¿Pontevedra y Arousa aún dan leche?

En la tierra de dos grandes factorías lácteas, Larsa y Clesa, solo perviven un puñado de explotaciones.
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En la tierra de dos grandes factorías lácteas, Larsa y Clesa, solo perviven un puñado de explotaciones.
En la zona de Pontevedra y Arousa podrían hacerse dos rutas de la leche distinta. Una consistiría en visitar las factorías lácteas, lo que obligaría a ir de Vilagarcía a Caldas para parar en Larsa y Clesa. De ahí se podría concluir que esta tierra tiene músculo en lo que a producción de manufacturas lácteas se refiere. Pero hay otro recorrido distinto: busquemos los establos que quedan donde se ordeñan vacas, explotaciones que van más allá del autoconsumo. ¿Aún existen? Sí. Algunas resisten. Pero son pocas. Escuchar a sus dueños es como oír un canto desesperado.
Según las estadísticas oficiales, que están desfasadas porque son del 2014 y desde entonces las explotaciones lácteas llevan batiéndose en retirada a un ritmo vertiginoso, en Arousa y Pontevedra hay 230 vacas lecheras. Cuntis, con 82, sería el concello con más ejemplares de este tipo. Le seguiría Valga, con 50, y Ribadumia, con 19. No hay como darse una vuelta por alguno de estos sitios para comprobar que detrás de esos números, hoy por hoy, solamente hay penas y lamentos.
«Isto non ten futuro ningún»
En Ribadumia, al preguntar por vacas, todos los vecinos señalan a la casa de Luis de Paz. Allí se le encuentra a él, a punto de subirse al tractor. El hombre tiene los 65 años y unas ganas tremendas de jubilarse, pero le toca seguir cotizando todavía. Abre la puerta de su cuadra al forastero y enseña sus siete reses. Ve la vida, la economía familiar, igual que el lomo de una de sus vacas, que tiene nombre revelador: Negra. «Isto non ten futuro ningún. O prezo do leite está a 25 céntimos. E por riba levan tempo sen pagarnos»
. Dice que su hijo, titular ahora de la explotación, se va a dedicar a vender conejos en breve porque de la leche es imposible vivir. Antes de despedirse, da el único detalle dulce de una actividad que se ha vuelto amarga como la hiel:
«Ás veces alguén vén por leite porque lle fai dano o de cartón. Hai un neno aquí que só pode tomar deste, e non se lle nega a ninguén, e menos a unha criatura», cuenta.
En Valga, en la aldea de Senín, está la que posiblemente sea una de las explotaciones más grandes de Arousa y Pontevedra. Es de Salvador Tarrío e incluye 77 cabezas de vacuno. Salvador habla con una amargura que asusta. Cuenta algo parecido a lo que decía Luis en Ribadumia. Lleva desde noviembre, sí noviembre, sin ver un euro de la leche que vende a un precio irrisorio. «Mal, estamos mal. Teño tres fillos, dous na escola e un no instituto. Isto non hai por onde collelo», dice. Aunque la firma que le recoge su producto no pague, no puede cambiar a otra: «Non hai quen nos queira. Sobra leite», dice.
Hablar con Salvador y Luis es como hacerlo con los últimos pasajeros de un barco a la deriva. De ahí que se entienda bien lo que contesta un vecino de Cuntis al preguntarle si hay vacas por allí: «Se as hai que as vendan, que do leite hoxe non se saca nada».
«Por aquí solo quedan unas pocas vacas bailando el twist», dicen en una oficina agraria
En Pontevedra y Arousa hay oficinas agrarias en Vilagarcía, Caldas y Salcedo. En las tres contestan en los mismos términos cuando se les pregunta por explotaciones lecheras: quedan muy pocas. De hecho, insisten en que prácticamente el único ganado bovino que pervive es el dedicado al autoconsumo y también los ejemplares de monte en sitios como A Lama o Cotobade. «Por aquí quedan solo unas pocas vacas bailando el twist», responden en la oficina vilagarciana.
Sin embargo, en estas dependencias, todavía hay trabajadores que recuerdan imágenes hoy desaparecidas, como las vacas pastando en la playa en A Illa, en los alrededores de Marín o en las cercanías de la estación de tren de Vilagarcía. Retales del pasado.
http://www.lavozdegalicia.es

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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