Tambo con acento francés

Germán Taranco está convencido que la Montbéliarde reúne todas las virtudes que necesita el semiárido: buen tenor graso, proteínas, rusticidad y aptitud carnicera.
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En el tambo «Entre Aguas» lo primero que impacta es la prolijidad. Desde la entrada misma al casco, con un camino que serpentea entre árboles frondosos que le ofrecen un techo gratuito y agradable. Incluso el campo que está enfrente de la ruta, que también pertenece a los dueños del establecimiento, está prolijamente cosechado, tiene alambradas nuevas y boyeros que impiden que los animales vayan más allá de los límites que imponen sus cuidadores.
Apenas estacionamos nos recibe Germán Taranco, un tambero que esquiva el molde al que este cronista está acostumbrado a tratar. No porque todos estén cortados por la misma tijera, ya que es obvio que cada personalidad es distinta y eso pasa en todos los productores de leche de San Luis. Emilio Emer, hijo de un inmigrante italiano con comercio en la ciudad y una vida en El Durazno, no es igual a Martín Pasman, el acaudalado empresario que puso un tambo en Luján pero vive de la venta de gigantescos equipos de riego por pivote en toda la Argentina y el Mercosur. Y ninguno de los dos se parece a Enrique Delfino, quien ordeña vacas a pulso en el noreste provincial, con muchas ganas y aprendiendo todos los días los secretos del oficio.
En general el tambero prototípico es el de la cuenca lechera bonaerense o el de Santa Fe. Gente de escasa instrucción que agacha el lomo de sol a sol, que aprendió a los golpes y comercia su leche como puede y lo dejan, que lucha en familia y aguanta tempestades. Los de San Luis ya parten de otra base, más allá de títulos universitarios o experiencias previas, tienen un fuerte apoyo del Estado en infraestructura, que se redobló ahora con el Plan Lácteo, donde encontrarán una buena base de comercialización a un precio diferenciado para ubicar un producto perecedero, cualidad de la leche que siempre los convirtió en el eslabón débil de la cadena, porque para ellos mañana es tarde y pasado se fundieron.
Tanto los entusiasmó el proyecto que ya todos arreglaron una desvinculación, parcial en algunos casos y total en lo que hace a los más pequeños, con el gigante lácteo La Paulina, que hoy les compra la totalidad de la leche que producen para industrializarla en Córdoba y devolverla a un precio muy superior a las góndolas de San Luis. Allí radican los secretos del Plan Lácteo: mejor precio al productor local (un 10% calculan los funcionarios), logística acotada por las distancias, menos fletes, mano de obra puntana para la industrialización y, lo más importante, precios económicos para los vecinos de toda la provincia, que tendrán leche ultra pasteurizada de primera calidad a no más de 18 pesos el litro. Falta poco para que se haga realidad, los trabajos de armado de la nueva maquinaria en el Parque Industrial Sur así lo indican.
Bueno, Taranco también rompe con ese molde del tambero, aunque no sea empresario como Pasman ni haya recibido el tambo por herencia familiar como Emer. Tampoco es un novato en estas cuestiones como su amigo Delfino, que se largó recién hace dos años a producir leche.
Él es ingeniero agrónomo, pasó 30 años vinculado al sector en la cuenca lechera de la provincia de Buenos Aires y ahora es la cara visible de una sociedad que mantiene con dos primos franceses mediante la cual fundaron «Entre Aguas» en los confines septentrionales de la provincia, en el paraje Punta del Agua, unos quince kilómetros pasando Santa Rosa del Conlara por la ruta 23, la que conduce a la localidad de Lafinur.
Y más allá de la prolijidad de las instalaciones, el orden casi militarizado de los corrales y la limpieza de cada rincón del campo, Taranco también sobresale porque apostó por una raza que no es la Holando para producir leche. Seguramente influenciado por sus socios franceses, en el tambo de Punta del Agua tienen la raza Montbéliarde, de origen galo, que se diferencia de la tradicional que se ven los tambos porque sus manchas no son negras sino entre marrones y rojizas. “Son vacas muy fértiles, la leche que dan tiene más tenor graso que la habitual y muchas proteínas, y además son animales rústicos, que aguantan el frío que hace en estas alturas de San Luis, y sanos de patas”, las elogia el tambero como si fuera un vendedor de peines para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero de cualquier colectivo porteño. ¿Alguna cualidad más? Una que es clave en un sector que suele despreciar al ternero macho: tienen valor carnicero casi a la altura de las razas británicas, por lo que se considera a la Montbéliarde casi de doble propósito.
El campo de «Entre Aguas» lo compraron en 1999 a través de una sociedad, Rolden SA, para dedicarse a hacer fardos para alimentación bovina. Cuando estalló el conflicto entre las entidades rurales y el kirchnerismo por las retenciones y la famosa Circular 125, los franceses quisieron vender, aunque aguantaron. La llegada de Taranco reconvirtió el establecimiento en un tambo muy nuevo, ya que arrancó recién en 2015. “Sabía que no podía ahorrar en maquinaria y mecánica debido a que estamos lejos de todo, por eso apostamos fuerte de entrada. E incluso comencé viviendo en el campo, aunque ahora tengo mi casa en Merlo”, recuerda el productor.
