Tener 1,8 millones de vacas y una industria tecnológicamente desarrollada al máximo convierten a Holanda en el quinto exportador mundial de productos lácteos. Pero el éxito del sector lleva aparejada en los últimos años una consecuencia inesperada y de difícil solución: la gestión de los excrementos de esas vacas.
Las organizaciones ganaderas sostienen que el crecimiento de la cabaña vacuna se debe principalmente a lo barato que les cuesta importar grano, soja y maíz para alimentar a las vacas. El exceso de producción que no se exporta como productos lácteos frescos termina en leche en polvo más barata y que también va a la exportación.
Otra explicación del aumento de la cabaña vacuna holandesa es la eliminación de las cuotas máximas de producción de leche que hasta ahora imponía la Unión Europea para evitar la saturación del mercado y sostener los precios.
Ese éxito tiene un lado oscuro y maloliente. Las granjas holandesas no tienen capacidad para tratar tanto excremento y no pueden usarlos todos como estiércol para abonar sus campos porque sobrepasan el límite legal.
Algunos granjeros están deshaciéndose de los excrementos de forma ilegal. El 80% de las granjas de vacas del país producen más excrementos del que legalmente pueden usar como abono. Los granjeros pagan al año en total unos 550 millones de euros para gestionar esos excrementos, pero algunos engañan haciendo como que gestionan de forma externa esa caca pero en realidad la tiran como estiércol en sus campos sobrepasando el límite legal.
El fraude, según el diario online Dutch News llegó incluso a cambiar la edad de las vacas. Como las vacas adultas producen más excrementos, muchos granjeros (la mitad de los 93 que recibieron inspecciones en enero) están declarando nacimientos múltiples de vacas.
El sistema es sencillo. Nace una vaca, declaran dos y reducen en sus libros la edad de una vaca adulta, que automáticamente pasa a ser recién nacida. Con el mismo número de vacas oficialmente producen menos excrementos.
Dutch News explica que entre el 3% y el 5% de las vacas tienen partos múltiples, pero en 2017 en Holanda esa tasa creció oficialmente por encima del 10% en 2.000 granjas y se acercó al 10% en otras 5.700. Algunas empresas de transporte de estiércol también engañaban sobre la cantidad que cargaban sus camiones e incluso se tiraba el estiércol de noche para evitar controles.
El gobierno no piensa dejar pasar el fraude. La ministra de Agricultura, Carola Schouten, dijo en enero en el Parlamento que el fraude era “un acto criminal, las empresas que cometen fraude se enfrentarán a multas y se recortarán los subsidios europeos”. Tras realizar inspecciones a 56 empresas que gestionan estiércol se impusieron ya multas a 36 de ellas.
El país viola las normas europeas sobre fosfatos diseñadas para prevenir la contaminación de los acuíferos subterráneos así que el gobierno empieza a pagar a los ganaderos para que reduzcan sus cabañas de vacas. Además, la cantidad de excrementos tirada en los campos como estiércol genera amoníaco que está dañando la calidad del aire.
Las organizaciones medioambientales piden una solución drástica, que se reduzca durante la próxima década en un 40% el número de vacas del país. Los ganaderos defienden que tienen la responsabilidad de producir porque al ser un país exportador de lácteos contribuyen a alimentar al mundo.
