Grandes cadenas de alimentación ofrecen en los lineales su marca blanca a precios de entre 0,49 y 0,53 euros el litro.
El fin de las cuotas lácteas ha puesto el foco sobre el precio que perciben los ganaderos y las relaciones que establecen con las industrias. Pero en la cadena de valor de la leche juega un papel determinante la gran distribución, hasta ahora en un segundo plano mediático por la multa de 88 millones impuesta por Competencia a las industrias lácteas por repartirse el mercado de productores. Sin embargo, el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente tiene abiertas hasta 300 inspecciones a las cadenas de distribución alimentaria por posible venta a pérdidas, una práctica que consiste en comercializar un producto por debajo del precio pagado al proveedor industrial. Un coste que algunos grandes híper están dispuestos a asumir para atraer clientes. La leche sería así un gancho, un producto reclamo.
Más allá de la volatilidad de los precios por el contexto internacional, pocos dudas en el sector de que las prácticas de la distribución explican los bajos precios que perciben los productores. Sobre todo en un país como España, con un tejido industrial muy enfocado a envasar leche en un cartón y con muy poco desarrollo en productos de más valor añadido. De los 6,5 millones de toneladas de materia prima que producía España bajo el sistema de cuotas, 4,4 iban directas a un brik. Y de esa cifra, aproximadamente el 62 % se destinaba a cartones de leche con la enseña del distribuidor, conocidos en la calle como marcas blancas.
De momento, el ministerio guarda con riguroso sigilo los nombres de las cadenas sobre las que pesan las 300 inspecciones para no dañar su imagen comercial. Y tampoco se ha hecho pública ninguna multa. Datos recabados por este diario, por ejemplo, muestran cómo estos días puede hallarse en distintos lineales de venta de Galicia un litro de leche de marca del distribuidor a 0,53 euros, precio inferior al de un litro de refresco o de algunas marcas de agua mineral. En otros puntos de España hay incluso cartones a 0,49. Según los datos del observatorio del propio Gobierno central relativos a la cadena de valor de la leche, el gasto que tiene que asumir la distribución para comprarle un litro de leche a la industria está por encima de 0,51 euros.
En algunos casos se observa cómo una misma firma de distribución alimentaria vende su marca blanca en España a 0,60, mientras que en Francia la comercializa a 1,10 euros. Una diferencia que ilustra cómo en este país se ha iniciado el fin de las cuotas con la cadena de valor desestructurada, mientras los franceses son capaces de sentar en una misma mesa a productores, industrias y distribuidores con visión de conjunto, sin que cada eslabón cuadre los números por su cuenta.
El pasado mes de noviembre, en un acto de un gran hipermercado, y delante de sus propios directivos, el presidente gallego, Alberto Núñez Feijoo, exigió públicamente que se dejase de utilizar la leche como producto reclamo, una estrategia, a su juicio, que arruina la competitividad de las explotaciones.
Denuncia de Unións Agrarias
El sindicato Unión Agrarias denunció ayer que la marca francesa Lactalis está obligando a los ganaderos gallegos a que renuncien a firmar contratos de un año, cuando la ley establece un período mínimo de 12 meses. La organización asegura que los visitadores de las industrias están llevando a cabo la política del miedo en sus contactos con las explotaciones lácteas. Una estrategia que tiene como objetivo bajar precios con la amenaza velada de dejar de recoger la leche al productor.
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