Trujillo acoge cada año el evento quesero más famoso de España: una feria que combina degustación, competición y el reconocimiento a las mejores pastas Se come de aperitivo, es el relleno del bocata de muchos niños y también el complemento que aporta el toque innovador a los platos de los mejores chefs. Tan versátil como diferente, en función de la variedad que se elija, y hasta 500 diferentes se han podido degustar, durante la primera semana de mayo, en la Feria Nacional del Queso de Trujillo, que ha reunido en esta localidad cacereña a los mejores maestros queseros para mostrar y dar conocer al público sus productos.
Han llegado de todas partes de Extremadura y España pero también de Portugal o Francia, que ha sido este año el país invitado. Sus degustaciones han causado auténtico furor, sobre todo una muy especial, la de Raclette, con existencias agotadas a las tres horas de la inauguración. «Nos ha dado vergüenza decirle a la gente que se vaya, que no siguieran haciendo cola», explica Miguel San Martín, de la tienda Poncelet y responsable de las catas francesas, superadas por la afluencia de público en el primer día de feria.
Algo similar le ha ocurrido a Diego Maldonado, responsable de una distribuidora manchega: «Hemos tenido que pedir pan a los vecinos, no esperábamos tanta gente». Sus previsiones también se quedaron cortas, pero en este caso se pudo solventar el imprevisto con la solidaridad de los stands colindantes.
La sorpresa ha irrumpido en otros puestos con el lugar de origen. «Ah, pero ¿en Madrid también se hacen quesos?» es la pregunta que más se ha repetido en el de Juan Luis Royuela, de Quesos La Cabezuela. «La gente tiene el concepto de que la capital es únicamente un espacio geopolítico y cultural», explica. Royuela ha decidido asistir por primera vez a esta cita para poner de relieve que en este sector, tan asociado a la tradición y a la artesanía, también tiene cabida la vanguardia y la renovación. Él ha tríado, por ejemplo, un queso madurado en cerveza.
Los carteles acreditativos de premios, de este y otros concursos, se exhiben con orgullo en las paredes de los establecimientos. Son tan importantes como los quesos que se dan a probar. Ni un hueco libre quedaba en el stand de Quesos Morán Piris, de Badajoz. Son los padres de uno de oveja galardonado en este certamen hasta seis veces en la categoría de «Pasta Dura».
Que la Feria Nacional del Queso de Trujillo es una oportunidad única para colocar el producto directamente entre el público es una evidencia, pero el éxito de este evento también es medido por los tratos que se cierran entre bambalinas. «Aquí he conocido a muchas personas que se han convertido luego en mis proveedores o distribuidores», explica Melchor Benítez, de Llera, quien también asegura que este certamen es de obligada asistencia para todos aquellos profesionales del sector.
Desde el otro lado, el público acude a esta cita con la intención de disfrutar de la ciudad y los amigos de una manera diferente pero, eso sí, con el queso en el centro de todos los corros. Hay quien prefiere hacerlo con degustaciones, y quien opta por comprar piezas enteras para evitar aglomeraciones y colas en los stands.
«Sentarme en las escaleras de la plaza a comer queso en vez de pipas y verla hasta arriba de gente». Es lo que más le gusta de este evento a María Terrones, que vive habitualmente en Trujillo y disfruta con el ambiente que rodea siempre a la Feria. «Es una de las citas ineludibles en el calendario trujillano» añade.
Llama la atención de los vecinos, pero también de visitantes, que llegan de todos los puntos de España porque eligen a esta localidad cacereña como punto de destino para estos días festivos de mayo. Hasta 150.000 personas han pasado en esta edición por la Plaza Mayor de Trujillo, una cifra que multiplica por 15 a su población.
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