#Chile: La cardinal importancia del pastoreo otoñal para la lechería

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Para el asesor agronómico, Julián Parga, el otoño 2013 es una época favorable para la pradera. Ello, en el sentido que se aprecian temperaturas adecuadas con mayor humedad en el suelo, por lo que hay un repunte en el crecimiento. Pero eso depende de la estación precedente.“En años con veranos tan benignos como el de este año, el otoño continúa siendo extraordinariamente bueno. El repunte de la pradera ha tenido tasas de crecimiento bastante más altas que las que acostumbramos. Diferente es la situación cuando viene un verano seco, en que la pradera tarda bastante en recuperarse y el repunte de otoño es bastante menor”, señala.
Por ello, dice, los principios del manejo no cambian; pero sí las frecuencias del pastoreo. “En las condiciones actuales, se pastorea entre 18 a 21 días. En un otoño menos favorable, el intervalo puede llegar a ser de 4 semanas”, explica.
Parga fue uno de los encargados de entregar información técnica para un manejo eficiente de las praderas en otoño, a un grupo de agricultores del sur de Chile en el marco del programa de charlas desarrollado en Osorno, Río Bueno, Los Ángeles y Temuco, en el corazón de la actividad lechera chilena.
El especialista centró su exposición en aspectos como la caracterización de la pradera, con sus virtudes y limitaciones, a la vez que definió los aspectos fundamentales a implementar en el manejo de otoño; y, finalmente, el manejo de pastoreo recomendado para otoño, también pensando en que durante la segunda mitad de la estación es aconsejable hacer un manejo de transición al invierno.
“En la primera parte del otoño, cuando tenemos un activo crecimiento de la pradera, el control semanal del pastoreo relativo a frecuencia e intensidad en la utilización, se realiza a través de la asignación se superficies diarias de pastoreo y tamaño variable, en función de la cantidad de pasto y dinámica de crecimiento de la pradera”, plantea.
Pero agrega que desde mediados de abril hasta junio, es importante ir alargando la rotación de pastoreo para llegar a junio con un descanso entre pastoreos de 6 semanas para enfrentar en mejor forma el invierno.
“En las alturas de pastoreo están las de entrada y las de salida. Cuando se maneja asignando una franja de tamaño variable, se controlan las alturas de entrada y las alturas de residuo. Ese manejo es bastante comparable a los manejos de primavera: es decir, entrar a pastorear con 15 a 18 centímetros de altura y salir con residuos de 4 a 5 centímetros”, acota.
Desde su perspectiva, en otoño hay que pensar en manejo como la fertilización estratégica con nitrógeno, mejorando las tasas de crecimiento otoñales y generando reservas para la primera etapa del invierno. También se recomienda hacer control de malezas y un ajuste de la carga animal. Y además, a fines de verano y comienzos de otoño, hacer un presupuesto forrajero para las distintas épocas del año.
fertilizantes
La doctora Marta Alfaro dice que los suelos del sur de Chile, por las características que tienen en cuanto a un alto contenido de materia orgánica, pueden ser el principal aporte de nitrógeno en el sistema. Eso cuando están bien manejados y no tienen restricciones de fertilidad.
La especialista fue la encargada de abordar el manejo del nitrógeno en la fertilización de otoño, analizando cómo optimizar su uso, reducir costos y sacar mayor provecho al nitrógeno.
A su juicio, lo mejor es diseñar una estrategia en el tiempo que permita aprovechar al máximo el nitrógeno que aporta el suelo.
Pero la pregunta es cómo hacerlo en otoño. “Cuando tenemos un suelo que no tiene problemas de fertilidad, esto es, que se ha corregido la acidez, sin limitaciones de fósforo, naturalmente desarrolla la capacidad de transformar el nitrógeno de la materia orgánica del suelo en nitrógeno disponible para la planta. Si tenemos un suelo que es ácido o sin los niveles adecuados de fósforo y azufre, este proceso no va a ocurrir en los niveles que queremos”, aclara.
Por eso, recomienda evitar y superar los problemas de déficit. “Luego de esto, si se aplica fertilización nitrogenada porque vemos que la pradera no responde, por ejemplo, lo que hacemos es que los organismos del suelo se vuelvan flojos. Hay que obligarlos a ser activos, lo que es muy parecido a la fijación biológica del nitrógeno, que en la medida en que se fertiliza, se reduce significativamente”, afirma.
