Chile con lechería sustentable, la novedad del verano

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Un programa pionero pagará un incentivo por el cumplimiento de indicadores como gestión eficiente de los residuos, mejor uso de la energía y del agua, bienestar animal y protección de la salud humana, entre otros.
Son medidas simples. Tan fáciles como limpiar las ventanas, cerrar el pozo purinero, usar productos ecológicos, contar con basureros selectivos, pintar las paredes y cielos con colores claros, mantener registros de los gastos de energía, proteger las lagunas y los cursos de agua, contar con áreas de abrigo y protección para el ganado y planes de vacunación. Pero con ellas un productor lechero podría cambiar la imagen y la realidad de su actividad desde una ambientalmente cuestionada a otra que se muestra responsable con su entorno. En resumen, adelantarse a las exigencias que hacen los mercados. Y, de paso, aumentar los ingresos de su negocio.
Fue la novedad de este verano entre los ganaderos que entregan su producto a Nestlé. La transnacional suiza puso en operación el programa de lechería sustentable -creado en Chile-, para lo cual elaboró un manual con todos los indicadores posibles de mejorar, con su evaluación y puntajes que redundan en incentivos en pesos a los productores que mejor se desempeñen. La iniciativa es vista como un ejemplo para el resto de la cadena láctea, pero también para las demás producciones agrícolas y pecuarias.
La apuesta puede ser intersante, pensando en los seis pesos extra como máximo que se podrían obtener por el litro de leche si se cumple ciento por ciento las reglas. En un ejemplo simple, un productor que entrega 800.000 litros al año, y logra en la auditoría 600 puntos (75% de cumplimiento), le significaría un bono de $4,50 por litro, que al año implicarían $3,6 millones. Tras una partida de prueba con algunos lecheros en el 2011, este año
esperan involucrar a todos los productores ligados a la empresa, los que el año pasado entregaron 420 millones de litros.
El “Protocolo de lechería sustentable”, desarrollado por el doctor en bioclimatología y especialista en sistemas y modelos ambientales de la Universidad de Chile, Fernando Santibáñez, plantea cinco ejes: lechería en armonía con la vida silvestre, lechería baja en carbono, protección del ambiente, bienestar animal y protección de la salud humana. En la elaboración del sistema participaron los propios productores.
“Luego de una aplicación experimental del protocolo en lecherías seleccionadas, se perfeccionó con el fin de transformarlo en un instrumento claro, participativo, objetivo y que cumpla el rol de crear un diagnóstico certero de las fortalezas y debilidades de nuestras lecherías en materia sustentabilidad ambiental. Luego de completado este proceso, el protocolo se ha aplicado a casi todas las lecherías, unas 1.150, que proveen de materia prima a Nestlé, con resultados muy alentadores. Dentro de estos podemos destacar la entusiasta acogida, el alto grado de cumplimiento inicial de las metas (cercano a 70%), lo que pone en evidencia que la actividad, en forma natural, se ha venido haciendo en Chile con criterios de sostenibilidad ambiental”, señala Santibáñez.
Destaca entre los organizadores la rápida reacción de algunos productores en la implementación de soluciones a las falencias detectadas y la buena acogida que la iniciativa ha tenido en medios sociales, académicos y políticos.
Cinco factores a corregir
El manual, básicamente, plantea los siguientes ejes e indicadores.
Protección del medio ambiente
A través de una gestión cuidadosa de los purines -desechos de los animales- y efluentes, se convierten en líquidos inocuos que pueden ser reciclados dentro del sistema, sin efectos negativos para el entorno.
También se plantea reducir las emisiones de material particulado y proteger las aguas superficiales y subterráneas, que bajo motivo alguno pueden ser contaminadas o deterioradas.
“El tema de la protección y cuidado de las aguas es un área que tiene muchos detalles. Se ha hecho mucho, pero también hay mucho por hacer”, dice Claudio Sarah, gerente de Planificación Estratégica de Nestlé.
Se incorporan, además, elementos de protección del paisaje, al conservar y acrecentar el aporte estético que las lecherías pueden hacer al territorio.
Lechería baja en carbono
Como la huella de carbono será una exigencia para el comercio, la idea es adelantarse en el diagnóstico de los componentes de la cadena productiva que generan emisiones, así como en la posibilidad de reducirlas.
