La cooperativa láctea más importante del país vuelve a enfrentarse a su destino final

Los ecos de la crítica situación sacuden a la principal cuenca lechera del país y golpean a pueblos y ciudades de Santa Fe y Córdoba.
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SanCor Cooperativas Unidas Limitada transita su hora más difícil a causa de una persistente crisis que no logra superar, fundamentalmente desde 2015 a esta parte. Los ecos dramáticos de su endeble situación reverberan en la principal cuenca lechera del país, golpeando severamente el entramado de pueblos y ciudades de Santa Fe y Córdoba, que crecieron y se desarrollaron social y económicamente a la par de su propia historia.
Muchos factores se combinan para que SanCor esté en un encrucijada que la obliga a tomar el toro por las astas: o se salva haciendo dolorosos ajustes o se vende a capitales extranjeros, dando fin a 80 años de cooperativismo tambero. Cualquiera de las dos alternativas implica traumas sociales y productivos. En el medio de esas opciones se ubica la idea de tomar deuda para sanear su estructura y luego conformar una alianza estratégica pero, lógicamente, cediendo el control gerencial.
La magnitud del problema que enfrenta esta industria cooperativa se explica en tres pilares decisivos: la ineficiencia productiva, la falta de competitividad y el inviable negocio con Venezuela.
Sancor procesa muy poca leche en relación al tamaño de su estructura y posee una exagerada plantilla de obreros que perciben los salarios más altos de toda la cadena láctea. Es decir: uno de los parámetros en el mundo para estimar la eficiencia de una industria láctea es calcular cuánta leche se procesa por empleado. El promedio de eficiencia en Nueva Zelanda, Australia, Francia o Estados Unidos (países líderes en el sector) se encuentra en 2 mil litros diarios por empleado, mientras que en Sancor este cálculo hoy arroja unos 450 litros.
Para tomar dimensión de la debacle hay que señalar que, a fines de la década del 90, SanCor se actualizó tecnológicamente para procesar 7 millones de litros de leche diarios en toda su estructura, momento en el que se convirtió en la empresa láctea más grande del país, por delante de Mastellone (La Serenísima), que procesaba 5,5 millones de litros.
Sin embargo, nunca llegó a trabajar a pleno con su estructura y su porcentaje de capacidad ociosa se fue ampliando con el paso de los años y el advenimiento de las crisis. En la última década, la producción de SanCor se estabilizó entre 3,5 y 4,5 millones de litros diarios, los cuales fluctuaban según períodos estacionales o coyunturales.
Pero en el último año la producción de SanCor comenzó a descender drásticamente hasta ubicarse en 2,5 millones de litros, producto del tremendo impacto productivo que provocaron dos inundaciones seguidas en el centro-oeste santafesino y centro-este cordobés. Esa merma productiva, subestimada por los gobiernos provinciales y el nacional, en la principal cuenca lechera del país tuvo un impacto demoledor para los pueblos y ciudades de los departamentos Castellanos, Las Colonias y San Cristóbal.
A la caída estacional de 10 a 15 por ciento por el verano se sumó el arrastre de una asfixia financiera que desde hacía seis meses venía desdoblando el pago por la materia prima en hasta 60 días. Muchos productores (también altamente endeudados y en crisis financiera) decidieron retirarse de la cooperativa y pasar a venderles su producción a otras industrias de la zona que, si bien no pagan el valor de Sancor, cancelan con sólo 15 días de atraso.
En el último mes se aceleró la sangría y hoy la recepción de la industria está en unos alarmantes 1.800.000 litros diarios. «La remisión de leche a nuestras plantas industriales ha disminuido considerablemente en los últimos días por lo que la cooperativa decidió la suspensión de actividades en algunas de sus instalaciones industriales», reconoció oficialmente la empresa la semana pasada, ratificando la información de que cuatro plantas (Coronel Moldes, Brinkmann, Charlone y Centeno) cerraron sus puertas, paralizando a 500 empleados en total (comenzarán a negociar su desvinculación).
El hermetismo comunicacional de SanCor es habitual en estas situaciones, por lo que toda la información disponible, si bien es filtrada por fuentes confiables desde el interior de la cooperativa, debe ser tomada como extraoficial. Pero hay algo que no admite dudas: el proceso de reestructuración ya comenzó.
Lo que trascendió hasta el momento es que, de los 4 mil empleados que posee en la actualidad, SanCor deberá desprenderse de al menos 1.500 ya que las condiciones para acceder a un salvataje (financiero o gubernamental) suelen ser exigentes en ese punto.
Sin confirmación oficial pero con un alto grado de credibilidad, se afirma que SanCor estaría a punto de conseguir un crédito de 400 millones de dólares en el mercado financiero internacional que le permitiría sanear su ineficiencia operativa, hacer frente a las desvinculaciones de personal y prepararse, de ese modo, para una alianza estratégica con un grupo inversor extranjero (que puede ser francés o neozelandés).
Todo esto, si bien es urgente para no entrar en concurso, tardará algunos meses en concretarse. Por eso, la decisión de paralizar algunas de sus plantas en forma inmediata fue una decisión que el Consejo tuvo que tomar para frenar el incremento de sus deudas. De las 15 plantas que posee, dejarían sólo nueve operativas en los próximos 60 días.
La magnitud de la deuda de SanCor es monstruosa: 2.400 millones de pesos (en 2016) y sumando. El año pasado la cooperativa vendió a Vicentín el 90 por ciento de su negocio de frescos (yogures, flanes y postres) por 100 millones de dólares, junto al traspaso de 600 trabajadores (de un total de 4.600 entonces).
Hacia 2006, SanCor se vio obligada a buscar un salvataje importante. En su momento, manejó dos posibilidades: o crear una sociedad anónima y vender más del 60 por ciento de la empresa al grupo Adecoagro (George Soros) por 120 millones de dólares o seguir siendo cooperativa de tamberos y recibir un préstamo del gobierno venezolano de Hugo Chávez (con la anuencia de Néstor Kirchner) por 80 millones de dólares. Optaron por la segunda opción.
El fideicomiso conformado para el canje de leche se cumplió, pero no benefició en lo más mínimo a SanCor, que no contenta con ese convenio profundizó las relaciones comerciales con Venezuela, acrecentando pasivos por la falta de pago. Según el gobierno actual, que no está dispuesto a seguir ayudando a Sancor en estos términos, ese país le adeuda a la cooperativa unos 1.000 millones de pesos.
“Hay que sostenerla”
El gobernador Miguel Lifschitz aseguró ayer que a SanCor “hay que sostenerla y ayudarla” para que la empresa supere las dificultades provocadas por problemas financieros, la caída del consumo de lácteos y la crisis de los tamberos. “Si bien podemos cuestionar a la gerencia, a SanCor no la podemos perder, es un patrimonio económico y cultural”, declaró.
http://www.lacapital.com.ar/la-cooperativa-lactea-mas-importante-del-pais-vuelve-enfrentarse-su-destino-final-n1356191.html

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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