El Dr. Nicolás Lyons, argentino trabajando en el sector australiano, estuvo ayer en el INTA Rafaela repasando beneficios tecnológicos y posibilidades para el sector, en una comparación inevitable de naciones ante la crisis de precios.
Con disertante y asistencia interesante, la jornada de ayer abrió las puertas del INTA Rafaela para conocer detalles de la lechería en Australia.
El Dr. Nicolás Lyons es argentino, ingeniero agrónomo formado en la Universidad de Buenos Aires hizo un doctorado en la Universidad de Sidney a través del cual su interés en la especialidad lechera se multiplicó al obtener la oportunidad de hacer un post-doctorado en el mismo ámbito, que lo llevó a tener un cargo en el Ministerio de Agricultura de ese país, como investigador a través del organismo mixto Dairy Australia que promueve y brinda servicios a los productores e industria lechera de ese país.
La intención del INTA local, que en breve inaugurará su tambo robótico junto a De Laval, a través de su especialidad lechera fue acercar una mirada más a un contexto productivo donde las tecnologías pueden ser determinantes, sin embargo el análisis y seguimiento de cada una de las explotaciones es fundamental para orientar las necesidades.
Actualmente la baja de precios, levemente superada y raspando los 2.600 dólares por tonelada, naturalmente afecta a todos los países productores y Australia no es la excepción. «Hoy la leche se paga alrededor de 41 centavos de dólar y los productores están viendo qué ajustan o qué pueden hacer para pasar un año complicado, no solo por los precios, sino también por el clima, porque la corriente del Niño allá impacta con una corriente seca y cálida, con lo cual se da un marco de poco forraje, alto costo de suplementos llevan a la producción a repensar todas las decisiones». Lyons habla de «afrontar un desafío», ya que una crisis planteada para un año y medio, enfrentará a los tamberos de Oceanía a trabajar mucho más en el análisis de su explotación. «Los productores vienen de dos años de buenos resultados, con lo cual se hace más fácil en ese sentido la crisis, igual están ajustados porque no se sabe bien el plazo total de esta situación. Son positivos los productores, pero cautos».
En la Argentina la situación es muy diversa porque la crisis constante, la inflación, la falta de competitividad viene debilitando a la cadena de manera intensa, sin embargo no hay que dejar de reconsiderar la forma de trabajar en la producción lechera, a la espera de un tiempo de calma.
«El principal mensaje a trasladar es que cada productor pueda pensar en las limitantes de su sistema, con lo cual se pueden descubrir muchas más opciones de las que se ven hoy en día, siendo la tecnología una que puede suplir alguna función, brindar alguna ventaja, pero no es la piedra que puede solucionar todo. Hay que ver a la mayor aplicación de tecnología como una herramienta que podría permitir bajo ciertas condiciones obtener ciertas eficiencias, o mejores condiciones de rentabilidad». En su charla con CASTELLANOS reconoció que tambos tecnologizados «no son para todo el mundo y tampoco van a hacer de un productor malo, uno bueno».
Por supuesto que el profesional aplica su mirada amplia sobre las condiciones actuales argentinas. Como si fuera un decálogo, animó al auditorio, compuesto por profesionales, productores, e incluso dirigentes lecheros a que antes de adoptar tecnología se tomen un tiempo de análisis, reflexionar sobre los motivos y razones para incorporarla, analizar el punto de partida, visitar con otros productores que la hayan incorporado, conversar con el equipo y asesores de trabajo, tener expectativas razonables, analizar las opciones posibles-disponibles, presupuestar y realizar una análisis económico, en tanto, como corolario, planificar todo.
A modo de indicio, Nicolás Lyons invitó a «reducir costos para ver desde dónde se puede ganar eficiencia, mientras que la alimentación, el manejo, la sanidad y reproducción son las cuatro claves que de tenerlas controladas pueden lograr hacer sobrevivir a los tambos en tiempos complicados», pero todo en una base de estructuras, de equipos de trabajo fortalecidos, que son también la clave de resultados exitosos e incluso «sustentabilidad a futuro».
No es sencilla la tarea de sobrevivir luego de tantos impactos para un mismo sector y sin ayudas, pero existen alternativas que generan esperanzas, más aún si se las basa en casos de éxito, como es el de Australia.
«Australia tiene lecherías familiares, tambos en los que los productores mismos trabajan y ordeñan su vacas, con un promedio de 160 animales en producción con 5.500 litros al año, similar a lo que pasa en Argentina, pero con la diferencia de tener en la mayoría de los casos contratos a uno o dos años de plazo, con un mercado desregulado en el que no hay límites de producción siempre sujetos a la variación de precios domésticos e internacionales, teniendo en cuenta que se exporta el 40 por ciento del total de la leche». Lyons explica que se fijan objetivos, que hay un amplio foco sobre la investigación y la extensión para lograr las metas de cada uno y por regiones.
Sin fecha
Ayer se debían cobrar, por lógica, los subsidios prometidos por el Estado Nacional correspondientes al mes de julio, para la producción de hasta 2.900 litros, en tambos de hasta seis mil por día, sin embargo, las cuentas de los tamberos no recibieron nada.
Teniendo en cuenta el comportamiento para el pago por junio, que se dio a comienzos del mes que concluye hoy, podría estirarse el plazo de efectivización hasta lunes o martes, porque algunos explican que al haber salido publicada la promesa en el Boletín Oficial, «se tiene que pagar». Pero tampoco nada se sabe de aquel compromiso verbal de cubrir también el mismo rango productivo y con compensaciones de agosto, lo cual no tiene resolución alguna formal y mucho menos plazo, a poquito más de un mes de terminarse esta gestión de Gobierno y sin preocupación alguna de los funcionarios del sector por retirarse del cargo con un poco de orgullo.
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