#Chile: Lecheros y agricultura

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En Europa y la mayor parte de las economías desarrolladas, sus gobiernos entendieron, a partir de los traumas de las grandes guerras, que necesitan una base alimentaria que sostenga a sus habitantes, que deben proteger su actividad agropecuaria, que –en suma- con la comida no se juega.
Después de la Segunda Guerra Mundial, los países envueltos en esta conflagración tomaron una decisión que han mantenido a rajatabla, pese a los vientos de apertura de los mercados a nivel internacional: defender su producción agrícola. Así, a través de esa determinación, la actividad queda a resguardo por medio de mecanismos de protección arancelaria o, derechamente, a través de la exclusión de ese rubro productivo en los acuerdos comerciales, tan en boga en las últimas décadas de economía global.
La razón de dicha decisión es muy simple: la carestía de alimentos básicos o, derechamente, las hambrunas en los países en conflicto, especialmente en la Europa devastada por contiendas que ocurrieron en su territorio, fueron motivo suficiente para que sus gobernantes se hicieran la convicción que la producción de alimentos básicos debe asegurarse, es decir, mantener a resguardo al sector agrícola local y diferenciarlo de manera positiva frente a otras ramas de la producción nacional. No es un capricho. Es una decisión país.
Sin embargo, en Chile, a contrapelo de los países desarrollados y bajo la premisa de los tratados de libre comercio de nuestro país con sus homólogas en todo el mundo, se avanza en un sentido justamente contrario. Una muestra es lo que sucede con el rubro lechero que, temporada tras temporada, continúa jibarizándose, es decir, va reduciendo el número de productores porque, simplemente, no les sale a cuenta. Los costos superan las utilidades, las contabilidades arrojan balances en rojo y si no se tiene la capacidad financiera de capear rachas negativas, lo más práctico es salirse del negocio. En caso contrario, se avecina el fantasma de la quiebra.
Por eso, la aplicación de Nestlé de una baja de un 12% en el valor de la leche a sus proveedores de la provincia fue recibida como un nuevo balde de agua fría para los productores de la zona. A través del presidente de la Asociación de Productores Lecheros de Biobío (Aproleche) Biobío, Juan Pablo Aruta, calificó la decisión de la empresa –prácticamente el único poder comprador de las provincias de Biobío y Malleco– como inconsistente con sus proveedores, con las autoridades y el país.
Explicó que a partir de septiembre, Nestlé eliminó un bono de $29/litro que aplicó entre mayo y agosto, tal como lo hizo en los demás distritos lecheros de la zona sur. Sin embargo, de acuerdo al dirigente gremial, no se habría diferenciado la realidad que en Biobío permite mantener condiciones de producción estables, a diferencia que las áreas más al sur, que basan su producción en praderas, las cuales generan mayor oferta en primavera.
Esa condición no se concilia con los saludables precios de la leche en el mercado internacional, los más altos de la última década, con perspectivas que se observan favorables también en el mediano plazo.
Para Aruta, el concepto de valor compartido, preconizado por la empresa en los últimos años, no se está cumpliendo al considerar la nueva pauta de precios para la temporada primavera-verano, lo cual está, a su juicio, condenando al sector productor a seguir por la senda del cierre sistemático de lecherías ante la ausencia de perspectivas de desarrollo sustentable del negocio.
Los puristas de la economía liberal dirán que hay que dejar actuar al mercado, que el Estado sólo debe entregar los marcos generales de regulación de la actividad y cumplir un rol de fiscalización. Afirmarán que es impensable algún tipo de acción pública que altere el mercado, que las externalidades son aspectos que este mismo va corrigiendo con el tiempo. Sin embargo, en Europa y la mayor parte de las economías desarrolladas, sus gobiernos entendieron, a partir de los traumas de las grandes guerras del siglo pasado, que necesitan una base alimentaria que sostenga a sus habitantes, que deben proteger su actividad agropecuaria, que –en suma- con la comida no se juega.
http://www.diariolatribuna.cl

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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