Para eso se plantea:
Maximizar la eficiencia en el uso de los insumos y la energía, a la vez que prevenir las emisiones furtivas. Revisar y optimizar los sistemas de fertilización. Utilizar energías renovables y gestión de residuos. Introducir productos de bajo impacto ambiental.
Protección del bienestar animal
Esta creciente tendencia mundial presiona a que toda actividad basada en el uso de animales vele por un trato que evite el sufrimiento y el estrés. En el caso de la lechería ello es doblemente importante, ya que una leche de buena calidad proviene de animales que viven en un ambiente libre de estrés, en armonía con el entorno y con los seres humanos con quienes interactúan. Todo esto tiene que ver con programas sanitarios para que estén libres de tuberculosis, leucosis y brucelosis, por ejemplo; los potreros deben tener estructuras para protegerlos del sol o de la lluvia y viento; comederos y bebederos en buen estado; los patios de descanso y espera bien mantenidos y limpios, pisos en buen estado para evitar caídas, arreos tranquilos y animales limpios, entre otros factores.
Armonía con la vida silvestre
Incorporar elementos de gestión de la diversidad biológica permiten minimizar los conflictos entre la producción lechera y el medio en que ésta se desenvuelve.
Aquí se propone actuar en la conservación de especies valiosas, con acciones simples que protejan elementos cruciales como los árboles, bosquetes, riberas y cuerpos de agua, lo que ayuda a la conservación indirecta de la fauna que aprovecha estas arborizaciones para anidar, alimentarse o como áreas de paso. También se contempla generar servicios ecológicos, mediante arborizaciones, que ayudan a mitigar el cambio climático.
Protección de la salud humana
Especialmente se refiere a usar buenas prácticas para prevenir riesgos que atenten contra la salud y el bienestar de los trabajadores. Incluye capacitar al personal en el uso seguro de agroquímicos, triple lavado de envases vacíos y uso de equipos de protección.
En calidad del aire, evitar en los alrededores de la sala de ordeña y estanque la presencia de material particulado.
Conocimiento acerca de higiene personal en la sala de ordeña, que tiene que tener un piso en buen estado y debe estar libre de obstáculos, con iluminación de acuerdo a exigencias Pabco (mínimo 120 grados lux), que permita un manejo seguro de los animales.
Impacto esperado
Como se ve, son pequeñas acciones y otras que implican inversiones, por lo que los encargados del proyecto ven el
proceso como gradual y continuo, que permita ir adoptando de a poco un sistema de producción competitivo e inobjetable.
“Poco importa la dimensión de cada acción individual, lo importante es avanzar hacia una nueva cultura agropecuaria que nos permita realmente ser líderes en América Latina en materia de sustentabilidad. Esto se está haciendo no sólo por una razón de mercado, sino por la convicción profunda de la necesidad de una ética intergeneracional que debiera regir todas las acciones humanas frente a un mundo que se deteriora y acumula pasivos que deberán encarar las generaciones que vienen”, advierte Fernando Santibáñez.
También en una parte tiene que ver con anticiparse a las demandas que implicará el comercio de alimentos.
“En la búsqueda de competitividad en los mercados internacionales está emergiendo una necesidad de
transparencia, que se materialice en que los sectores productivos evalúen y publiquen periódicamente su desempeño ambiental, como una forma de demostrar que los efectos del proceso productivo marcan tendencias positivas.
Al respecto, se está hablando con fuerza del etiquetado de las huellas de carbono y del agua.
Dentro de algunas décadas se hablará de etiquetado ecológico, que resumirá los costos ambientales de cada producto, especialmente los vinculados con los problemas globales que, originándose en un país, afectan a
todo el orbe, como son los cambios climáticos, la contaminación de los océanos y la pérdida de diversidad biológica”, agrega Fernando Santibáñez.
Todo indica que el sector lechero inició el camino verde a tiempo, si no el riesgo es quedarse irremediablemente atrás.
La nueva era
“Con toda seguridad en el futuro los sistemas productivos deberán incorporar elementos de gestión ambiental que permitan demostrar su sustentabilidad. El dilema es si el mundo está dispuesto a pagar por prácticas más amigables o si simplemente está dispuesto a no consumir aquellos productos “no amigables”. La experiencia ha demostrado que probablemente los mercados mundiales optarán por esta segunda vía, más fácil y económica para el comprador, aunque desafiante para el productor. La gran meta es estar preparados para cumplir con los estándares nacionales e internacionales apenas éstos se hagan exigibles”, señala Fernando Santibáñez
Fuente: Revista de Campo

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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