El precio del litro de leche fresca pasó de costar 12,25 pesos en enero de 2016 a 22,98 pesos en enero de este mismo año. El dato lo aporta nada menos que el INDEC, y el aumento entre puntas representa un incremento del 88%, muy por encima de la variación de precios en general o IPC.
A eso hay que agregar que el precio se mantuvo en alza durante todos los meses desde enero de aquel año hasta el que recién comienza. En otras palabras, en los 25 meses consecutivos el precio al público medido por el organismo estadístico (que representa promedios) siempre se incrementó.
La suba del precio de la leche vino acompañada con caída del consumo: -16,6% en 2017 según OCLA. Y también con una fortísima pérdida productiva: -17% solo el año pasado para el mismo producto, y un -6,7% para los lácteos en general. El consumidor que tiene algo más de poder adquisitivo se vuelca a leche en polvo o no refrigerada (larga vida) para ganarle algo a la inflación.
Estas últimas ventas crecieron 13,7% y 2,5% el último año. Pero también la producción disminuyó -7,1% para las “larga vida” y -1,7% para la leche entera en polvo. En cambio, los precios al público de esos productos continuaron en alza.
El precio al productor osciló en los 5,80 pesos el litro para el mes de enero de 2018, y a pesar de que representa un aumento del 17% en un año, está muy lejos del 24% de inflación que también mide el INDEC. Además, está por debajo del 21% del aumento del precio de la leche entera fresca al público a lo largo del año pasado.
El 20 de febrero retoma sus encuentros la Mesa Sectorial Lechera, y el sector espera que el día 27 el presidente Macri reciba a la cadena láctea para plantear sus necesidades. Lo cierto es que suba o baje la producción, disminuya o se incremente el consumo, los precios al público ascienden un escalón todos los meses.
