La condena de la leche

El camión cisterna baja por el camino de adoquines que lleva a los establos. Su longitud dificulta la maniobra para posicionarse al lado del depósito de acero, lleno de leche fresca. Eloy Sánchez tiene 50 años y lleva más de media vida cuidando y ordeñando vacas. Observa la operación de recogida como si estuvieran quitándole algo.
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El camión cisterna baja por el camino de adoquines que lleva a los establos. Su longitud dificulta la maniobra para posicionarse al lado del depósito de acero, lleno de leche fresca. Eloy Sánchez tiene 50 años y lleva más de media vida cuidando y ordeñando vacas. Observa la operación de recogida como si estuvieran quitándole algo.
Hace 30 años tenía siete vacas; ahora, unas 400 que garantizan más de cinco mil litros de leche cada día. La empresa que compraba la leche a Eloy pagaba en mayo de 2016 un precio muy próximo a la media en Galicia, de unos 28,2 céntimos por litro. Un importe que no le permitía ni cubrir sus gastos de producción. «Un quinto de la leche me lo pagan a 18 céntimos», nos contaba. Vamos ir indo, dicen en Galicia; «vamos tirando». Ir tirando hasta ver cómo evolucionan las cosas. Eloy no tenía más recetas para salir de la dramática realidad en la que, en mayo de 2016, se encontraban él y la mayoría de productores de leche en España y que, en la actualidad, se continúa produciendo.
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«Ahora mismo me estoy planteando prescindir de un obrero y cuando entre junio, de dos»
Eloy Sánchez, ganadero gallego
Las palabras de Eloy no son lamentos exclusivos del campo gallego. La crisis láctea es latente en el conjunto de la Unión Europea tras el final de las cuotas en marzo de 2015 y el posterior aumento de la producción de leche. Entre noviembre de 2015 y octubre de 2016, los ganaderos de la mayoría de comunidades autónomas vendieron su leche a un precio medio que les obligó a vender a pérdidas. Sólo en País Vasco y Canarias el importe medio fue superior al precio mínimo que permitiría ganar algo de dinero al vaquero, fijado en 0,34 euros el litro. Esto ocurre en un mercado liberalizado que da fe de la peor crisis de precios desde, al menos, 1990.
La tormenta perfecta se recrudece por las actuaciones de la industria transformadora y la distribución. Un sector industrial que incumple la legislación en materia de contratos con los productores: sólo uno de cada cuatro es superior al año de duración. Y unos grandes distribuidores que, además de imponer su dominio sobre la industria y los ganaderos, usan la leche como producto reclamo: casi la mitad de la leche líquida se vende a un precio que perjudica a algún actor de la cadena de valor. El ganadero es la víctima más vulnerable.
El libre mercado hunde aún más los precios
En la localidad abulense de Nava de Arévalo, como en el resto de Castilla y León, la primavera trajo abundantes lluvias y eso significa una buena recogida de forraje. Una excelente noticia -para los ganaderos de la segunda comunidad autónoma por litros de leche entregados- en un año en el que los precios medios de la leche han estado constantemente por debajo de la media nacional.
Desde abril de 2015, la producción de leche de vaca en la Unión Europea dejó de estar regulada por el sistema de cuotas lácteas. Este régimen se introdujo en 1984 para hacer frente a la sobreoferta de leche en el mercado a finales de los 70 y comienzos de los 80. Es conocida como la época de las montañas de leche en polvo y mantequilla
«Hace un año, pensábamos en el fin de las cuotas como una oportunidad; ahora la situación es de miedo e incertidumbre», cuenta Adoración Martín, ganadera del pueblo y responsable del sector lácteo de la Unión de Campesinos, una organización agraria independiente de Castilla y León.
Para ganar un mínimo de dinero, los ganaderos (aunque existen diferencias entre regiones) deben vender el litro de leche a partir de 0,338 euros. Así lo asegura el borrador del Estudio de la cadena de valor de la leche UHT clásica elaborado por la Inlac. Entre noviembre de 2015 y octubre de 2016, sólo los ganaderos de dos comunidades autónomas -País Vasco y Canarias- obtuvieron un precio medio superior al indicado.