La compra de los ejemplares de Montbéliarde la hicieron en Entre Ríos, una cruza con Holando que van perfeccionando de a poco hasta que un día consigan una raza pura. Para eso también invirtieron en un toro Puro de Pedigree (PP) que trajeron de Córdoba, con el que van a inseminar el año que viene. “La gente que trabaja conmigo empezó de cero, no sabía nada de tambo, esta zona no tiene tradición. Incluso al principio no se querían poner el delantal, les parecía que no era acorde a un hombre rudo, que hace tareas rurales. Pero se fueron acostumbrando y entendiendo cómo son las cosas respecto a la sanidad en la lechería. Y además todos tienen su pequeña parcela de campo, tienen amor por los animales, son honestos y trabajadores, cuento con un capital humano impresionante”, elogia Germán a los suyos, mientras va mostrando pequeños gestos para apoyar sus palabras.
Así, pasamos por un corral donde se repone una vaca con problemas óseos luego de un parto complicado. En cualquier tambo del país iría a faena, pero ellos no quisieron, la trasladaron con esfuerzo y la cuidan todos los días, levantándola con aparejos. En el interior de la zona de ordeñe hay otro ejemplo: un ternerito recién nacido, rechazado por la madre, está recostado sobre unas sábanas y encima tiene frazadas y… la campera de uno de los operarios para que pueda pasar mejor la noche fría que se avecina. “Lo cuidan como un bebé”, reconoce el tambero con una sonrisa.
Tiene cuatro empleados directos, todos vecinos, la mayoría jóvenes y con familia a cuestas, lo que agrega una cuota de responsabilidad. Ordeñan dos veces por día a las 80 vacas que actualmente están en producción. “Estamos sacando unos 19 litros por vaca y por día, pero el objetivo es llegar a los 23”, se propone. Nos acompañan en la recorrida dos funcionarios del Ministerio de Medio Ambiente, Campo y Producción, quienes vinieron para observar las condiciones en las que «Entre Aguas» produce la leche que luego formará parte del Plan Lácteo del Gobierno de San Luis.
Tanto Martín Rodríguez, jefe del Programa Producción Agropecuaria y Arraigo Rural, como Juan Manuel Celi Preti, quien conduce el Subprograma Producción Pecuaria, están también asombrados por la organización del tambo.
Están bien separados los corrales con vacas para parir, con otras en ordeñe y un tercero con vaquillonas de recría. Además elogian su efectividad y los planes de crecimiento en una zona donde la producción agrícola en secano se complica por la escasez de lluvias (un promedio de 500 milímetros anuales) y las condiciones del suelo.
“Nuestro talón de Aquiles es que aquí sólo se puede hacer sorgo con silo. El riego es muy pobre como para arriesgarse con el maíz y no hay canales revestidos para transportar el agua que viene del río Conlara, que está a diez kilómetros de la toma, en buenas condiciones. Por eso este año las vacas todavía no produjeron mucha leche, pero por suerte sí hubo un excelente índice de preñez de casi el ciento por ciento, todo gracias a las bondades de la raza Montbéliarde”, cuenta Taranco, entre las dificultades y las expectativas de un futuro mejor.
El sorgo forrajero ha rendido bien como para armar un par de silobolsas luego de cubrir las necesidades alimentarias del rodeo y dejar una parte para grano húmedo con buenos resultados. Las vacas también tuvieron a disposición una suplementación proteica para balancear la dieta. En total, el 70% de la ración surge de materia prima cosechada y preparada en el propio tambo. Lograron 3.500 kilos de sorgo por hectárea para forraje y 4.500 de rinde promedio en lo cosechado.
Y además, en los campos que están frente al casco también sembraron 12 hectáreas de alfalfa con la que van a hacer más silo. “Rinde más que si la hacemos en rollos, tanto en volumen como en calidad”, asegura. Los lotes lucen limpios de maleza, que es controlada eficazmente con labranza a la antigua y la pulverización con agroquímicos.
Hace dos años, cuando comenzaron, tenían 50 vacas, pero el plantel fue creciendo sin pausas, tanto que ya tienen 29 vaquillonas para reponer y este año agregarán otras 19. “Es muy importante el bienestar animal que ofrece el entorno. Hay buenas arboledas que proveen sombra y evitan uno de los grandes males del tambo en verano, como es el estrés calórico. Y además acá hay un silencio contagioso, que es vital para el desarrollo de los animales”, describe Taranco mientras nos dirigimos a la guachera, otra de las claves de la actividad lechera.
El predio donde crecen los terneros es especial, una guachera sin cadenas ni maltratos, armada a la sombra de gruesos algarrobos y otras especies autóctonas. Son espacios colectivos que parecen corrales, donde los pequeños vacunos caminan libres y pastorean, más allá del alimento concentrado que tienen a disposición. Su destino, que otrora era el descarte y hasta la muerte temprana para que no ocasionaran gastos, en este caso será el consumo para carne, gracias a las bondades de la raza. “El personal valora a los animales y los cuida, porque están acostumbrados en sus campos a tener poquitos, entonces saben lo importante que son para cualquier producción”, vuelve sobre el trabajo de sus cuatro operarios.
