Los dueños de ganado, mayoristas y minoristas expresan su desasón y queja en primer lugar por el bajo precio que ofrecen los consumidores, y por la presencia del líquido importado, planteando, al mismo tiempo algunos interrogantes que afloran ante el fenómeno, y que deben ser respondidos por los mismos ganaderos y el descontrol de las importaciones.
En primer término los productores se quejan del bajo precio o ninguna demanda, a veces, del producto lácteo. ¿Cuál podría ser la respuesta? Talvez una excesiva producción de las grandes, quienes, además de, con la facilidad y convenio de entregar la leche a los centros industriales de lácteos, no solamente que satisfacen la demanda de acuerdo al compromiso previo, sino que una superproducción les permite también vender directamente a los consumidores que no demandan lácteos descremados o mantequillas especiales..
La oferta abundante y lo reducido que ofrecen los consumidores minoristas, está repercutiendo en los ingresos de que disponían para la alimentación de sus hogares y para la educación de los hijos, vestidos, se ven disminuidos considerablemente, y están para ingresar a un clima de angustia que tampoco se subsana los problemas. También hay que tener en cuenta que la ganadería en el país ha crecido considerablemente, y se ha llegado, al mismo tiempo, a la eliminación de la fiebre aftosa.
Otro interrogante sería ¿Por qué la leche importada cuesta menos o se vende a bajo precio? ¿Mejor tecnología para producir, superior a la nuestra? Este aspecto demandaría una campaña de enseñanza y aprendizaje de los ganaderos pequeños y aún de los grandes.
Mas, hasta tanto es de pedir a las respectivas autoridades un mayor control a la importación, en las mismas fronteras y otras instancias. ¿Camiones? ¿transporte áereo? Pero, las autoridades tienen que actuar? Es indiscutible.