¿Cómo pueden aguantar los ganaderos tras meses de venta a pérdidas? «Las subvenciones ayudan, pero no cubren todo lo que perdimos ahora», dice la granjera. La Organización Interprofesional Láctea (Inlac) calcula que la PAC y el resto de ayudas a la explotación contribuyen a la economía del ganadero con un importe que oscila entre 2 y 2,8 céntimos por litro de leche entregada.
«Pensábamos en el fin de las cuotas como una oportunidad; ahora la situación es de miedo e incertidumbre»
Adoración Martín, ganadera de Nava de Árevalo (Ávila)
«Llevamos en crisis más de un año y, aunque contábamos con ella, no esperábamos un diente de sierra tan pronunciado»
Román Santalla, secretario de Ganadería de Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA)
El final de la época de cuotas supuso un cambio de paradigma para los ganaderos europeos de bovino: la llegada de un mercado liberalizado. El cerco a la producción dejó de ser un problema para ser una solución. España alcanzó los 6,8 millones de toneladas en 2015, un 2,1% más que el año anterior.
Meses después, ésa es precisamente su condena. En 2016, el panorama se ha recrudecido. El aumento de la producción de leche de vaca en la Unión Europea es, junto al descenso del consumo de productos lácteos, la principal causa de la crisis de precios pagados al ganadero.
Salvo Eslovaquia, Portugal, Hungría, Reino Unido y Suecia, la producción de leche aumentó entre enero y septiembre en todos los países comunitarios respecto al mismo periodo de 2015.
Esa realidad provoca la caída de precios en todos los países comunitarios (excepto Finlandia). En España es especialmente llamativa. En verano de 2016, los ganaderos del país convivieron con la peor crisis de precios -ajustados a inflación- desde 1990, según datos del Observatorio Europeo del Mercado Lácteo. En los meses siguientes, los precios apenas han aumentado y España se encuentra por debajo de la media europea.
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La otra razón de la crisis láctea es el descenso del consumo de leche. En España, éste cayó casi un 20% entre 2000 y 2015, según el último informe monográfico de Alimarket, de diciembre de 2015. Un descenso que coincide, además, con una mayor compra de bebidas vegetales y sin lactosa. Entre 2014 y 2015, el consumo de este tipo de bebidas creció un 16%.
El mercado cautivo español
Tras la entrada en la Comunidad Económica Europea en 1986, a España le asignaron cinco millones de toneladas de cuota láctea cuando, según el director general de la FeNIL, Luis Calabozo, «se estaban produciendo más de seis y se consumían más de ocho».
Esto derivó en unas desventajas competitivas que convirtieron al sector lácteo nacional en un mercado cautivo a causa de los excedentes que procedían de países del norte de Europa (y sin la posibilidad de aumentar la producción a causa de las cuotas lácteas).
Durante los últimos años, la industria española ganó cuota de mercado a los productos foráneos. Con el aumento de la producción, el sector lácteo consiguió reducir el número de importaciones y aumentar las exportaciones, según datos de la Dirección General de Aduanas recopilados por Inlac. Aun así, el balance comercial entre importaciones y exportaciones continúa siendo negativo.
Aunque diferentes fuentes del sector señalan que España es un país deficitario en leche, Calabozo lo niega: «No somos un país deficitario. Somos un mercado plenamente abastecido de leche y productos lácteos pero que históricamente delega cerca de un tercio de la producción, fundamentalmente quesos, en nuestros vecinos europeos».
El mayor perjuicio para el mercado español lo representa la importación de quesos commodities, o quesos baratos. Sobre todo, los procedentes de Países Bajos, Dinamarca y Alemania. En Europa, los excedentes se transforman en leche en polvo. Pero los aumentos de producción provocan que las fábricas de leche en polvo estén saturadas. Como consecuencia, la forma de colocar en el mercado los excedentes es la producción de quesos commodities. «En España, estos quesos entran muy baratos y esto afecta al valor de la leche líquida de vaca y a la de oveja porque compiten con ellos a precios muy bajos», afirma Luis Calabozo.
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Una segunda deficiencia competitiva del mercado español ha sido y es la forma de transformar la leche. El sector industrial se ha centrado en envasar briks. El presidente de la cooperativa gallega Feiraco, José Luis Antuña, señala que «la industria no cambia mientras tenga su inversión y actividad. Está obligada a cambiar cuando ese consumo cambie». En 2016, el consumo ha cambiado; la transformación de leche, no.
