Nuevamente hay un rifirrafe entre el Gobierno y los gremios del campo por la firma de tratados de libre comercio en los que no quedan claras las condiciones para los productores del campo.
Rafael Mejía, de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), le dijo antier a Portafolio que “ el país tendrá que acostumbrarse a consumir arroz, leche, aceites, palma, frijol y maíz, entre otros productos, provenientes de México, principalmente, nación con la que tenemos una balanza ampliamente deficitaria”. Mejía le dijo a ese diario económico que espera que el Congreso no le dé luz verde a la Alianza del Pacífico.
Según el sitio web Index Mundi, que a su vez cita al Departamento de Agricultura de los Estados Unidos como fuente, México es deficitario en producción de leche y es un importador del producto. Aunque viene reduciendo sus importaciones, que llegaron a 55 mil toneladas métricas en 2001, en 2014 importará 12 mil toneladas métricas.
Al menos habría allí una oportunidad para exportar lácteos colombianos siempre y cuando se puedan producir a costos suficientemente bajos. Y ese es precisamente el cuello de botella: a pesar de que somos productores de carne y leche principalmente a partir de pastos en las zonas templadas del país (las mejores tierras frías, más aptas para producción especializada de leche, están principalmente en flores y otros cultivos), lo que supone que en las zonas calientes se ahorran los costos de alimentar con concentrados, nuestra producción de leche por hectárea -que es la cuenta clave- es aún muy baja.
¿Cómo mejorar este guarismo?
Volvemos a lo de siempre: el campo tiene que mejorar su productividad de manera dramática, lo que requeriría adoptar técnicas modernas y apropiadas de producción de forrajes para alimentar el ganado, lo que a su vez exigiría un cambio de cultura en los productores del campo.
Aunque el calor es enemigo de la producción de leche por la fisiología de las vacas más lecheras (bos taurus), es amigo de la producción de forrajes durante todo el año y los ganaderos colombianos tendrían que dar el paso de abandonar el pastoreo en favor de encerrar los ganados, sembrar forrajes de alto rendimiento y llevarles la comida al ganado a un establo o lugar similar. Esto bajaría la producción por cabeza, pero subiría muchísimo la capacidad de carga de la tierra y por lo mismo la cantidad de leche por hectárea.
Para darle este vuelco a la ganadería se necesita agua para irrigar y cultivar forraje verde, que es el que produce carne y leche de calidad y en cantidad, pero pasan los años y el Gobierno, a quien le corresponde hacer las grandes represas para riego, no pasa de la retórica y de la verbosidad rimbombante.
La transición de la ganadería tradicional a una que pudiera tener los costos de producción competitivos en el mercado global requiere de un gran empujón de infraestructura de riego del Gobierno, además de ayuda técnica masiva a los campesinos.
Mientras siga la habladuría de paja gubernamental y sus promesas huecas, sin duda se quebrará el campo colombiano.
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