Los últimos vaqueros

Solo quedan 16 supervivientes en la provincia que mantienen las apenas 1.200 vacas de leche de un sector abocado a su desaparición.
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Solo quedan 16 supervivientes en la provincia que mantienen las apenas 1.200 vacas de leche de un sector abocado a su desaparición.
Hay profesiones históricas que el tiempo se ha encargado de ir relegando al más absoluto abandono por las imposiciones del mundo moderno. Los vaqueros son algunos de esos viejos oficios de los que apenas quedan unos cuantos supervivientes que luchan por mantener a flote a un sector que se hunde irremediablemente asfixiado por la presión de la industria lechera y unos precios irrisorios que apenas cubren lo que les cuesta producir el preciado alimento, tan básico en la dieta diaria. Solamente 16 ganaderos de vacas de leche siguen adelante en la provincia de Málaga a pesar de las trabas que encuentran para que, al menos, les dé para vivir un trabajo tan sacrificado y constante que no entiende de días festivos ni de descansos en los 365 días del año.
Eran algo más de 70 allá por los años 90. Pero las exigencias de las lecheras han ido poniendo en estos años contra las cuerdas a la mayoría hasta terminar por desistir y de las alrededor de 6.000 vacas de leche que había registradas en Málaga hace diez años, únicamente quedan ya unas 1.200. Prueba de ello es que de entre los 33 y 35 millones de litros de leche que produjo la provincia en 2006, se pasó el año pasado a apenas seis millones de litros. Con apenas margen de beneficios aunque con una gran vocación, Salvador Moreno es uno de los pocos vaqueros que han logrado sobrevivir en el sector gracias a que compensa con la agricultura las pérdidas que desde hace años arrastra la vaquería que montó en los 90 junto a sus dos hermanos, hoy ambos muertos, y que ahora mantiene a duras penas con la ayuda de su hijo de 22 años. “Hubo un tiempo en que nos mantuvimos, pero cada vez es más difícil”, contó este ganadero que se encarga de 170 vacas en una finca de Alameda a la que dedica demasiadas horas al día para su mantenimiento.
La llamada cuota láctea europea, que fijó para los ganaderos españoles una producción máxima de 6 millones de toneladas de leche al año cuando el país consume unos 9 millones de toneladas, supuso para todos ellos tener que acometer importantes inversiones que les ha obligado a la mayoría a endeudarse para adaptarse a las exigencias y que con la desaparición el año pasado de ese límite de producción ha llevado a muchos al abismo.
“Hoy en día o eres profesional o desapareces”, explicó Salvador, que matizó que “hoy producimos la misma leche que antes aunque somos menos gracias a un sistema de producción mecanizado, pero ni siendo profesional tiras”.
La única posibilidad que les queda para mantenerse es unirse y hacerse fuertes para plantarles cara a las industrias. Unos 140 ganaderos de toda Andalucía, entre los que se encuentra Salvador, lo han hecho hace apenas unos meses y ahora forman la cooperativa Alba Ganaderos S.C.A. con la que pretenden convertirse en una sola voz frente a las industrias lecheras.
“A nosotros nos pagan lo mínimo y no hay derecho a que vendan mi producto al precio que ellos quieren”, se quejó Francisco Narbona, un joven ganadero de 32 años que ha decidido junto a su hermano coger el testigo del negocio familiar y tratar de mantenerlo a flote pese a las adversidades que encuentran.
Ganas no le faltan, se levanta cada día a las 5:00 de la madrugada porque el primero ordeño de las vacas se hace sobre las 6:00 horas. Pero luego toca limpiar y mantener todo en perfecto estado para ordeñar de nuevo a los animales por la tarde. Antes de las 21:00 de la noche no suele llegar a su casa. Valora el negocio recibido de su padre, que lo heredó a su vez de su abuelo, y cuenta que tanto él como su hermano “vemos nuestro futuro ahí porque tenemos muchos proyectos, aunque ahora no nos atrevemos a hacer inversiones porque no sabemos cómo va a ir la cosa”. Pero también tiene claro que el día que las deudas sean mayores que lo que obtiene de las vacas tendrá que dejarlo como lo han hecho tantos ganaderos en la provincia en los últimos años.
El principal motivo que está haciendo desaparecer al sector es el precio que los vaqueros reciben por la leche en comparación con lo que gastan para producirla. La industria lechera les paga apenas 30 céntimos por un litro de leche, mientras que calculan que todos los gastos que conlleva producirlo ronda los 32 ó 33 céntimos. Es decir, no hay margen para el beneficio para unos ganaderos que subsisten gracias a las subvenciones que de momento reciben y que ven como la leche se vende en el mercado a unos 80 céntimos el litro.
La mayor parte del coste, alrededor del 70%, se va en la estricta alimentación que un experto en nutrición impone a las vacas para que la leche cumpla con las exigencias alimentarias necesarias para su comercialización. El resto del coste es para cuidados veterinarios e inversiones para la explotación, sin contar la mano de obra que es incalculable dado el número de horas que exige.
Los 300 euros que recibe un ganadero por una tonelada de leche dependen de si cumple escrupulosamente con los criterios de calidad. La leche no puede llevar menos grasas ni menos proteínas de las exigidas porque si no los vaqueros se enfrentan a penalizaciones e incluso a tener que tirarla directamente.
Para ello, la dieta de la vaca es fundamental y no vale con que coman cualquier cosa. Doce kilos de pienso, ocho de silo de maíz, siete de pulpa de naranja, cinco de alfalfa, 1,6 de heno de avena y 1,5 de paja y forraje. En total, cada vaca consume diariamente 36 kilos de una cuidada receta que garantiza que la leche sea óptima. No sólo la alimentación se controla a rajatabla, también el proceso de ordeño de las vacas que ya se hace completamente mecanizado para que a la leche fresca no le dé ni la luz ni el aire y pase directamente a unos tanques refrigeradores donde se mantiene a una temperatura de unos 3,4 grados durante como máximo 48 horas.
Precisamente, el hecho de que la leche sea un producto fresco altamente perecedero hace que los ganaderos estén aún más sometidos a los requerimientos de la industria que es quien ahora marca las cuotas de producción de forma no oficial al haber desaparecido el año pasado la europea. Francisco, por ejemplo, tiene asignado un máximo de 4.300 litros de leche al día que suponen 1.600.000 litros al año. Eso implica que “si te pasas de esa cantidad te penalicen y te paguen sólo 12 céntimos, como me ha pasado a mi”, explicó Narbona.
Tan grave es la situación que sufren los vaqueros que, según el técnico de la patronal agraria Asaja Málaga Carlos Carrreira, se piso en marcha una experiencia piloto para crear el llamado paquete lácteo, que es un contrato que deben firmar productores e industria y que daba la capacidad de negociar el precio de la leche de forma conjunta por “la situación de indefensión total de los ganaderos”. Pero dijo que no está funcionando porque “al final es la industria la que marca los precios y las condiciones”, si bien es cierto que “la firma del contrato da cierta estabilidad porque antes podían dejar de recoger la leche de un día para otro si no le interesaba y ahora de media se comprometen seis meses”.
Con todo, ya únicamente aguantan en la provincia tres ganaderos en Ronda, uno en Cuevas del Becerro, siete en Antequera, uno en Teba, tres en Alameda y uno en Alozaina. Pero las perspectivas no son buenas y si la situación se mantiene, y las lecheras siguen imponiendo sus condiciones sin control, se calcula que en apenas unos años los vaqueros malagueños no lleguen ni a la decena en un sector ya prácticamente testimonial.
http://www.malagahoy.es/

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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