México: Forjan porvenir y sueñan en grande

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Por décadas familias de comunidades rurales de Pénjamo se han dedicado a elaborar quesos rancheros de cabra, sin embargo, la forma de procesarlos no les daba esperanza para llegar más lejos en cuanto a su distribución.
En lo más alto de la sierra de la comunidad Joya de Lobos viven siete familias emparentadas entre sí, los hombres se dedican a la crianza de cabras y las mujeres a la elaboración de los quesos.
Todos forman parte de la microempresa “Productos lácteos Joya de Lobos”, un negocio con 15 años que comenzó de cero y ahora produce quesos estilo francés, gracias a la capacitación que recibieron de una francesa que llegó a vivir con ellos para enseñarles a hacerlo.
Esto les dio la oportunidad de que tiendas internacionales como Walmart se interesen en sus productos y se plantee adquirir hasta cuatro mil piezas al mes.
Con el apoyo del Centro para el Desarrollo Integral del Campo (CEDIC) lograron mejorar el proceso de elaboración de los quesos, construir una pequeña planta quesera y contar con todas las medidas de higiene que requieren.
Esto además significa retener a sus hijos y que puedan estudiar y trabajar, pues a falta de oportunidades en la región, cuando cumplen 15 años su decisión es emigrar hacia Estados Unidos a lograr una mejor calidad de vida para sus familias.
Edgardo Sánchez Cortés, director de los proyectos en el centro de CEDIC, comentó que llevan cerca de 14 años trabajando en el suroeste de Guanajuato, además del altiplano potosino, la sierra de Nayarit y Barroterán, Coahuila.
“Les ayudamos a cambiar su forma de pensar para crear futuros, estudiamos su producto y los ayudamos para que mejoren su producto y lo vendan a mejor precio”, explicó.
En Guanajuato trabajan en Pénjamo y en Abasolo, con productos como quesos de cabra y dulce de leche que producen en total cerca de 40 familias.
Si los quesos son comprados por Walmart, serán vendidos en tiendas de Nayarit, Jalisco, Colima y Guanajuato.
“Hemos comprendido que la mayoría de la gente de la zona rural no va a salir de la pobreza si no modifica tres cosas: la mentalidad, la intención de generar más ingresos y desarrollar capacidades”, añadió.
Recibir capacitación de Solange, francesa especialista en la producción de quesos, era un sueño imposible para Elena Gutiérrez Espinosa.
Vive en Joya de Lobos, tiene 15 años trabajando en la elaboración de quesos, y como ella dice “empezaron desde cero”.
Recordó que un día llegaron unas personas del CEDIC y les preguntaron si querían tener un cambio de vida porque la situación de la gente de la zona rural es pesada.
“Siempre hemos hecho quesos, pero ahora son de mejor calidad, ellos vieron que casi lo regalábamos y que no lo hacíamos en las condiciones que se requieren.
“Queríamos mejorar por el bien de nuestras familias, nos conformamos legalmente como microempresa y comenzamos con este sueño”, aseguró.
Las familias toda la vida han vivido en el campo de ordeñar leche, hacer quesos, sembrar semillas y cuidar al ganado.
“De alguna manera teníamos que trabajar las mujeres y a mí el campo no me gusta, entonces hicimos este pequeño local y se me hizo como un sueño, trabajar en lo limpio y en un lugar con sombra y poder garantizar una mejor calidad del producto”, añadió Elena Gutiérrez.
Solución anti migración
Al día producen desde 80 litros de leche que equivalen a 80 piezas de queso, dependiendo de los pedidos a veces trabajan hasta 600 litros en una jornada.
Elena sabe que con esto han podido retener un poco a la familia, sus sobrinos a pesar de que uno ya tiene 25 años y otro 22 no se han ido a Estados Unidos, a comparación de otros que a los 15 años emigran.
“Es un futuro que ellos ahora sí ven y creen en ello, es una forma de que vean que sí se puede aquí en el campo”, dijo.
María Guadalupe Gutiérrez Morales también trabaja en la quesera.
Tiene 23 años viviendo en la comunidad y su labor antes era hacer los encargos de la casa y salir a ayudar en el campo a su marido.
Con Agustín Gutiérrez Espinosa tiene tres hijos mayores de edad y una niña, los hombres le ayudan a atender a los animales y en cosas que se ocupan en la quesera.
“A ojos cerrados empezamos sin pensar, nosotros siempre nos dedicábamos al hogar y a ayudar un poco en el campo, era algo imposible pero queriendo se hacen las cosas”, comentó.
Don Agustín tiene 56 cabras, pero entre todo el grupo de hombres son alrededor de 360; están en un corral (estabuladas) y esto le ha permitido tenerlas mejor alimentadas, más sanas y mejor cuidadas, lo que se traduce en mayor producción de leche.
Pero eso no es todo, lo mejor es que sus hijos pueden estudiar sin tener que pastorear a los animales desde las 8 de la mañana a las 8 de la noche.
“He notado que este proyecto nos ha beneficiado porque los animales los tenemos estabulados, les podemos dar de comer en la mañana y mis hijos se van a la escuela, en la tarde que llegan les dan de comer otra vez y tienen tiempo de hacer sus tareas”.
Para Guadalupe es muy significativo el proyecto de los quesos, ahora lo que necesitan es tener más ventas para que haya trabajo para los jóvenes
“Siempre se desesperan, es que aquí no hay casi nada en qué trabajar, por eso se van al norte, porque aquí no hay (trabajo) y es lo que uno quiere, que haya empleo para ellos”, compartió.
“Es el gusto que me da que ya no se van, si este proyecto se logra llevar más alto, ya se quedan para siempre”, dijo Agustín.
Cada una de las cabras da de cuatro a cinco litros diarios de leche, sobre todo cuando acaban de tener crías.
En la comunidad ya tienen las cabras, tienen la quesera pero todavía hay muchas cosas que les faltan, primero tener mayor mercado y después hacer una sala de ordeña para que el proceso sea más práctico y rápido, y también máquinas revolvedoras para mezclar el alimento de los animales.
La meta: internacionalización
Sandra Morales Ortiz y Lilia Ventura Pérez tienen 14 años trabajando en la comunidad Sáuz de Villaseñor, elaboraban queso ranchero, pero se dieron cuenta de que haciendo queso estilo francés podrían tener otro tipo de vida al poder vender en otros mercados y a otro precio.
La microempresa “Quesos Didian” procesa 120 litros de leche de cabra al día, antes el queso ranchero que vendía costaba 10 pesos, ahora el que elaboran está en 25 pesos.
“Nuestra meta al principio siempre fue salir adelante y que se conozca en muchos lados, ser internacionales pero poco a poco”, dijo Lilia Ventura.
El primer tipo de queso lo hacían manual y lo vendían en varias comunidades, ahora ya lo están distribuyendo en Wal-Mart de León y de Irapuato.
“Tenemos cabras y aparte vienen otras personas a vendernos la leche de sus cabras, la verdad estamos muy contentas porque tenemos mayores ingresos”, agregó Sandra Morales.
http://www.am.com.mx

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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