La cuenca del valle inferior de Río Negro mantiene su apuesta lechera

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A diferencia de lo que pasa con la industria nacional, este proyecto genera una importante tasa de rentabilidad.
A unos pocos kilómetros de Viedma se encuentra un establecimiento lechero con unas 950 vacas, en su gran mayoría de la raza Jersey, que diariamente producen más de 18.000 litros de este noble producto.
«Esta es una actividad con altos niveles de rentabilidad», confía con cierto orgullo Joaquín Imaz, encargado del campo, ante una visita de este medio al predio.
El establecimiento es parte de un grupo empresario, liderado por Jock Campbell, que tiene cerca de 9.000 vacas lecheras produciendo en distintos puntos del país. De más está decir, con este volumen de animales, que Campbell conocen muy bien la lógica del negocio.
Pero cómo es posible que, con una industria a nivel nacional en crisis y el mayor costo de flete que representa enviar un producto desde Viedma hasta Trenque Lauquen, un emprendimiento de estas características funcione.
«La clave está en la oferta de pasto», confiesa Imaz para justificar lo que muchos consideran como algo imposible.
La alimentación es un punto determinante dentro de la industria lechera. En las cuencas de las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, más del 50% del costo de producción de un litro de leche responde a esta variable. En el Valle Inferior de Río Negro este indicador se ubica en niveles mucho más bajos.
«En nuestra actividad el precio del producto no es negociable, lo pone la industria. Por lo tanto debemos trabajar sobre los costos. Y aquí es donde tenemos una ventaja competitiva respecto del resto del país», destaca Imaz.
En las grandes cuencas lecheras de la Argentina la producción de pasto muestra un grado de estacionalidad importante, en virtud de las condiciones agroecológicas de cada una de estas zonas. «Con lluvias abundantes se produce un exceso de alimentos y entonces hay que enfardar para guardar y ponerlos a disposición de los animales cuando estos lo necesiten. Pero todo esto significa mayores costos para la actividad. Por el contrario, ante la falta de lluvias, las pasturas no crecen y fallan las previsiones de alimentos para el rodeo. Por lo tanto hay que salir a comprar alimento y esto también impacta en forma negativa sobre los costos», resume el entrevistado.
En el caso de la producción de nuestros valles irrigados, la oferta de pasto la maneja el productor. «Aquí tenemos todo: tierra, temperatura y agua. Por lo tanto proyectamos la cantidad de alimentos a producir y, con mínimos desvíos, la oferta está garantizada los doce meses al año. Casi no tenemos curva de estacionalidad, como sí se observa en el resto del país. Esto baja, y mucho, nuestros costos de producción». Como dato técnico a computar, Imaz señala que se producen en estas tierras alrededor de 9.000 kilos de materia seca por hectárea de alfalfa. Si bien los suelos son salinos sódicos, la siembra ayuda a mejorar su estructura y nivelar los desvíos. Cerca del 85% del total de los alimentos de las vacas sale de la producción propia que se obtiene en estas latitudes.
El establecimiento lácteo de Jock Campbell cerca de Viedma tiene algo más de 300 hectáreas sobre las cuales se hacen las pasturas (alfalfa, ray grass y trébol blanco, entre otras), a las que se suman otras 200 hectáreas que son arrendadas para complementar esta oferta. El proyecto inicial preveía la instalación de dos establecimientos con un total de 2.500 animales en producción. Pero al poco tiempo quedó trunco. Hoy están trabajando con 950 vacas estimando, en unos años más, alcanzar las 1.100 con sólo el aporte del crecimiento vegetativo del actual rodeo. «Con este número estaríamos con la escala de producción adecuada para un establecimiento de estas características», remarca Imaz.
Campbell soñó, tan sólo un par de años atrás, cuando tomó la decisión de invertir en Río Negro, en hacer del Valle Inferior la cuenca lechera más importante de la Patagonia. Pero se chocó con lo que todo inversor teme de la Argentina: la falta de previsibilidad para hacer negocios de mediano y largo plazo. Es así que, en medio del desarrollo del proyecto, el Senasa ejecutó la decisión que contemplaba el cierre total de la barrera sanitaria para todos aquellos animales que llegaban desde el norte del río Colorado.
El proyecto se quedó así sin un elemento esencial para su puesta en marcha: las vacas para producir. Sólo pudieron ingresar, previo a esta medida, 700 animales. Encontraron como alternativa importar hacienda desde las zonas lecheras de Chile, país libre de aftosa sin vacunación. Pero el derrotero fue tal que sólo pudieron ingresar 200 vientres. «Nos ganó la burocracia. Importar en la Argentina lleva un sacrificio que pocos están dispuestos a soportar. Las vacas chilenas estaban disponibles en diciembre, recién llegaron en febrero y en un estado lamentable. Lo que debería haber sido una operación para cerrar en horas tardó meses», confesó Imaz con un alto grado de resignación.
Nadie les comunicó nada. La decisión de cerrar la barrera se tomó en forma unilateral por el gobierno nacional sin contemplar las inversiones que estaban ingresando a Río Negro.
Con este nuevo escenario es casi imposible expandirse. El otro tambo proyectado quedó sólo en papeles. No se puede arrancar porque el proyecto inicial preveía el ordeñe de 1.500 vacas adicionales, con una producción en torno a los 30.000 litros de leche.
Según estimaciones de «Río Negro», Jock Campbell lleva invertidos en nuestra región algo más de tres millones de dólares con la compra de tierras, infraestructura y adquisición de vientres. El empresario quiere ampliar su escala de inversión, pero los condicionamientos sanitarios y burocráticos que impone el país se lo impiden.
Toda una paradoja del modelo nacional y popular, productivista y de integración social.

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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