El ejemplo de Francia o quién llorará por nuestros quesos

En España también están en peligro muchos quesos artesanos
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No es la primera vez que los franceses activan las alarmas cuando ven peligrar el Camembert de Normandía que, vuelven a advertir, perderá su magia cuando ya nadie lo elabore con leche cruda de vaca como marca la tradición. Si algún día, la globalización no lo quiera, llegaran a desaparecer los artesanos que siguen produciendo a diario esas delicadas piezas que guardan en cajitas de madera, nadie podrá decir que en el país de los quesos la gente no luchó por preservarlos.
El ruido generado por el manifiesto en defensa del Camembert auténtico debería hacernos reflexionar. Que en España no cuajase la costumbre francesa de tomar quesos después de la comida o que no haya, ni mucho menos, tanta variedad como en el país vecino, no significa que no existan grandes quesos ni artesanos que lo dan todo por un oficio en peligro de extinción.
Francia
El ruido generado por el manifiesto en defensa del Camembert auténtico debería hacernos reflexionar
¿Quién llorará aquí cuando los últimos pastores vascos bajen de sus cabañas en el monte de Urbía con sus ovejas latxas y deje de elaborarse el mejor Idiazábal? ¿Quién llorará si algún día tiran la toalla los últimos queseros encaramados en algún rincón de los Picos de Europa para hacer posible el milagro de los Cabrales, del Picón Bejes-Tresviso o del Afuega’l pitu? ¿Qué pasará si quienes crecieron pendientes del cuidado diario de los maravillosos majoreros canarios no quieren sacrificar su vida como vieron hacer a sus padres? ¿Qué pasará si desaparecen las últimas deliciosas tortas extremeñas artesanas? ¿Si ya no les podemos decir a los niños que el manchego no sólo sale de grandes fábricas?
Esta sociedad que busca el riesgo cero tendrá que hallar el equilibrio entre la seguridad alimentaria y la búsqueda de los sabores auténticos. Se pueden hacer muy buenos quesos con leche pasteurizada pero sería una lástima renunciar a esa singularidad de algunas variedades que en su versión artesana reflejan el paisaje del que proceden a través de esa leche cruda que habla de un suelo y de una alimentación de las vacas, las cabras o las ovejas. Y, sobre todo, renunciar a una tradición sabia, a una cultura y a una forma de vida.
Esta sociedad que busca el riesgo cero tendrá que hallar el equilibrio entre la seguridad alimentaria y la búsqueda de los sabores auténticos
Por ello habría que defender los quesos artesanos, como tantos otros productos que salen de un mundo rural del que nos acordamos poco y casi siempre demasiado tarde.
Si se hiciera una mejor labor pedagógica sobre la riqueza de los productos habría un mayor orgullo de lo propio y entenderíamos que merece la pena pagar más por un buen aceite de oliva virgen, por un buen jamón ibérico de bellota o por un queso hecho con mimo. El buen queso a veces hay que buscarlo. Dejar la pereza y no conformarnos siempre con estirar el brazo frente al estante del supermercado para estar dispuestos a movernos. Y si es necesario, a pagar un poquito más por un producto único que, si dejamos de comprar, dejará de existir.
Autor: Cristina Jolonch
Fuente: La Vanguardia
Link: http://www.lavanguardia.com/comer/opinion/20180521/443747562992/quesos-artesanos-espana-cabrales.html

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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