El mercado lácteo anda descontrolado. «Cada empresa vai ao seu», ejemplarizaba ayer un ganadero. Incluso los contratos lácteos se quedan en referencias testimoniales y valores orientativos en muchos casos. Se reajustan precios para mantener cotas de mercado y evitar fugas de ganaderos a otras empresas.
En ese marco profesional septiembre se presenta como un escenario de cuchillos largos en las negociaciones de los contratos lácteos del último trimestre, octubre-diciembre. También por amarrar mercado, en tiempos en que las alzas favorecidas por la competencia se atisban desde el sector productor.
Mientras el mercado discurre por estos derroteros, los datos oficiales de valores lácteos cubren los primeros seis meses del año mostrando dos escenarios de incremento de precios nítidos. En estos seis meses ya referenciados con precios medios nacionales y gallegos, el incremento fue muy suave mes a mes llegando a descender ligerísimamente en junio. El acumulado del semestre es de un incremento en litro de 1,76 céntimos.
Pero si los ganaderos miran hacia más atrás, concretamente un año, retornan a tiempos de la durísima crisis, cuando cobraban de media en Galicia 28,66 céntimos, y aún cobrarían menos en el mes siguiente, en julio, cuando comenzó la remontada. Desde entonces, en un año, el incremento total se situó en 4,37 céntimos en litro. Fue como pasar de la miseria a tiempos en los que los productores empiezan a pensar que ser ganadero puede ser una profesión en la que pueden permanecer.
El dato de junio situaba el precio medio gallego en 33,03 céntimos (el de de mayo, reactualizado en la Xunta fue de 33,06) mientras que el español registro una ligera mejoría situándose en 33,90 lo que sitúa el diferencia con Galicia en 0,87 céntimos menos para el ganadero gallego. Precisamente el ajuste sitúa a Galicia a la cola de precios en las autonomías españolas. Es el peor salvo el de las Baleares.
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