China busca dominar el mercado lácteo global importando vacas

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En uno de los mayores arreos de ganado transoceánicos de la historia, unas 100.000 novillas de Uruguay, Australia y Nueva Zelanda se embarcarán este año en buques de transporte ganadero de varios pisos con destino a China.
El traslado es una pieza clave de la estrategia de China para satisfacer la creciente demanda interna de leche y reformar su industria láctea, luego de que un escándalo de leche contaminada en 2008 provocara muertes, devastara la producción y generara desconfianza entre los consumidores, que optaron por la leche importada.
La industria china de productos lácteos tiene un largo camino por recorrer: las vacas chinas son apenas la mitad de productivas que las de Estados Unidos. Pero tras dominar la fabricación de electrónicos, textiles y juguetes, el gobierno chino ha puesto la mira en la producción de leche. Ha establecido metas de producción, creado incentivos tributarios y de otra índole para los productores lecheros y alentado a los inversionistas extranjeros para que aporten capital y tecnología. Al mismo tiempo, China compra vacas extranjeras de alta producción en cantidades enormes.
Desde 2009, China se ha convertido en el mayor comprador de vacas lecheras a nivel global, haciendo subir los precios de las terneras en todo el mundo y ejerciendo presión sobre otros mercados, como el de la alfalfa y el semen de toro. Según la firma de investigación Global Trade Information Services, ha importado cerca de 250.000 terneras, que son las vacas que aún no se han reproducido. El año pasado gastó más de US$250 millones en 100.000 ejemplares.
Uruguay ha sido uno de los grandes beneficiarios. Cada productor recibe alrededor de US$800, frente a un precio inicial de US$400 en 2009, por cada vaca que sale del puerto de Montevideo, estima Alejo Guichón, director de la consultora uruguaya A&G, quien colaboró en la adaptación de los protocolos y condiciones comerciales para la exportación de vacas lecheras de Uruguay a China. El consultor señala que de las 150.000 terneras que Uruguay produce al año, alrededor de 36.000 serán embarcadas en 2012 con destino a China.
No sólo eso. Uruguay también vende el alimento necesario para las vacas en los cerca de 40 días que dura el viaje. Esa comida se produce en Uruguay o, en caso de que haya escasez, en Argentina.
Pero a algunos agricultores de los países que exportan sus preciadas terneras les preocupa que en los próximos años China pudiera pasar de ser cliente a rival en el mercado mundial de la leche.
«Es como constituir las manadas de nuestros competidores», advierte Nick Renyard, dueño de un establecimiento lechero con 550 cabezas en el estado de Victoria, Australia. «Es como vender las joyas de la familia. Sólo se puede hacer una vez».
Se espera que los envíos de vacas se mantengan al máximo nivel por varios años más, hasta que la industria láctea china intente alcanzar las metas gubernamentales de producción, que eventualmente podría destetar al país de la leche importada.
«Tenemos que resolver nuestros problemas lácteos por nuestra cuenta», dice Deng Jiuqiang, el millonario fundador y presidente de Modern Dairy, la firma que se convirtió rápidamente en el mayor productor de leche del país. Modern Dairy posee 15 tambos industriales y construye otros cuatro. La empresa cuenta con 128.759 cabezas de ganado e importa alrededor de 22.000 más al año, con el objetivo de llegar a 300.000 para 2015.
La empresa, que se beneficia de los subsidios e incentivos fiscales del Estado, también recibió una inyección de capital de unos US$150 millones de parte de KKR & Co., la firma de capital privado de EE.UU., y otros inversionistas. KKR instaló a dos consultores a tiempo completo en los tambos. «China tiene una corta historia de productos lácteos. Confío en que podemos hacerlo tan bien como Estados Unidos», señala Deng.
Para alcanzar esa meta, la industria láctea china deberá superar la persistente desconfianza por el escándalo de la melamina en 2008. En aquel momento la leche era escasa y el gobierno, preocupado por el alza de la inflación, presionó a los vendedores de leche para que mantuvieran bajos los precios, reduciendo las ganancias.
Los comerciantes y procesadores diluyeron la leche y le añadieron polvo de melamina tóxica para pasar las pruebas de proteínas crudas. Murieron al menos seis bebés y decenas de miles sufrieron problemas renales.
En respuesta, China implementó rápidamente una reforma. Los gobiernos provinciales prohibieron los tambos en los patios traseros e insistieron en que los pequeños operadores trasladaran sus animales a las instalaciones aprobadas por las autoridades, conocidas como hoteles de vacas, donde podían ser más fácilmente controladas por los inspectores.
Para estimular el crecimiento de grandes tambos, el gobierno ordenó que los principales procesadores lácteos del país —los que se abastecían de las granjas y convertían la leche cruda en leche embotellada, yogur, helado y queso— compraran un porcentaje significativo de su leche a los tambos de mayor envergadura.
Las empresas y los inversionistas extranjeros no han querido quedar al margen. Olympus Capital, firma de capital privado de Hong Kong, y Mueller Milch, una empresa láctea de Alemania, invirtieron en la industria lechera china.
La cooperativa neozelandesa Fonterra, mayor exportador mundial de productos lácteos, está construyendo su tercer establecimiento en China, abastecido con vacas neozelandesas.
Modern Dairy necesitaba vacas de primera calidad. Ante la imposibilidad de importar animales vivos de EE.UU., lo que está prohibido debido al brote del mal de la vaca loca en 2003 (el martes se confirmó un nuevo caso en California) la empresa recurrió a los envíos de Australia y Nueva Zelanda.
Cuando la demanda superó la oferta de esos países, recurrió a Uruguay, el país más alejado de China en el mundo. Son los únicos tres países aprobados para exportar vacas lecheras.
El proceso de exportar a China no es nada sencillo.
«El protocolo de registro es de control de calidad, que exige que el animal esté registrado por la asociación de criadores, que la vaca sea hija de toros de pedigrí y cuyas madres tengan una producción superior a 5.000 kilos de leche en 305 días, con 3,5% de grasa y 3% de proteínas», explica Guichón, el consultor.
—Matías Maciel contribuyó a este artículo.
http://online.wsj.com

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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