La industria intenta negociar con el Consejo de Estado la legalidad de pactos inferiores a un año en el inminente sistema sin cuotas.
El sistema de producción de leche con cuotas se extinguirá el 31 de marzo, 30 años después de su implantación y con un nuevo descenso del precio de la leche cruda que venden las granjas gallegas. Así lo vaticina el secretario general de Unións Agrarias, Roberto García. Las industrias han firmado, en su mayoría, un contrato para estos tres primeros meses del año, «pero los ganaderos lo han firmado el 1 de febrero», es decir, un mes después de su teórica entrada en vigor,
El firmar contratos con efecto retroactivo no es legal, según el nuevo paquete lácteo que todavía está por aprobar. Pero tampoco es permisible, según la Ley de la Cadena Alimentaria, que la distribución utilice la leche como producto reclamo (la leche o cualquier alimento que venda por debajo de los costes de producción), y sin embargo Unións Agrarias sigue detectando prácticas de este tipo en las grandes áreas comerciales. «Cada dos por tres presentamos denuncias y nunca tenemos constancia de que la administración sancione a estas empresas. O bien no existen las multas o bien no se hacen públicas, cuando lo lógico es que se difundiesen para dar ejemplo», dice.
Y si la distribución vende a pérdidas, la industria traslada la situación al pacto con el ganadero. Por eso, intenta negociar con el Consejo de Estado un encuentro «para forzar que el paquete lácteo no contemple la obligatoriedad de contratos de un año». García confía en que mañana jueves, durante la charla que organiza Unións Agrarias en el seno de Cimag, el director general de Producciones y Mercados Agrarios del Ministerio de Agricultura, Fernando Miranda, desvele cuándo va a celebrarse ese encuentro.
García deja claro que el ganadero sí quiere contratos de un año, «si éstos se rigen por un sistema de indexación» que permite variar el precio de cada litro siguiendo parámetros como el coste de los piensos o la cotización de los derivados lácteos, entre otros. Lo malo es que la futura norma contempla que el ganadero puede renunciar, libremente, a la duración de un año. En la práctica, los ganaderos que rechazan este tipo de contratos están coartados por la industria, que usa como arma la abundancia de leche fresca.
Abundancia que, en el fondo, no es tal. Agricultura hace cuatro meses sembró el pánico diciendo que la producción nacional rebasaría la cuota, al final de campaña, en 300.000 toneladas. «Y resulta que, a día de hoy, la supertasa es de solo 8.000», apostilla García. Pero el daño ya está hecho: pequeñas explotaciones se han deshecho de animales, han reducido su ración de alimentación o han gastado dinero en comprar cuota que nadie va a pagarle cuando se extinga este sistema.
Con este panorama, la leche gallega cerrará la campaña con otro descenso en el precio de la leche fresca que se repite desde enero de 2014), pese a que en Europa «los mercados francés y holandés ya están subiendo, porque hay demanda tanto a nivel mundial como en el seno de la UE e incluso en el panorama español», explica el líder de Unións. Ahora mismo, la cuota de España es de casi 6, 4 millones de toneladas, pero su mercado precisa en torno a 9 millones. Con este panorama, está claro que la leche que se produce en el país, aunque aumente, no va a cubrir todo el mercado nacional. Y, por supuesto, tampoco precisa exportarse. «Lo que necesitamos es que Lidl, Carrefour o Alcampo tengan aquí la misma política de precios que en su país de origen», recalca García.
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