Muere cuenca lechera en Huixtepec, Oaxaca

Casi un diez por ciento de los 143 mil 500 litros de leche de bovino que aporta Oaxaca a la producción nacional, salían del ganado de este municipio.
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La aspiración de productores de convertirlo en la cuna lechera, se esfumó hace seis años, cuando el inmueble que sería su pasteurizadora se quedó en obra negra.
“Se invitó a todos los productores, pero quedamos 12”, recuerda Eleazar Eusebio Vásquez Rodríguez, quien participó en el proyecto que no continuó por falta de apoyos oficiales. Les faltó el equipamiento y en estos seis años, ninguna autoridad ha querido retomar la idea de instalar una pasteurizadora.
“El negocio de la leche en polvo nos acabó a los productores de leche bronca”, analiza en un intento de bosquejar por qué esta actividad dejó de ser redituable.
Y sin querer viene el reproche: «En lugar de hacer incentivos para los productores, el gobierno no nos compra ni da precio de garantía”. Los siete pesos por litro que le pagan quienes elaboran quesos, se asemeja al costo de producción.
Sin ganancias
«Vamos a tablas, lo que se invierte se recupera, pero no hay margen de ganancia”, razona Bernabé Salazar Díaz, productor que posee 20 vacas, una cantidad inferior a las 80 que llegó a tener años atrás, “entre becerros y terneras”.
Si no se deshace de los animales, es porque le conviene tenerlas en un establo familiar, en su casa. El forraje que produce en el campo “me sirve para autoconsumo, así recupero la inversión”.
Son 300 litros de leche las que produce al día, pero en promedio sólo llega a procesar 50 o hasta 100 litros, si su esposa Gladis Ortega se encarga de elaborar queso. El resto “se las lleva el intermediario, que paga 7 pesos el litro”.
De 50 litros de leche que procesa Gladis, obtiene 15 kilogramos de queso y obtiene 80 pesos por cada kilo, 850 pesos más que si vendiera la leche sin procesar.
“Así le damos el plus al producto, porque la leche es algo que la gente no la valora como tal”, opina y no tiene duda que son los ganaderos quienes menos beneficios reciben.
“Cuesta mucho obtener un litro de leche y no lo valoramos de esa manera; es más caro el litro de diesel, el combustible que utilizamos, y eso refleja la desigualdad tan grande que le damos a la leche”, dice a manera de inconformidad.
Las lecherías que en este municipio subsisten, lo hacen a hacen en un modelo familiar, con el ganado en su propia casa.
El sueño se vino abajo
La pasteurizadora que soñaron hace años, pretendía asemejarse al establo comunitario de El Trapiche, en la zona aledaña, a fin de ahorrar costos de producción y evitar que el ganado esté disperso.
El inmueble que se quedó en obra negra tendría área de recepción de leche, procesamiento, refrigeración y expendio de productos a elaborar.
Tendría también sanitarios y en la parte de arriba oficinas de la pasteurizadora y de la sociedad de lecheros.
Lo que faltó es el acabado y el equipamiento que en parte pidieron el gobierno, pero “ni eso nos dieron». Sus gestiones ante la Sedapa y la delegación de la Sagarpa no prosperaron.
“Nunca nos han dado entrada, ha habido mucha apatía de parte del gobierno; el proyecto duró cuatro años dando vueltas, decían que nos daban, hasta que nos cansaron”, expresa con disimulo Armando Morales Arango.
Él, hace seis años, se deshizo de sus vacas y de sus ilusiones de que existiera una pasteurizadora: “O nos dedicamos a gestionar o a producir”.

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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