La próxima parada será el reducto de ordeñe, al que se llega por una picada entre el monte natural, en un campo que tiene 400 hectáreas en total y sólo 42 de explotación agrícola, así que las especies autóctonas son mayoría. “El desmonte, más allá de las prohibiciones legales, no es una buena opción. El piso queda con una capa que parece de talco”, asegura el productor. De pasada observamos un camión de un contratista privado que está bajando la energía eléctrica que hace poco el Gobierno hizo pasar por el fondo del campo. Trabajan para conectar todas las dependencias y dejar para una emergencia el generador eléctrico, que insume mucho gasto en gasoil. Es un trabajo que le costará a Taranco cerca de 400 mil pesos, pero que pagará con gusto: “El generador, además de ser caro, es poco práctico. Y el tambo necesita una provisión de energía continua y segura, no podemos andar dependiendo de factores externos”, dice convencido.
De camino también está una perforación a 50 metros de profundidad de la que extraen agua de la napa, pero no es solución porque tiene una alta concentración de sal. Es mejor seguir pagando por la del río Conlara y sus canales sin revestir. “Los corrales los vamos a pasar a un renoval que está detrás del tambo, donde hay una concentración importante de algarrobos que proveen sombra”, informa Germán.
Mientras, ya se observa la edificación de paredes grises en la que ingresan 12 vacas a la vez para el ordeñe. Allí también relucen los metales por la impecable limpieza de un equipo que compraron en Córdoba y parece nuevo, aunque el tambero reconoce que lo compraron usado, pero está bien tratado.
“Se lo compramos a un tambo que estaba en proceso de cierre a muy buen precio”, agrega con un guiño. En la sala contigua a la de ordeñe, que también luce recién construida, está el tanque térmico de acero inoxidable con capacidad para 4.200 litros. Allí la leche puede aguantar hasta tres días si al camión cisterna se le complica la llegada a Punta del Agua, aunque el servicio de La Paulina, según el tambero, “es muy confiable y seguro”. Además, como el establecimiento está sobre la ruta, no hay problemas con los caminos de ripio o anegados en los días de lluvia.
Por la Ley de Fomento al Valor Agregado en Origen, otra herramienta que ofrece el gobierno provincial, van a comprar una pasteurizadora, porque además de la entrega de leche a granel para el Plan Lácteo quieren vender leche embotellada en el corredor norte, por lo que necesita aumentar la producción. “Costará 500 mil pesos y por la ley voy a recibir un reintegro de 160 mil”, amplía la información porque ya tiene los papeles presentados.
El Plan Lácteo lo obliga a dirigir la producción de 100 vacas con ese destino, 50 propias y otras 50 que va a comprar gracias a una financiación blanda del Ministerio de Medio Ambiente, Campo y Producción, una especie de «leasing» ganadero que le permitirá ir generando materia prima mientras devuelve el préstamo. “Otras 30 me quedarán para producir leche propia”, dice Taranco, un hombre que encontró en San Luis las condiciones para tener un tambo que otras provincias ya no tienen, no pueden o no quieren reproducir.
Montbéliarde, una raza fuerte
La excelente genética Montbéliarde la convierte en la segunda raza lechera en Francia y en una de las más importantes del mundo gracias a su producción de alta calidad, con excelentes sólidos totales, alta grasa (3,88%) y proteína (3,42%), que la hacen ideal para la producción de quesos. Además, son animales con resistencia comprobada a la mastitis, valorización cárnica, alta fertilidad, facilidades de parto y longevidad funcional. Es una raza con aptitudes de adaptación a varios tipos de climas y mejoramiento de otras a partir del cruzamiento, incluso con la Holando, que está más difundida en América como productora de leche en los tambos. También hay cruzas con Holstein.
La Montbéliarde es una raza de gran tamaño, con pelaje overo rojo. El blanco se extiende por la parte inferior del cuerpo y las extremidades (cabeza, miembro y cola), el rojo de color fuerte y vivo predomina en la parte superior del cuerpo. Cabeza blanca, en algunas ocasiones con anteojeras, pezuñas y mucosas bien claras. Cabeza fina, ancha en los ojos, de perfil recto, hocico ancho, cuello amplio con papada reducida, hombro bien soldado, pecho ancho y profundo, parte superior rectilínea con espina dorsal no aparente, desprendimiento de la cola poco predominante, pelvis largo y ancho ligeramente inclinada, costado profundo, muslo bajo, miembro equilibrado, corvejones anchos, planos y secos, cuartillas ligeramente inclinadas, ubre bien implantada en la parte delantera, alta y ancha detrás, con un ligamento bien marcado y una base horizontal, situado netamente por encima del corvejón, pezones regulares cilíndricos y de tamaño medio implantados en medio de los cuartos, bien balanceados y rectos. En algunos casos, las ubres son muy grandes y provocan problemas para entrar en las pezoneras.
https://www.eldiariodelarepublica.com/nota/2017-9-3-8-47-29-tambo-con-acento-frances

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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