron por debajo de $ 4,5 por litro producido, algo que hace imposible la supervivencia de los productores.
Y por ahora la producción lechera de Uruguay se mantiene estable y aún creciendo, como en otros países productores. A diferencia de la agricultura, donde se puede cambiar de cultivo o reducir el área y colocar pasturas, quien tiene un rodeo lechero no puede dejar de producir de un momento a otro.
Así que cuando la semana pasada los precios de los principales productos que exporta Uruguay bajaron otro 10% en los remates de Global Dairy Trade (Fonterra), la resignación y la preocupación aumentaron, pero la leche no dejó de fluir desde los tambos hacia las industrias.
Desde que la gran exportadora neozelandesa Fonterra comenzó a hacer remate públicos de lácteos nunca se habían dado precios tan bajos como los de este mes. Y esto tiene varias razones.
Desde la demanda, la ausencia primero y la reticencia luego de China a comprar privilegiando el uso de sus propios stocks de reserva de lácteos generaron un primer quiebre que Uruguay sintió porque durante 2013 y hasta mediados de 2014 había logrado buenas ventas de leche en polvo.
A las pocas compras de China desde mediados del año pasado se fue sumando una alta oferta. Los lácteos pasaron de precios récord por lo altos a récord por lo bajos. Los productores tuvieron buenos márgenes entre 2011 y 2014 y eso llevó a un salto en la producción de Nueva Zelanda y EEUU.
Los neozelandeses con sus sistemas de vanguardia en la producción pastoril se recuperaron velozmente de una sequía que en 2013 promovió precios récord en el mercado internacional. Los estadounidenses ayudados por el maíz barato de este último año y buenas lluvias complementaron la alta producción de Nueva Zelanda para en conjunción con la baja de la demanda de China generar una situación de saturación en los mercados que hoy pone en jaque a la lechería uruguaya. Pero hay otros factores que son propios de Uruguay.
Los compradores difíciles
La dependencia de las exportaciones de Uruguay a Venezuela jugaron una mala pasada. Especialmente para las empresas medianas que no colocan leche en polvo y que, tras varios años de colocar al país caribeño el queso a altos precios, se vieron de pronto enfrentadas este año a un cierre hermético de ese mercado; y debieron enfrentar dificultades para cobrar, que a esta altura se prolongan por varios meses.
Las ventas uruguayas estuvieron en estos últimos 10 años concentradas en buena medida en América del Sur. Históricamente, Brasil fue el gran comprador de lácteos de Uruguay. Pero entre el crecimiento de su propio sector lácteo que lo fue aproximando al autoabastecimiento, la desvalorización de su moneda y el freno de su economía, es un mercado que se fue diluyendo.
Otro comprador fuerte de Uruguay en manteca es Rusia.
Pero también en este caso las turbulencias políticas y la desvalorización del rublo afectaron negativamente. No solo directamente a las compras de Uruguay, sino que al bloquear a los lácteos de Europa, que canalizaba el grueso de sus exportaciones al este, los productos europeos fueron a parar a las góndolas de China y América, generando una oferta adicional imprevista. Además, la producción europea que antes estaba cuotificada fue desregulada este año. Aunque en lo previo no se esperaban cambios drásticos, en este año hay una producción excedentaria.
Finalmente, un cuarto destino que para Uruguay era importante era Argelia, nodo de distribución de lácteos para el norte africano. Pero el derrumbe del petróleo también significó un golpe a los lácteos ya que disminuyó drásticamente el poder de compra de los países islámicos, endémicamente deficitarios en lácteos y dependientes de los ingresos de petrodólares.
En consecuencia, el crecimiento en la producción lechera uruguaya muy sólido en estos últimos 10 años tiene dificultades enormes para ser colocado en el exterior en vísperas de la primavera, el período del año de más producción.
Bajos precios se sienten
El Departamento de Agricultura de EEUU (USDA) divulgó el viernes pasado proyecciones para la lechería mundial que corrigen a la baja la producción prevista de Nueva Zelanda para este año. El principal exportador pasa del crecimiento a la retracción.
El pronóstico del USDA tiró abajo en 2% la producción prevista para este año respecto al pronóstico inicial de comienzos de año. Más drástica fue su visión de la lechería argentina a la que proyecta cayendo 9% respecto a 2014. El USDA también corrigió 2% a la baja la proyección anterior de remisión de leche para 2015.
Por otra parte la llegada de El Niño que se da por descontada para esta primavera afectaría a la producción australiana, que en el primer semestre del año ha sido buena -3% mayor a la del primer semestre 2014- pero con una primavera adversa, también descendería.
Pero no todo es tan favorable. Brasil seguiría creciendo a un ritmo aceptable. El precio de la leche que reciben los productores brasileños no depende de las exportaciones, y al no estar expuestos a las presiones del mercado internacional, lograrían crecer un 3% y segur reduciendo sus compras externas.
En pocas palabras, la producción en algunas zonas clave empieza a retroceder. Pero lo hace a un ritmo lento que no permite adelantar que vaya a darse una recuperación de precios significativa en lo que queda de este año, aunque seguramente si ocurra en forma gradual en 2016.
Enfrentar los bajos precios con producción
En medio de una sequía que golpea fuerte en departamentos lecheros como Florida, Flores, San José y Canelones y con señales más que preocupantes por una perspectiva de precios descendientes, los productores lecheros han mantenido niveles de producción altos y aún superiores a los de años anteriores. Tal es así que en mayo la remisión a industrias fue la más alta de la historia para ese mes con 162 millones de litros enviados. Y en junio siguió creciendo a 164 millones.
Los productores siguen remando, haciendo uso de reservas forrajeras, cáscara de soja, raciones y cuanto tengan a mano para evitar que las vacas caigan en sus niveles de producción. Saben que maltratar a las vacas para ahorrar dinero implica una recuperación lenta y más costosa. Pero tienen que esperar un rebrote de pasturas ya en agosto para evitar quedarse sin alimento para sus animales.
Así como los precios pasaron de un récord a un nivel de ruina, la producción puede caerse en los meses más importantes del año. Pero por ahora merece todo el destaque. La producción del primer semestre de 2015 fue la mayor para un primer semestre que se haya registrado. Logró superar en 2,7% a la del año pasado.
Si las lluvias llegan, los productores podrán sostener niveles de producción aceptables y confirmar para 2015 una producción récord que tendría tintes hazañosos.
El director de Conaprole Wilson Cabrera lo ha expresado gráficamente en declaraciones a radio Rural. «Estamos nadando y nadando en mar abierto, pero no vemos la otra orilla». Tal vez las negociaciones con Venezuela puedan proporcionar si se cierran la semana que viene un salvavidas a la espera de que la baja en la oferta de otros países auspicie un rebote de precios sobre el final del año que les permita llegar a la otra orilla. De lo contrario muchos productores se verán obligados a liquidar sus tambos.
Por Blasina y Asociados, especial para El Observador
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