Según comenta Alfaro, existen estudios de Inia Remehue que indican que, si se tiene un suelo bien fertilizado y se le obliga a entregar este aporte de nitrógeno, es posible alcanzar producciones de 11 a 12 mil kilos de materia seca con una fertilización estratégica muy puntual.
Pero a su juicio, no se trata de cuánto nitrógeno aplico, si no de cuánto nitrógeno aprovecho y cuánto ya tengo en el suelo. “En la medida que los suelos tienen una alta fertilidad, naturalmente proveerán nitrógeno. En praderas es posible determinar, con un sistema de rotación, cuánto aporta al suelo determinando la mineralización de nitrógeno; cuánto es lo que la planta requiere, basado en su producción y el contenido de nitrógeno que la planta tiene y sólo aplicar la diferencia, no aplicando a calendario fijo”, recalca.
Y advierte que los datos muestran que, en otoños cálidos como el que tuvimos en 2012 y este año, no se necesitaría fertilizar.
“Por eso es que la gente ha visto que la pradera crece e incluso ha ensilado, aprovechando el crecimiento, sin aplicación de nitrógeno. Al contrario, cuando la gente fertiliza, lo que hace es generar un problema porque se crean contenidos de nitrógeno muy altos en la pradera y, posteriormente, hay sistemas que experimentan la sensación que las vacas dejan de comer, porque las praderas se vuelven poco palatables con el exceso de nitrógeno y, particularmente de nitrato, que puede causar problemas de salud”, sentencia.
Con ello, en el largo plazo, se observan problemas de preñez en las vacas, por exceso de urea en la sangre.
manual
Durante estas reuniones se realizó el lanzamiento de la ficha técnica “Praderas en Otoño”, realizada por el Comité de Pastoreo del Consorcio Lechero.
Para el ingeniero agrónomo Augusto Abarzúa, la información desarrollada por el comité de expertos, entrega una excelente orientación, estación por estación, sobre cómo mejorar la producción primaria.
En el caso del manejo de praderas y pastoreo en otoño, desde el punto de vista productivo, se recomienda hacer cortes de limpieza, eliminar los residuos del verano y aplicar fertilización nitrogenada.
A su juicio, el otoño es una estación en la que se debe favorecer el macollamiento de las plantas en la pradera, para facilitar la llegada de luz a las plantas.
En ese plano, remarca que las cifras muestran la importancia de esta estación para la producción: en otoño se concentra entre el 18 a 23% del total anual de producción de la pradera.
Pero desde su perspectiva, en el otoño no sólo se debe ver cuánta comida aporta al ganado; se debe analizar además su aporte a la persistencia de la pradera en el largo plazo.
Así, asegura que si se desarrolla un buen manejo, es posible recuperar la pradera y prepararla para el resto del año.
“Es una oportunidad para repoblar la pradera, tener más macollos. Gran parte de estos macollos sustentarán la producción de primavera. Si hay un alto número de plantas, el rendimiento será mayor. El mensaje es que el otoño no sólo es importante por la producción que genera, si no que permite repoblar la pradera y alargar la vida útil de la misma. La mayor mortalidad de plantas se produce en verano y si después del verano disminuye la temperatura y aumenta la cantidad de agua, el manejo debe ir hacia recuperar la pradera”, explica.
Abarzúa enfatiza además que, así como es importante el otoño, también hay que preocuparse de otros momentos como el fin de invierno y el inicio de la primavera. “Esos manejos son tan claves y aseguran macollamientos”, dice.
criterios
De acuerdo a los criterios planteados por el comité técnico en la ficha, el ingreso a pastoreo recomendado para el otoño está entre 2 mil y 2 mil 400 kilos de materia seca por hectárea y dejando residuos de 1.400 a 1.600 kilos de materia seca por hectárea.
En cuanto al número de hojas, se debe pastorear entre 2 a 3 hojas lo que equivale a una altura de la pradera cercana a los 12 a 15 centímetros. En tanto, se estima que se debe dejar un residuo de una altura de 4 a 6 centímetros.
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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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