Unos árboles al lado del camino, rodeados de piedras blancas de cal, anuncian la llegada al campo de la Normal Rural Experimental, Rafael Ramírez Castañeda, donde ya varios alumnos entusiastas frente al acceso se preparan para levantar la basura y cortar la yerba, dar de comer a los animales o hacer quesos.
Bajan del vehículo y luego miran alrededor para ver donde comenzarán, entanto que otros estudiantes comienzan a bailar para practicar la danza del próximo evento, entanto que cuentan chistes y sonríen.
A primera vista, se puede ver un grande mural en el que se aprecia primero a Benito Juárez, además de trabajadores del campo y la ciudadad y algunas personas que queman algunos documentos que hablan del fuero eclesiástico y el militar.
Además, se puede apreciar una estuatua del fundador de esta Normal Rural experimental y más adentro, el olor a leche, queso y suero, salen de uno de los talleres que cuentan con una puerta blanca.
Ahí adentro, el olor llega hasta los pulmones y Blanca Noemí Gónzález, junta con sus manos el manjar blanco el cual sabe a gloria al probarlo, se trata de los quesos que diariamente se elaboran, mismos que son alrededor de 40 por la sequía, ya que antes se lograba hacer lo doble.
Aclara la mujer, quien afanosamente desenreda el queso y lo saca del aro para pesarlo, que cada uno de estos, se lleva alrededor de diez litros y medio de leche, pero a pesar de que escaseó la leche, los precios no subieron mucho.
Refirió que se ordeñan más de 40 vacas lecheras, y que para estos se emplea la leche del día, por la mañana, pero aclara que él no realiza la ordeña, sino que en el establo hay personas que se responsabilizan de eso, «aquí nada más recibo la leche y elaboro los quesos».
Explica que todos los días le envían a estudiantes para que le ayuden con esta labor, ya que cuando concluye las labores, qued ael suero y este se tiene que llevar a las vacas, además de que alguien tiene que practicar para enseñarse a hacer quesos. «Empezamos a las ocho de la mañana y concluimos a las 12:30 o 13:00 horas».
«Se pone la leche a temperatura, se agrega cuajo, calcio, sus conservadores y se le deja unos 40 minutos, se mueve, hasta que sale el suero, se saca, se junta en algunas vasijas. Se parte el queso, se le pone su sal, se revuelve y se pone en la mesa. se hierven las mantas y los moldes se estirilizan», refiere.
Luego -explica la entrevistada-se aprietan en la prensa, los dejamos a la una y luego a las tres de la tarde los apretamos con la prensa y se repite el proceos.
Reiteró que para realizar estas actividades: «Me mandan uno o dos muchachos para que me vengan a ayudar. A algunos sí les gusta y aotros no, pero es parte de la enseñanza de la escuela. Tengo cuatro años. Me encanta mi trabajo».
Agrega que: «Aquí me enseñé y estoy muy agusto. Los alumnos ordeñan, ayudan a acarrear la leche. La producción disminuyó, antes hacíamos 80 quesos y ahora son solo la mitad, por lo que subieron de precio los quesos unos diez pesos».
Aclaró que es la gente de la cabecera municipal quien viene a comprar quesos, «se venden rápido. Es leche pura, están limpiecitos los quesos», aseveró.
EN EL ESTABLO
Afuera, mientras uno de los estudiantes jala penosamente un carrito con tres recipientes lleno de suyero, una vaca brama ansiosamente como gritando para que le den el preciado líquido del cual ya le llegó el olor.
Entanto, un grupo de chivas, brincotean por que Israel Fraire, llegó a servirles la comida que consiste en pastura, la cual acomoda con cuidado en un comedero, a donde los animales se arremolinan .
El jóven en mención apenas cursa el primer año, y cada ocho días tienen que venir a este lugar a realizar dicha actividad, la cual reconoce no le gusta hacer, porque asegura que le gusta más estar en el salón.
Todo lo contrario ocurre con Vero Ramírez y Paola Guerrero, también estudiante de esta insitución, quienes divertidas se dedican a juntar la pastura y a barrer el área de los establos, ya que aseguran que toman esta actividad como salir de la rutina.
Todos los jóvenes, vienen cada ocho días, y les tocan guardias de fin de semana, por tres horas.
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