I – A medida que se acerca la elección de agosto, la pelea Nación-Provincia va dejando al descubierto, que, detrás de la pelea electoral que las enfrenta, asoma cada vez con más nitidez la diferente naturaleza política de cada partido. En la semana, los campos de batalla en esa lucha desigual fueron ámbitos tan disímiles como la cuestión hídrica, la relación con los municipios y la lucha por el salario de los pampeanos.
II – El pedido a Nación de una urgente reunión del comité de Cuenca del Río V, paralizado pese a la gravedad que la inundación tiene en toda el área de la región hídrica del organismo, fue en la misma dirección que los esfuerzos que hace la provincia en el otro extremo del territorio peleando para que se reconozcan el comité de cuenca de los ríos que ingresan a la provincia desde Cuyo. En el caso del río V, el problema es la maniobra bonaerense, con la complicidad de Nación, para que La Pampa funcione a la manera de un “embalse” de los excedentes hídricos de la “zona núcleo” cordobesa-santafesina y no llegue a la otra “zona núcleo” bonaerense. Es la vieja política de las provincias tradicionales y más poderosas de usar a La Pampa como una zona de sacrificio. El desastre productivo que este movimiento de pinzas cordobés-bonaerense proyecta sobre nuestra provincia, tiene ribetes de escándalo. No solo por la interesada inacción del tándem Nación-Provincia de Buenos Aires, sino por la negligencia de cierta clase política, ligada al sector agropecuario, que no alcanza a superar la mezquindad de clase y boicotea los esfuerzos para encontrar un acuerdo que permita la salida del agua por su pendiente natural.
III – Pero si la inacción hídrica de Nación que tiene a La Pampa como víctima se puede explicar por cuestiones partidarias, ¿cómo se explica la idéntica actitud ante la emergencia sanitaria de la capital provincial que tiene atrapada en ese juego a una gestión del mismo color político?. En ese juego, una mezcla de suicidio político y canibalismo, los estrategas de Nación parecen mezclar la interna de Cambiemos con su función de gobierno más preocupados en sangrar al intendente capitalino que no juega a favor del candidato que apoya Macri en La Pampa. El resultado ha sido contrario al que buscaban pues empujaron a su mejor aliado en La Pampa, el intendente de Santa Rosa, a los brazos salvadores de su peor enemigo, el “peleador” Carlos Verna. Así le dieron al gobernador la oportunidad de dejar en claro que Santa Rosa tiene un mejor aliado en el gobierno provincial que en el nacional, pese a las diferencias políticas.
IV – Fue con el anuncio de intervención en el mercado de la leche que realizó el gobierno pampeano en la semana que se hizo patente con más claridad la distinta mirada sobre el papel de la política que distancia a Carlos Verna de Mauricio Macri, los nombres propios de la pelea que tiene el 13 de agosto su primer round. El gobierno de la provincia reaccionó de esta forma a uno de los dramas más graves que afrontan los sectores más vulnerables pero también los asalariados. La Argentina de Macri tiene el triste privilegio de ser el segundo país del mundo con la leche más cara y, peor aún, donde más aceleradamente se derrumba el consumo. La leche, huelga decirlo, es el alimento básico de la niñez y los números de la disminución son proporcionales a las mermas alimentarias que sufren un alto número de niños argentinos afectados por esa realidad. El anuncio de la provincia de la puesta en marcha de una planta láctea que funcionará como una “fábrica-escuela” apunta a vender leche de calidad más barata para contrarrestar la nefasta política láctea del gobierno nacional.
V – Retoma así La Pampa una vieja bandera que enarboló el cooperativismo eléctrico santarroseño hace medio siglo cuando la pasteurización era una novedad, la leche cruda un problema endémico y las plantas de elaboración ubicadas fuera de la provincia un despropósito económico. La creación de Lácteos Pampa en aquellos años tuvo idénticas motivaciones que las que hoy esgrime el gobierno de la provincia (además de la creación de una cuenca láctea que tuviera mejores condiciones de trato a los tamberos que las que les ofrecía el “mercado”). Ahora, la planta piquense que se anuncia está en línea con aquélla tradición de intervención de las fuerzas sociales y del Estado en la mejora concreta de la calidad de vida. Esta es, tal vez, la grieta que día a día separa más al gobierno nacional de las aspiraciones de una mayoría que aquí, en La Pampa, como en el resto del país, responde en las encuestas que el presidente gobierna para los ricos.
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