Tambo con botas

La familia Marenchino tiene su campo a unos dos mil metros de la ruta provincial 3, entre Las Varillas y Alicia. De ese trayecto hasta el asfalto, la mitad está bajo agua. La producción sale a cuentagotas y hay que acomodarse a las circunstancias.
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La familia Marenchino tiene su campo a unos dos mil metros de la ruta provincial 3, entre Las Varillas y Alicia. De ese trayecto hasta el asfalto, la mitad está bajo agua. La producción sale a cuentagotas y hay que acomodarse a las circunstancias.
Seguir siendo productor lechero en campos jaqueados por el agua, esta es la misión, con caminos poco accesibles o directamente vedados, lotes inutilizados y la inevitable caída de la producción. En la zona de Las Varillas, a esta altura es una decisión que requiere de mucho apego a la actividad y cierta dosis imprescindible de porfía.
En el este provincial, el departamento San Justo es unas de las zonas más castigas en los últimos tres años por las inundaciones. Hay productores que abandonaron y otros que no tienen más remedio que regar la tierra con miles de litros de leche.
La familia Marenchino tiene su campo a unos dos mil metros de la ruta provincial 3, entre Las Varillas y Alicia. De ese trayecto hasta el asfalto, la mitad está bajo agua. Transitarlo es una aventura similar al rally Dakar.
“Hoy no se puede sacar leche de ningún tambo si no estás cuatro o cinco horas renegando, porque se te tumba el acoplado, se queda el tractor. Es como ir a la guerra”, relata Lucas Marenchino, uno de los hermanos a cargo del campo.
La producción sale a cuentagotas y tranquera adentro hay que acomodarse a las circunstancias para mantenerse en pie, aunque sea a pérdida.
“Mi vieja llora porque no quiere vender el tambo. No cargamos las vacas ahora porque no valen nada. Pero en septiembre no sé qué vamos a hacer”, agrega el productor, que es la tercera generación de tamberos en un emprendimiento que inició su abuelo en 1932, cuando salió del servicio militar y se dedicó a la producción agropecuaria.
En su caso, trabajan sobre un campo de 300 hectáreas propias y llegaron a tener otro tanto alquiladas, pero se fueron reduciendo por los problemas con el agua. En su propia tierra, en el peor momento, la inundación le ocupó 160 hectáreas.
Hoy se reducen a 40, a partir de la readecuación del canal Florentino, que ayudó a evacuar gran parte del líquido acumulado.
Desde 1940 hasta 2014, el campo se había inundado solo dos veces y hasta la mitad de su superficie. En los últimos tres veranos, la situación se volvió drástica en toda la zona.
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En la parte que alquilaban, 120 hectáreas quedaron bajo al agua. Fue en un campo donde tenían sembrado un maíz al que le habían aplicado un completo paquete tecnológico de fertilización. “Ese lote nunca tuvo agua y, de pronto, por un camino empezó a entrar un torrente como si fuera un río. Teníamos un maíz de un metro de alto y quedó tierra pelada por la fuerza de la correntada”, describió.
En noviembre pasado sembró 30 hectáreas de alfalfa, pero le harían falta otras 90 hectáreas más para cubrir su demanda forrajera. No pudo llegar por falta de dinero, a pesar de que compró la semilla a pagar en mayo. Hoy dependen de los rollos que puedan conseguir y el balanceado. Uno de los temas que preocupa es justamente la falta de comida para las vacas o su mala calidad.
“Como todos los tamberos, nos la pasamos renegando con los caminos. No podemos ingresar alimentos y, al tener menos comida, bajamos los litros”, explicó.
Acorralado por el agua, este tambo pasó de producir 7.500 litros diarios hace dos años y medio, a los dos mil litros en los que están actualmente. La caída está relacionada, en parte, porque tuvieron que ir achicando la empresa para sobrevivir. De un rodeo total de 1.100 animales con los que contaban tiempo atrás, pasaron a 460 cabezas en el mismo plazo.
Hoy tienen en ordeñe 160 animales que, hasta hace un mes, estaban divididos en dos lotes, pero fueron unificados. En su mejor memento, sus ubres de punta marcaban una producción de entre 32 y 34 litros por día. El último mes, no pudieron superar los 24 ó 25 litros.
Con la unificación del rodeo, el promedio de producción se encuentra alrededor de los 15 litros por cabeza, y en baja.
A eso se suma que los animales están en mal estado corporal por tres años seguidos de inundaciones. A las vaquillonas las inseminan a los 32 ó 36 meses, cuando antes el ciclo era a los 18 meses. La infraestructura de corrales con la que contaba le permitió reacomodar un poco mejor el rodeo para seguir funcionando, aunque sea a media máquina.
El producido se lo lleva casi todo el alimento para el ganado y el pago a quienes hacen el tambo. Algunos servicios, como el de veterinaria, pasan a lista de espera o se venden animales para pagar gastos corrientes. Algunos insumos se compran a cuenta en proveedores con los que trabajan hace 20 años, y el vínculo permite un trato especial.
“Esto tiene que ser como una orquesta. No se tiene que mover una sola nota de lugar, porque se desacomoda todo”, compara Lucas. Pero con tres años de excesos de lluvias e inundaciones, es muy difícil ajustar la partitura y debe hacer malabares para seguir andando.
Al no poder producir normalmente, se descapitalizan y se endeudan. “No vamos pagando las cuentas y si seguimos así, en un momento va a explotar todo porque lo que saquemos no va alcanzar para nada”, lamentó.
Para este productor, los subsidios o ayudas en dinero que se puedan ofrecer desde el Estado no terminan de ser una solución. “No quiero plata. Lo que quiero es no inundarme más”, dijo. Esa ayuda “real” que reclama Marenchino depende de obras que deberían hacerse “para ayer”.
Menos área, menos vacas y menos litros
Fuerte impacto en la producción a causa de las inundaciones.
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Con la inundación, el rodeo de punta bajó de 34 a 24 litros diarios en los últimos años. El promedio del rodeo en ordeñe no supera hoy los 15 litros por día. Con la caída de las hectáreas productivas y la necesidad de cubrir costos, el rodeo se fue achicando.
http://www.agrovoz.com.ar/ganaderia/tambo-con-botas

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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