Revisando las estadísticas enero-agosto 2013, encontramos que la recepción nacional de leche registra un crecimiento marginal de 1,4% respecto de la temporada 2012. En el contexto actual de demanda y precios (internos y externos) extraordinariamente favorables, la producción debería estar creciendo por sobre el 5%.
Si bien el clima explicaría parte de este discreto comportamiento, en el fondo de este fenómeno está el problema central de nuestro sector: La falta de expectativas de muchos productores de leche ante la retribución por su trabajo, en contraste con los buenos resultados de las principales empresas elaboradoras.
Este diagnóstico se reafirma al mirar el comportamiento de la principal empresa láctea nacional (COLUN), que en estos primeros ocho meses del año registra un crecimiento de 10,3% en su recepción, frente a la baja de -1,2% que promedia el resto de las industrias.
¿Qué hace aparecer a esta compañía regional como una “isla”?
Muy simple: Los beneficios del negocio final son compartidos con sus proveedores de leche, quienes se sienten parte importante de la cadena y eso les permite proyectarse en el tiempo e invertir en un negocio que es sustentable para su empresa elaboradora, pero también para sus emprendimientos individuales. Una ganancia compartida que irradia no sólo en los ámbitos productivo y económico, sino que permea también en lo social, con evidentes beneficios para la región y el país.
Como contrapartida, compañías de capitales extranjeros como Soprole-Prolesur (Nueva Zelandia); y Nestlé (Suiza), han centrado su gestión en la generación de utilidades para reportar a sus respectivas matrices, olvidando la filosofía de “valor compartido” que han pregonado a la hora de inaugurar sus inversiones en suelo chileno (en el caso de la filial suiza) y también olvidando el modelo “cooperativo” que sí ejecutan en su país de origen (en el caso de la filial neocelandesa).
La situación de esta última resulta más paradojal, ya que dado el rol estratégico de la lechería en Nueva Zelandia, las autoridades políticas de ese país han hecho grandes esfuerzos por apoyar al sector lechero chileno en materia de transferencia tecnológica, educación técnica, capacitación y sanidad animal, lo cual ha sido un aporte importante para aprovechar la valiosa experiencia que han acumulado durante décadas.
Lo que no entendemos, es por qué no han transformado sus inversiones industriales lácteas en Chile, en una réplica del exitoso modelo cooperativo que poseen en su país.
Fuente: Aproval Leche AG
