Si bien la liberalización de la producción láctea a partir de abril supondrá un reto importante para los ganaderos, no lo será menos para la industria, que debe prepararse para un posible escenario de grandes oscilaciones de producciones y precios y para el aumento del consumo que pueda darse en distintas partes del mundo. Para Pedro Ramos, coordinador de la Asociación Gallega de Empresas Lácteas, «habrá que estar preparados para transformar leche que pueda viajar, y en esto tiene mucha importancia la puesta en marcha de proyectos industriales enfocados a la elaboración de leche en polvo, maternizada, queso…».
En este sentido, España llevará claramente las de perder si se tienen en cuenta las escasas inversiones llevadas a cabo en los últimos años en la construcción de este tipo de infraestructuras. Según datos del Centre National Interprofessionnel de l?Economie Laitière -la interprofesional láctea francesa-, las inversiones españolas en este concepto apenas alcanzaron los 200 millones de euros. Lejos de países como Francia y Alemania que con 1.090 y 1.020 millones, respectivamente, encabezan el gasto europeo en construcción de torres de leche en polvo, sueros y alimentos infantiles. La industria asentada en Holanda, por su parte, desembolsó en este mismo concepto algo más de 850 millones; y la irlandesa, más de 580 millones.
Incluso países con clara vocación importadora (China) han apostado fuertemente por la construcción de instalaciones que garanticen el abastecimiento de calidad de productos industriales y derivados lácteos. Gigantes asiáticos de la alimentación como Synutra o Biostime -enfocada a la elaboración de productos infantiles- colaboran con firmas francesas para poner en marcha torres enormes para el secado de leche.
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