Afuera está totalmente oscuro. Aún faltan dos horas para el amanecer y un viento helado está soplando sobre las colinas galesas. Pero adentro hay mucha luz, está tibio, barroso y curiosamente cómodo.
A lo largo de las próximas cuatro horas, las vacas de las distintas granjas pasarán por las instalaciones para obtener leche que son cuidadosamente supervisadas por los granjeros que toman parte de este ritual dos veces por día a lo largo de décadas.
Los granjeros dicen que aman a las vacas. “Tienes que amarlas para poder hacer este trabajo y creo con mucha pasión en la producción de leche. Estoy orgulloso de estar involucrado en la producción de leche, una de las comidas más naturales. Es un trabajo difícil pero es muy satisfactorio”.
Es un trabajo difícil y se está haciendo cada vez más complicado. El pago por la leche a los granjeros a menudo se deja para más tarde para cubrir huecos financieros y hay caídas en los precios de la leche. Son muchos goles para una industria que de por sí está luchando para sobrevivir.
Gracias a una sobre producción de leche a nivel mundial, la contracción de los mercados internacionales, un incremento en los precios de costos y otros, las ganancias de los granjeros son cada vez menores.
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