Ginés Mena Los lineales alimentarios de los supermercados se parecen cada vez más a los de una farmacia, dado el auge de los productos funcionales, y todo apunta a que esta tendencia va a más, con empresas e investigadores que se afanan en buscar productos de más valor añadido en la prevención de la salud. Pero, en el panorama de crisis actual, el ciudadano opta por un consumo más racional y se fija más que nunca en el precio, lo que obliga a las compañías a esforzarse en lograr productos con factores diferenciales, como los que ayudan al organismo.
El mercado de leche funcional, por ejemplo, representa el 20 % del mercado español, tras un crecimiento sostenido en los últimos años -aunque los expertos detectan una ralentización debido a una vuelta a los productos básicos, más clásicos y también más baratos-, pero las compañías saben que la innovación es clave de su futuro.
¿Habrá una leche, yogur o bebida para niños lactantes, infantes, embarazas, mujeres menopáusicas o ancianos? ¿y para personas propensas a sufrir un «ictus», osteoporosis, procesos degenerativos del sistema nervioso, diabéticos o celíacos?
Los lácteos tienen ya una trayectoria muy amplia en el mercado de los alimentos funcionales, pero, aún así, las empresas siguen buscando opciones para incorporar nuevos ingredientes para determinados grupos de población, remarca el jefe del Departamento de Nuevos Productos de Ainia Centro Tecnológico, José Enrique Carreres.
Según la investigadora Elisa Gallego, en el futuro habrá lácteos para prevenir las enfermedades que son más habituales en esos grupos de población, como las de tipo muscular, óseo o cardiovascular.
¿Lo más revolucionario por llegar? Lácteos que se tomarán para la mejora de la memoria o la salud mental, e incluso para prevenir el alzheimer, aunque en este caso se trata de investigaciones aún en una fase muy primaria y que tendrán que desarrollarse a largo plazo.
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