Chile: Los cambios hacia los que avanza la ganadería lechera

El camino que une Puerto Varas con Ensenada, en la Región de los Lagos, es una de las postales más clásicas de la belleza del sur del país.
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El camino que une Puerto Varas con Ensenada, en la Región de los Lagos, es una de las postales más clásicas de la belleza del sur del país. En el kilómetro 16 de la ruta en la que destacan las praderas y bosques, y flanqueado por el lago Llanquihue y los volcanes Osorno y Calbuco, se encuentra el fundo Playa Venado, uno de los ejemplos más atractivos de cómo se está desarrollando un giro al modelo productivo clásico lechero en una de las principales zonas ganaderas de Chile.
Allí, el agrónomo Ignacio Álvarez y la veterinaria Ingrid Vandeputte administran, desde hace 15 años, un campo con vacas jersey -uno de los tres planteles que hay en el país-, donde elaboran manjar gourmet y quesos, venden genética y se dedican al agroturismo, además de entregar una parte de su producción a la industria.
“Asumiendo lo ingrato que es el negocio lechero desde el punto de vista de precios y márgenes de ganancia, y después de trabajar 12 años con un rebaño holstein, vimos una oportunidad a partir de una necesidad. Nos dimos cuenta de que debíamos generar un valor agregado a nuestra producción, para así rentabilizar el negocio, mejorando la calidad de la leche. Para eso viajamos a Europa gracias a un proyecto, y constatamos la importancia que tiene para el productor y la industria la calidad de la leche, donde esta tiene que ver con una sumatoria de higiene y sólidos, lo que por ende se paga mejor. De cierta forma, en Chile nos adelantamos 15 años a un fenómeno que en Europa ya era una realidad”, dice Álvarez.
Así, Playa Venado fue el primer fundo en cambiar completo su rebaño de holstein por uno de vacas jersey, al que accedieron vía inseminación, en un proceso que se prolongó por 10 años. Pese a ser una especie más pequeña y producir menos litros, la ventaja de las vacas jersey es que presentan mejores porcentajes de grasa y proteína, los sólidos en la leche, que se traducen en un diferencial en precio pagado al productor entre 30 a 40 pesos más por litro. Pero no fue solo la alta calidad de la leche lo que los motivó a utilizarlas.
“Fue la que más nos gustó considerando las condiciones agroecológicas de nuestro campo. Al ser más pequeña cabía una vaca más por hectárea y, por lo tanto, hay una cría más al año. Además, es una raza muy rústica, por lo que no necesita estar en establo durante mucho tiempo en invierno. Lo otro es que tiene una pezuña dura, por lo que la propensión a la cojera es muy baja, que es algo muy común en la holstein de la zona. Tampoco consume mucho concentrado, cuyo precio en los últimos 10 años ha ido al alza. Todos estos son factores que significan costos encubiertos a la hora de producir, y que el precio de venta final de la industria no considera. Además, nuestro objetivo es que el destino de nuestra leche sean productos de nicho, ya que no tiene sentido que termine como leche en polvo”, afirma Álvarez.
Tuvieron que enfrentar las críticas de otros productores. “Es un grupo bastante reacio respecto de los cambios. Yo diría que son innovadores en la parte más tecnológica, de maquinarias, pero en otros aspectos son más bien conservadores, como en sus modelos de negocios y actitudes. Incorporar una nueva raza tuvo una resistencia bastante fuerte en la zona, pero era de carácter más visceral que científica. Pero el tiempo nos dio la razón, con cifras sobre la mesa, y considerando cómo paga la industria hoy en día, nuestro modelo se valida aún más”, dice Álvarez.
Actualmente, el 10% de la producción de Playa Venado -310 vacas en ordeña en 150 hectáreas, de las cuales 125 son productivas-, está destinado a la elaboración de manjar y quesos, mientras que el resto es vendido a Nestlé. En agosto esperan aumentar a 20% para los productos propios y, en los próximos tres a cuatro años, procesar ellos mismos toda su producción de leche. “Ese es nuestro sueño y gran apuesta”, apunta Karin Vogel, encargada del área de agroturismo.
Justamente, esta es otra característica en que el fundo es pionero, ya que desde la gestación del proyecto estuvo presente el potencial turístico y la reivindicación de la identidad agrícola de la zona, al estar directamente relacionadas. “Lo que pasa es que a los productores lecheros se les pasa todo el día en la producción, y no tienen tiempo para detenerse un momento para pensar en nuevos proyectos y emprendimientos que están al alcance de sus manos”, señala Vogel.
De Nueva Zelandia a Chile
En 1992, el ingeniero civil en Informática Ricardo Ríos compró 200 hectáreas del fundo Santa Laura en la comuna de Paillaco, en la Región de los Ríos, para iniciar su negocio lechero. A los tres años se dio cuenta de que no tenía los rendimientos necesarios, por lo que viajó a Nueva Zelandia para conocer las ventajas del modelo de producción de ese país. “Todo el mundo hablaba de Nueva Zelandia como un ejemplo exitoso, por lo que decidí viajar y ver qué había allá”, cuenta Ríos.
Hoy, es dueño de Chilterra, una empresa láctea que ha logrado posicionarse en un sector complejo.
