La producción de leche se encuentra, una vez más, en una situación problemática por la amenaza real de multa desde la UE por sobreproducción sobre la cuota asignada a España. Galicia está en el centro del problema por el peso de su producción dentro del conjunto de España. La sanción es una amenaza económica importante para los ingresos de las explotaciones ganaderas de leche si acaba repercutiendo, tal como anunció la ministra de Agricultura, al propio sector. Los sindicatos urgen medidas al Gobierno y a la Xunta. Unas medidas que, en el mejor de los casos, supondrán incidir o ejercer presión en Bruselas sobre los criterios de cálculo de esa superproducción. El número de explotaciones previsiblemente afectadas es alto: 7.000, según la estimación de las organizaciones agrarias en Galicia. Toda gestión política en Bruselas y aquí, y toda medida que permita reducir el impacto sobre ese alto número de explotaciones será positiva. Pero es evidente que los diferentes problemas y crisis en los que con excesiva frecuencia se ve amenazado el sector de la producción láctea piden políticas y medidas de dimensión profunda y con visión de horizonte amplio en el tiempo. Algunos de esos problemas los arrastra el sector en Galicia como males endémicos desde antes incluso de la entrada en la UE. No hay que demonizar a Europa como causa y explicación de todos los males. Ante la supresión del sistema de cuotas se necesitan, por un lado, políticas que den respuesta a largo plazo y, desde el propio sector, planteamientos empresariales o de explotación que den estabilidad económica en el tiempo. Deberían ser algo extraordinario las demandas a las administraciones cuando aparecen problemas que eran previsibles. De ahí la necesidad de que desde la gestión política y desde la del propio sector se trabaje en el objetivo de la estabilidad para producción con rentabilidad sostenible.
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