La Audiencia provincial de Madrid ha desestimado definitivamente la demanda que interpuso la Federación Nacional de Industria Lácteas (Fenil) contra OCU por el estudio sobre la calidad de buen número de las marcas de leche que se vendían en nuestro país en 2011. Naturalmente, lo datos no fueron entonces muy buenos. Todo lo contrario.
Y es curioso que estos días se haya conocido que en el nuevo análisis realizado por OCU con otras 40 marcas de leches “enteras”, la mayoría, 38, salen bien o muy bien calificadas. Es decir, resultados diametralmente opuestos.
Entonces, en el estudio de 2011, se detectó presencia de fosfatos en algunas marcas, de leches en polvo, de leche envejecida y tratamiento térmico de la leche que, en algunos casos, no era el mejor. Todo eso, en gran parte, se ha subsanado.
Cabría pensar que si entonces, como dice la Audiencia de Madrid, OCU se apoyó en “estudios realizados por laboratorios reconocidos y solventes” ahora estamos en las alergia-a-la-lechemismas. Cabe entonces plantearse ahora si aquellos resultados que encendieron al sector lácteo por destaparse su cierta “mala” leche, han tenido mucho o poco que ver con los resultados de muchas de las mismas leches que se analizaron hace tres años. ¿Sirvieron para poner las pilas a muchos y mejorar calidades? ¿Dejar al margen determinadas prácticas que no beneficiaban al consumidor y sí a las industrias? Parece que sí. Aunque ello nos haya supuesto, claro, un encarecimiento del producto en un 10% en estos años.
Cabe también preguntarse por qué no están entre las mejores aquellas leches más conocidas, más publicitadas, con mejor imagen… Quizá solo, simplemente, porque otras marcas más pequeñas, regionales, con menos gasto en marketing y muy buen tratamiento producto, se encaraman a los primeros puestos por su mejor relación calidad-precio: es el caso de Tierra de Sabor, LLet Nostra, La Vaquera y Condis. Y cabe destacar que entre las destacadas sí están en los primeros lugares “marcas blancas” como Hacendado o Carrefour, que seguramente le harán pensar a más de uno…
Al margen de demostrarse que no siempre lo más caro es lo mejor, los análisis comparativos han constatado una vez más su eficacia. Para dar información de interés general a los consumidores y para denunciar prácticas que, que al margen de los lógicos intereses industriales y comerciales, pueden ir contra el bolsillo de sus clientes. Por eso, esta labor, reconocida por los propios tribunales de justicia, es vital y cercenarla sería nefasto. Como la intención de un proyecto “vivo” de evitar estos comparativos vacaindependientes realizados con rigor. Una medida que encantaría al sector alimentario por razones obvias, pero que sería una nueva cortapisa para que los usuarios tuvieran información sin “filtros” de lo que comen. El caso de la leche es un inmejorable ejemplo: sin aquel análisis comparativo, hoy probablemente seguiríamos con leches con fosfatos, con leche en polvo, con deficientes tratamientos térmicos y con leche envejecida.
Lo de prohibirlos es tan peligroso para nosotros como interesado por parte de la industria. ¿Quién ganará? Como siempre he defendido, si hay análisis no rigurosos o que dañen la imagen de una marca ilegalmente, irregularmente, ahí están los tribunales.
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