El mercado mundial de alimentos se transforma

Más que el precio de los productos, se comienza a valorar la calidad, la trazabilidad y su aporte para una alimentación sana y nutritiva. Es un tendencia central en Estados Unidos, Europa y también en China, donde crece la clase media.
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Más que el precio de los productos, se comienza a valorar la calidad, la trazabilidad y su aporte para una alimentación sana y nutritiva. Es un tendencia central en Estados Unidos, Europa y también en China, donde crece la clase media.
La cadena agroalimentaria mundial es conducida ahora desde el último eslabón, que es el consumo en los países avanzados, al que se ha integrado la demanda de la nueva clase media china.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA por sus siglas en inglés) estima que la demanda mundial de agroalimentos se duplica en 15 años, por la incorporación de 2.000 millones de personas que es preciso alimentar.
Esto ocurre cuando el proceso de urbanización se acelera, y en China 300 millones pasan del campo a la ciudad en 15 años.
Este auge poblacional es acompañado por la duplicación del ingreso per cápita cada 8 años, liderado por una nueva clase media que percibe entre U$S 15.000 y U$S 30.000 anuales.
A medida que los ingresos se elevan, disminuye el porcentaje destinado a la compra de alimentos; y crece la parte destinada a productos más sofisticados. Los países africanos destinan 80% de los ingresos a la compra de alimentos primarios; y ese porcentaje es menos de 15% en EE.UU. (FAO/OCDE).
La alimentación se funde con la cultura en el mundo avanzado, identificada como estilo de vida.
En el mundo hay 800 millones de personas desnutridas, que viven en su totalidad en Africa y el subcontinente indio. Son acompañadas por 1.300 millones que sufren de obesidad y enfermedades concomitantes, situadas sobre todo en EE.UU. y Europa (más de 30% de los adultos y 40% de los niños norteamericanos son obesos).
En EE.UU., salud y nutrición se han convertido en sinónimos, y hay un rechazo generalizado a los adictivos y contaminantes, en los seres humanos y el medioambiente.
El precio es lo de menos. Lo fundamental es la calidad del producto, su seguridad y la confiabilidad de la información sobre su trayectoria desde sus orígenes hasta las góndolas.
El precio ha dejado de ser en Estados Unidos argumento de compra en carnes y aves, y en las frutas es 10% y 2% en los vegetales.
En cambio, la confiabilidad de la información y la garantía de salubridad es crucial en más de 80% en las compras de lácteos y alimentos procesados.
La globalización es un proceso de uniformización de pautas de producción y consumo, y en ella carecen crecientemente de relevancia los productos de contenido “nacional”. No hay “folklore” en la industria agroalimentaria mundial.
La clase media china (300 millones ahora, 600 millones en 2020, el doble de la población estadounidense) dejó de comprar lácteos de ese origen en los últimos 10 años, y se volcó a la adquisición de marcas neozelandesas, australianas y norteamericanas, cuyo precio es entre 10 y 15 veces mayor.
El año pasado, fueron 115 millones los turistas chinos que viajaron al exterior, y la mitad lo hizo a EE.UU. y Europa, con un gasto de U$S 8.500 por viaje y cápita.
La producción agroalimentaria mundial enfrenta un proceso ineludible de diferenciación y “descomoditización”, que impone el consumo de China y Estados Unidos.
El consumo de manteca y margarina aumentó en EE.UU. 1,5% por año entre 2001 y 2006, y de pronto, en 2007, los productos “libres de grasa” comenzaron a crecer 6% por año; y los “bienes saludables” ocuparían 80% del mercado en la próxima década.
Se impone la reestructuración de toda la cadena agroalimentaria.
http://www.clarin.com

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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