La leche de crecimiento no aporta valor añadido a las dietas de los más pequeños. Así de contundente se ha pronunciado la European Food Safety Authority (ESFA) en su última reunión. Este comité, encargado de velar por la seguridad alimenticia de los ciudadanos europeos, concluye que estas leches -pensadas para niños de entre 1 y 3 años- no son más eficaces que otros alimentos de su dieta normal.
Con todo, estos productos no dejan indiferente a nadie. Los científicos y las partes interesadas tienen opiniones diferentes sobre la necesidad real de estos productos. A diferencia de las leches para lactantes, que son las que se recomiendan para bebés de 0 a 6 meses y los preparados de continuidad para niños de 6 a 12 meses, las leches de crecimiento no están sujetas a normas específicas de la UE. La comisión ya está estudiando la posibilidad de recomendar disposiciones especiales para ellos.
Este informe de la ESFA incluye también un trabajo en torno a los niveles de nutrientes que se consideran adecuados para el desarrollo normal de los niños. Se constató que los bebés y niños pequeños tienen un consumo elevado de energía, proteínas, sal y potasio. Y bajo en fibra dietética. Según los expertos no alcanzan niveles preocupantes, pero la ingesta elevada de energía puede contribuir a aumentos desfavorables en el peso.
En contra de las fórmulas de crecimiento, las fortificadas sí ayudan a aumentar las ingestas de los nutrientes de los más pequeños. La leche de vaca fortificada, cereales fortificados, suplementos o la introducción temprana de la carne y el pescado en la alimentación complementaria de los niños sí contribuyen a aumentar sus nutrientes.
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