Entre enero y septiembre de 2016, el 46% de la transformación de leche en España se destinó a leche de consumo, un porcentaje sólo superado en la Unión Europea por Chipre (99%), Eslovenia (49,8%) y Reino Unido (47,3%), según datos analizados del Observatorio Europeo del Sector Lácteo.
Las diferencias aumentan al comparar la producción de quesos. España es el país que menos leche transforma en quesos de entre los Estados miembros -sólo el 24% del total de leche recogida, superada únicamente por Finlandia, Bélgica, Portugal, Irlanda y Chipre. Otros Estados como Países Bajos, Dinamarca, Holanda o Italia transforman más del 50% de su leche en quesos.
El ganadero y su escaso poder negociador
En Pastoriza, los prados parecen rozar el cielo mientras la desesperación cala entre los ganaderos de esa localidad lucense. Las asimetrías de poder dentro de la cadena de valor -productores, industria y distribución- son cada vez mayores. El vaquero está en una situación de debilidad ante los industriales y los distribuidores. Uno de los motivos es la falta de unidad de los ganaderos en cooperativas. Sólo el 42,6% de los mismos formaba parte de éstas o de sociedades agrarias de transformación (SAT) en junio de 2016, según el tercer informe sobre los Acuerdos Lácteos.
A nivel autonómico, existen datos para 2015 recopilados por Cooperativas Agroalimentarias. Las estadísticas muestran grandes diferencias entre comunidades. En Galicia, la región con mayor peso del sector lácteo, los vaqueros apenas apuestan por el cooperativismo (28,5%), mientras que en el País Vasco y Andalucía cuentan con un elevado nivel de unión (91 y 80% respectivamente).
La escasa integración cooperativa de transformación también evidencia su debilidad en la organización de la cadena en España, donde esta figura apenas transforma el 20% del total de leche. El peso reside en la industria empresarial.
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Mientras tanto, el 58% de la leche europea se transforma en cooperativas; hasta el 90% en Países Bajos. En una situación intermedia, aunque alejada de la española, se encuentran Estados como Alemania o Francia, cuyas cooperativas procesan el 70 y el 45% de su leche respectivamente, según datos comunicados por el European Milk Board.
Dentro del cooperativismo gallego, los ganaderos de O Caxigo explican su caso. Leche Celta les ofreció cinco céntimos de euro más por litro de leche si lo vendían de forma individual y no como cooperativa. José Manuel explica que Leche Celta les quería «quitar cinco céntimos, y si queríamos recuperarlos teníamos que dejar de ser primeros compradores para comprar como individuales».
El inspector de Lácteos de Riotorto, José María Trevín, resume el problema: «Esto lo hicieron para que no hubiera unión. Antiguamente, las empresas querían a las cooperativas porque había mucha leche junta y no tenían que andar detrás de los clientes. Ahora, a ellos les parecen mejor los ganaderos sueltos». La empresa Leche Celta declinó hacer declaraciones al respecto.
«O tragas o tiras la leche»
En estas relaciones con el sector industrial, Unións Agrarias-UPA, un sindicato que forma parte de UPA y actúa en el ámbito de Galicia, denuncia otra arista de la crisis que sufren los ganaderos: la imposibilidad de cambiar de empresa láctea. «O tragas o tiras la leche. No puedes cambiarte de industria», dice Roberto García, secretario de Ganadería de la agrupación.
Su sindicato inició la denuncia que terminó en la multa que impuso la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) a nueve empresas y dos asociaciones lácteas en febrero de 2015. Ascendió a 88 millones de euros por repartirse el mercado y pactar precios entre 2000 y 2013. La mayoría de las empresas ya ha recurrido la sentencia ante la Audiencia Nacional.
Además de la imposibilidad de cambiar de industria, el sector productor comenzó a vivir una dualidad de precios cada vez más drástica a la hora de cobrar su leche líquida. Una leche A con un precio ‘normal’, similar a la media ponderada de lo que reciben las CCAA; y una leche pagada por debajo de los 20 céntimos. Ésta es la llamada ‘leche spot’ o leche barata.