Con solo cuatro y medio millones de habitantes, Nueva Zelandia es el principal productor y comercializador de leche mundial, basado en un modelo de alto rendimiento que se caracteriza por una producción estacional, la utilización de pastura como base de alimentación e infraestructura, entre otros aspectos.
“Uno no puede aplicar el modelo neozelandés tal cual en Chile, porque tenemos desde diferencias climáticas hasta históricas. Además, casi la totalidad de la producción de ellos está orientada a la exportación, a diferencia de Chile, donde nosotros producimos productos frescos de consumo inmediato en el mercado nacional. Lo que uno puede hacer es tomar un montón de ejemplos que ayuden a que nuestro sistema sea más eficiente. En ese sentido, lo más valioso del modelo neozelandés es la utilización y maximización del uso de la pradera para reducir los costos de producción en alimentación de suplementos. Del pasto a la leche como se conoce, pero sin perder de vista que nuestro ganado no ha sido desarrollado genéticamente para operar como en Nueva Zelandia”, señala Ríos.
Otro de los aspectos que aprendió en Oceanía e incorporó a su fundo fue el manejo animal de grandes rebaños, a diferencia del seguimiento individual vaca a vaca, por lo que ha diseñado instalaciones e infraestructura para tener rendimientos más productivos. Para esto han tenido asesoría de expertos neozelandeses desde un comienzo. “Como ingeniero ocupo mucho la lógica, y me di cuenta de que trayendo información y conocimiento de otros países eficientes y exitosos podíamos mejorar nuestras condiciones. Lo importante es poder evaluar bien qué me sirve de acuerdo a mi realidad y ver cómo lo puedo implementar acá”, afirma Ríos.
Uno de los problemas era ser eficientes con la producción en invierno, cuando los costos de producir se elevan. Para esto, Ríos decidió que sus vacas descansaran en los meses más fríos -mayo a julio-, ya que no contaba con la infraestructura necesaria para mantener los rendimientos. Además, separó el período gestacional con un cumplimiento estricto de los tiempos.
“Uno como empresario tiene que saber, poder y querer. Tienes que saber buscar el conocimiento, tienes que poder implementarlo de alguna forma, y tienes que querer que eso se cumpla. Para eso hay que generar las condiciones necesarias para que las personas quieran hacer la pega, ya que no puedes pedirle a una persona que sea eficiente si no tiene los recursos. Hay que ingeniárselas para adaptar los sistemas a nuestra cultura y hacerlos compatibles con la realidad”, afirma Ríos.
La importancia del riego
Pese a encontrarse en una zona lluviosa, a orillas del Río Negro en la Región de los Lagos, el fundo Tres Esteros ha sufrido por la falta de lluvias estivales en los últimos años. “Los costos de producción dependían mucho de si llovía o no en esos meses, para saber si ganábamos o perdíamos plata”, dice Mauricio Rosas, administrador del fundo perteneciente a Carlos Cornelius.
De hecho, la sequía de este verano llevó a que muchos ganaderos, al no poder disponer de praderas, tuvieran que consumir el forraje que tenían para el invierno.
Para no depender tanto del clima, hace siete años en el fundo invirtieron en un sistema de riego para pradera gracias a unos derechos de agua que tenían en el río. Comenzaron cubriendo el 20% de la superficie, para hoy llegar al 60% -cerca de 120 hectáreas- con dos pivotes grandes de riego, lo que les ha permitido aumentar al doble las vacas en ordeña y mantener un control sobre la producción forrajera.
“Nosotros siempre hemos apuntado a una producción barata, más que producir más queremos producir a bajo costo para no tener tantos problemas con el precio de la leche. Por eso lo más importante es mantener una estabilidad en el forraje que tenemos en el campo, y en eso nos ha ayudado mucho el sistema de riego. Nosotros sabemos en el 80% cuánto forraje vamos a producir, lo que nos permite controlar la cantidad de vacas que podemos alimentar con producción propia. Hacemos un balance forrajero una vez al año y luego hacemos un monitoreo, y la variación entre lo que proyectamos y la realidad es muy poca. Tenemos un control más preciso, que es lo que no pasa cuando dependes de San Isidro”, afirma Rosas.
Según el administrador, el sistema es bastante sencillo, tanto en aplicación como en tecnología. En verano -de octubre a abril-, las vacas se alimentan en las superficies de riego, mientras se hace forraje en las hectáreas que no se riegan, que es el excedente. En invierno, las vacas aumentan la superficie de pastoreo gracias a las lluvias, y se complementa con lo que sobró del verano.
“El sistema de riego nos ha permitido seguir creciendo, aprovechar toda la superficie e infraestructura del campo, tener mayor cantidad de mano de obra y mejorar las condiciones generales de la producción. La mayoría de los productores lecheros están apostando hoy por el riego, es una tendencia que llegó para quedarse, y a la que nos adelantamos un poco. Además, hay muchos problemas hídricos en la región, por lo que se están instalando equipos en zonas que jamás se pensó que había que regar, y el clima ha obligado a reinventarse para seguir produciendo”, señala Rosas.
Ingenio y nuevas tecnologías se unen para cambiar la cara y rentabilidad del sur ganadero.
Fuente: El Campo, Chile
http://fepale.org

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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