En defensa de las cuotas lácteas

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Las consecuencias de la desregulación del mercado productor de leche
En unos momentos en los que todos los sectores económicos están sufriendo las nefastas consecuencias de la desregulación de los mercados financieros, merece la pena retomar el debate sobre las consecuencias que la desregulación del mercado de la leche tendría en el sector lácteo español en general y el asturiano en particular. Nos estamos refiriendo a la eliminación del régimen de cuotas lácteas en la Unión Europea previsto por las autoridades de la Unión para el año 2015.
En efecto, el sistema de cuotas lácteas es un instrumento de control de la producción que adecua la oferta a la demanda y que impide que se generen situaciones de sobreproducción que llevarían aparejadas un desplome de los precios a percibir por los productores. Este instrumento de política agraria instaurado en la Unión Europea en 1984, evidentemente, es una medida de regulación del mercado claramente intervencionista y, como tal, ha estado en el punto de mira de todos los que defienden las políticas neoliberales que consideran que las leyes del mercado se bastan y sobran para garantizar un funcionamiento eficiente del mismo.
Pero el mercado de los productos agrarios, y más concretamente el mercado de la leche, tiene particularidades que hacen que debamos cuestionarnos ese axioma y que explican que en todos los países desarrollados existan políticas agrarias que de una u otra manera intervengan en dichos mercados. Debemos tener en cuenta, también, el desequilibrio de poder en las relaciones contractuales entre los distintos eslabones implicados en la cadena de valor, productores, industria y distribución.
Los detractores de las cuotas argumentan que su mantenimiento lastra el desarrollo del sector lácteo en su conjunto y en particular de las explotaciones que basan la mejora de su competitividad en el crecimiento. Pero no nos engañemos, en este sector el crecimiento de unos pocos se consigue a costa de la desaparición de muchos.
La eliminación del régimen de cuota láctea tendría, con toda seguridad, como consecuencia inmediata una reestructuración en el sector productor aún más acusada de la experimentada en las últimas décadas. Las explotaciones familiares situadas en zonas de montaña tienen, en la actualidad, casi garantizada la recogida de la leche, debido a que la industria precisa de esa leche gracias a la cuota que tienen asignada dichas explotaciones. En el momento en que dicha asignación de cuota desaparezca, la industria podrá dirigir una reestructuración hacia la concentración de la producción en un número cada vez más reducido de granjas, con el objetivo de facilitar su aprovisionamiento y minimizar los costes de la recogida.
Una reestructuración de este tipo no aportará nada positivo a una comunidad como Asturias, al contrario, significaría una importante deslocalización de su producción. Tendría también efectos medioambientales muy negativos, tanto el abandono de actividad en las zonas de montaña como la intensificación y la concentración en grandes núcleos.
Es cierto que la aplicación del régimen de cuotas ha tenido efectos negativos. El más importante quizá fuera el endeudamiento a que se vieron sometidas muchas explotaciones para adquirir cuota. Pero este efecto no es achacable en sí mismo al sistema, sino a la gestión del mismo que se realizó durante algunos años en nuestro país, en los que se mercantilizó el sistema, permitiendo que se generase un mercado de compraventa de estos derechos de producción y pervirtiendo la gestión pública de la cuota.
También es cierto que la existencia de las cuotas no evitó la crisis de precios de 2009 y 2010, años en los que se registró una fuerte caída del precio pagado a los productores en toda la Unión Europea. Pero, sin duda, la crisis habría sido mucho más profunda sin la existencia de dichas cuotas. Además, dicha crisis y la evolución de los mercados en 2011 demostraron que la viabilidad de las explotaciones no residía tanto en la cantidad de leche que podían producir como en la capacidad de disponer de una base forrajera propia que minimizase el impacto del incremento del precio de los cereales que deben comprarse fuera de la explotación.
El reforzamiento del poder de negociación de los productores que se pretende con la contractualización obligatoria tendría que ser una medida complementaria, que no sustitutiva, al control de la producción mediante cuotas.
Desde Izquierda Unida se ha defendido siempre el régimen de cuotas lácteas y consideramos que es el momento de reconsiderar una decisión que se tomó en la revisión intermedia de la PAC de 2003 y se confirmó en el chequeo médico de 2008, que le puso definitivamente fecha de caducidad. Como se puede ver, la decisión fue tomada en una coyuntura económica muy diferente de la actual. Desde entonces hemos conocido crisis de volatilidad de precios en los productos agrícolas que deberían hacernos reflexionar sobre la eliminación de un instrumento de gestión del mercado, cuando la lógica y las aspiraciones de los agricultores europeos nos aconsejan que en lugar de debilitarlos conviene reforzar dichos instrumentos.
Afortunadamente, cada vez más voces se han unido a esta defensa, incluyendo al nuevo titular del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Bienvenidos sean a esta causa si con esta suma de esfuerzos se consigue a través de las instituciones comunitarias que se dedique un tiempo de reflexión antes de adoptar definitivamente una medida que tendrá efectos irreversibles en la configuración del modelo de producción lácteo asturiano y español y, consecuentemente, en el propio territorio.
AURELIO MARTÍN GONZÁLEZ
Diputado de Izquierda Unida-Los Verdes
http://www.lne.es

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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