Según el técnico de Ganadería de Unión Regional de Cooperativas de Castilla y León, David Llorente, «esta leche siempre ha existido. Es la leche que sobra». Fuentes consultadas, como los intermediarios Víctor Crecente y Gonzalo de Torres, aseguran que el porcentaje de leche barata ha aumentado en los últimos años.
Aunque, en la actualidad, las industrias paguen un porcentaje de leche a un precio inferior, quienes han trabajado y trabajan día a día con la leche spot son los intermediarios. Unas personas que, según la Administración, no aportan valor y contribuyen a abaratar el precio. Aun así, el gerente de Lácteos de Riotorto, Víctor Crecente, que actúa como intermediario desde 1994, se defiende de las críticas: «Estamos supeditados a la industria. Algunos primeros compradores fueron implantados por ella para comprar leche negra [como también se conocía a la leche spot en época de cuotas]. La industria quiere tener la cara lavada delante del Ministerio».
Unas empresas -las industriales- que también comienzan a externalizar su producción, lo que perjudica al ganadero. Según Roberto García, «hay industrias transformadoras que, cada vez más, están abaratando el precio a través de un primer comprador que les entrega en exclusividad la leche».
Un ejemplo es el acuerdo entre Leche Río y Danone que publicó Economía Digital en septiembre de 2015. La empresa láctea que más leche procesa en Galicia llegó a un acuerdo de suministro e intercambio de millones de litros de leche con la multinacional francesa a un precio de 0,28 euros por litro, muy por debajo de lo que sería rentable para un vaquero español.
El poder omnímodo de la gran distribución
En estas difíciles relaciones entre productores e industria, el primer perjudicado es el ganadero. Uno de los pilares de la modificación en 2015 del Paquete Lácteo europeo fue el contrato entre ganadero e industria con un mínimo de un año de duración. Según el tercer informe sobre los Acuerdos Lácteos, sólo el 14% de los ganaderos individuales y el 35% de los ganaderos en cooperativas tienen contratos que duren más de 365 días.
El Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente no respondió a las preguntas sobre esta cuestión. Por su parte, para la eurodiputada de Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica Lidia Senra, el Paquete Lácteo «ha sido un auténtico fracaso».
Sin embargo, desde la industria denuncian la presión que la distribución ejerce sobre ellas. Así lo hacen el secretario general de la European Diary Association, Alexander Anton, y otras fuentes de la industria láctea. En las negociaciones entre ambas, que se producen a través de subastas electrónicas, la empresa distribuidora saca a licitación una cantidad de leche para un determinado tiempo. Generalmente, a corto plazo. Y quien ofrece la leche a un precio más barato, se lleva el contrato.
El Gobierno aprobó la Ley 12/2013 con el objetivo de reducir «el desequilibrio en las relaciones comerciales entre los diferentes operadores de la cadena de valor». Al menos en el sector lácteo, los distribuidores continúan manteniendo un destacado poder negociador, lo que les permite imponer precios y usar la leche como producto reclamo. «La distribución nunca asume hostias y debería asumirlas. Ella es la que encarga a maquila. Si una empresa produce a menos precio que otra, pues se cambia de proveedor», explica Pedro Boquete, experto en el sector lácteo.
En 2015, las marcas blancas representaban casi el 60% del volumen de leche comercializada, según el monográfico de Alimarket sobre leche de consumo. «Ahora los fabricantes no imponen el precio. Quien fija el precio es la distribución, es decir, el precio de la leche se fija en sentido inverso», advierte Boquete.
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«La distribución nunca asume hostias y debería asumirlas. Ella es la que encarga a maquila. Si una empresa produce a menos precio que otra, pues se cambia de proveedor»
Pedro Boquete, experto del sector lácteo
En la fijación de precios está el caballo de batalla del sector ganadero cuando los distribuidores utilizan la leche como producto reclamo. En los Acuerdos Lácteos firmados el 23 de septiembre de 2015 por el Ministerio y los distintos actores de la cadena, las empresas de distribución se comprometieron a «valorizar la leche y los productos lácteos, en particular, estableciendo medidas concretas que impidan su uso como productos reclamo en sus establecimientos que banalicen los productos lácteos ante el consumidor».
