El litro en origen se pagó en junio en la UE a 30,4 céntimos, un 7,5 % más barato que la media de los últimos cinco años.
El panorama para los ganaderos seguirá pintado de negro, al menos, un año más. La bajada del precio de la leche, que se achaca sobre todo a los vaivenes de la producción y el fin de las llamadas cuotas lácteas, se prolongará hasta bien entrado el 2016. Así lo estima el Observatorio del Mercado Lácteo, creado a finales del pasado ejercicio por la Comisión Europea Según sus últimos datos, el precio de la leche bajó en junio en la Unión Europea, hasta los 30,4 céntimos por litro, cifra un 7,5 % inferior al promedio de los últimos cinco años. El pero añadido es que, por el contrario, los costes de producción se han elevado y se están registrando ya problemas de liquidez.
En España, el precio medio en origen descendió hasta los 29,3 céntimos. Y esto resulta claramente incongruente para las organizaciones agrarias porque, al ser un mercado deficitario -un tercio del consumo nacional se cubre con importaciones-, lo normal es que las tarifas fueran más altas o, al menos, no inferiores a las de países netamente exportadores -es decir, con excedente aparente de producción- como Dinamarca (31,3 céntimos por litro), Francia (31,2), Holanda (30,5) y Alemania (29,8)
Desde los sindicatos y organizaciones agrarias critican que desde la industria láctea se estén aprovechando de la «debilidad» de los ganaderos, compensando con ello su «falta de competitividad». La diferencia de precios entre origen y destino (consumidor) se aproxima al 185 %, según datos de Asaja. Las ofertas de compra que reciben los productores, denuncian, son «inasumibles» y van acompañadas de una limitación «forzosa» de la producción anual de hasta un 10 %.
Y esto ocurre, lamentan, pese a los cambios normativos introducidos por el Gobierno con el llamado Paquete Lácteo, que incluye nuevos contratos con valores fijos (o uno base indexado) y una duración mínima de un año. Por eso, demandan más medidas, aparte de la ayuda de un millón de euros prometida por la ministra Agricultura, Isabel García Tejerina.
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