El 46,8% de la leche líquida vendida al consumidor está por debajo de 65 céntimos, el precio mínimo establecido en el borrador del Estudio sobre la cadena de valor de la leche UHT clásica para que todos los actores de la cadena ganen algo de dinero
Según datos aportados por Facua, entre septiembre de 2015 y marzo de 2016, las marcas blancas de Alcampo, Carrefour, DIA, Mercadona, Lidl y Aliada (de Hipercor) se vendieron siempre por debajo de los 0,65 euros. Sólo Hipercor tiene otras dos marcas blancas (Hipercor y El Corte Inglés) con un coste igual o superior al precio señalado.
El futuro incierto del vaquero español
Las ayudas de las administraciones nacionales y las subvenciones europeas de la PAC permiten a los ganaderos seguir aguantando esta situación y no echar el candado a las puertas de sus granjas.
Aunque las subvenciones ayudaron a muchos ganaderos, los créditos bancarios y los sobreendeudamientos por la compra de cuota láctea obligaron a muchos a dejar su actividad. El futuro (y el presente) pasan por la reestructuración. «El sector lácteo español va a sufrir una reconversión tremenda. Las explotaciones no ganan, porque no dan para ganar, y van a quedar para sobrevivir y aguantar», explica el presidente de la cooperativa gallega O Rodo, José Luis Camiñas. Una reconversión que está teniendo y tendrá tiene dos consecuencias: el cierre progresivo de granjas y el aumento de tamaño de las que permanecen.
Porque tal reestructuración lleva tiempo produciéndose. El descenso del número de explotaciones del vacuno de leche en España es progresivo con el paso del tiempo. Desde 2005, año en que el Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA) comienza a publicar datos, en el país cierran al día cinco granjas de media dedicadas al sector lácteo. Mientras que en 2005 eran 36.459, en octubre de 2016 tan sólo quedaban 15.551
A nivel autonómico, las comunidades ‘fuertes’ son las que más cierres sufrieron entre junio de 2014 y octubre de 2016 -primer y último dato que dispone el FEGA al respecto-: Cataluña (-16,9%), Castilla y León (-15,5%), Galicia (-13,7%) y Asturias (-12%). En el lado contrario se sitúa Murcia, en donde se ha abierto una granja (de 25 a 26) en el mismo periodo.
Y las que se mantienen, aumentan su número de reses. Menos explotaciones pero más grandes. A noviembre de 2015 -último dato de la Encuesta Ganadera elaborada por el MAPAMA-, el promedio de cabezas por explotación aumentó en todas las regiones con respecto a 2014, salvo en Murcia, La Rioja y Madrid. ¿Servirá para sobrevivir?
«Algún día todo esto tendrá que cambiar, peor que ahora es imposible». Así se expresa Manuel Castro, uno de los «condenados», como define él a los ganaderos gallegos. Su discurso es una mezcla de rabia y resignación. A sus 62 años y toda una vida dedicada a las vacas, ha decidido jubilarse y vender el negocio que pusieron en pie sus padres en Castromil, provincia de La Coruña. Sus dos hijos no seguirán sus pasos y la explotación de 74 cabezas de ganado está abocada a desaparecer.
Echar el cierre es un proceso lento para una persona que no quiere liquidar su negocio a precios bajos. Todavía ordeña a sus vacas con la ayuda de su esposa. En los últimos tiempos ha sido testigo del fracaso de granjas vecinas y asegura que otros están a punto de quebrar: «Yo no sé qué camino se recorrerá en adelante, no lo sé. Lo único que sé es que la leche seguirá siendo necesaria».
Se le pregunta qué habría hecho para vivir si hubiese tenido otra edad y cómo se apañarán sus colegas más jóvenes para superar esta crisis de precios. Manuel sólo encuentra una respuesta: «Lo mismo que siempre, ir aguantando».
Este trabajo es fruto de las investigaciones realizadas durante el Máster en Periodismo de Investigación, Datos y Visualización de la Universidad Rey Juan Carlos y Unidad Editorial. El postgrado tiene el apoyo de Caixabank y de la Comisión Europea en España
Marcos García Rey, como tutor y coordinador del Máster, Antonio Rubio, como director, han contribuido a la elaboración del trabajo.
http://www.elmundo.es/grafico/economia/2017/01/11/5864fa9422601d9a638b45c7.html

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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