Argentina: Un país de #empresas chiquitas y cucos grandotes

Share on twitter
Share on facebook
Share on linkedin
Share on whatsapp
Share on email

Por si alguien no lo sabe, Argentina es un país de empresas raquíticas, sin capital y sin acceso al crédito.
Mientras clava un ortodoxo congelamiento de la economía con una clásica estampida de las tasas de interés, el gobierno de Cristina Fernández necesita culpar a alguien. Tiene que ser un chivo expiatorio fácilmente digerible para los prejuicios más arraigados de la cultura argentina y, sobre todo, por el kirchnerismo más emotivo e ideologizado. Y para eso, ya se sabe, la mejor pildorita es la de “las empresas”.
Allí está Jorge Capitanich, culpándolas de “apropiarse” de un “excedente indebido”. O el secretario de Comercio, Augusto Costa, hablando de “rentabilidad excesiva”, ambos orejeando un eventual límite por ley a las ganancias. La “gran Maduro”. Irresistible para el progresismo simplón.
En el fondo de ese discurso está la idea alimentada por décadas de que al verdadero poder lo tienen “pulpos concentrados” y “formadores de precios”, que hacen y deshacen.
Es una fábula hermosa. Aunque sólo sirve para la manipulación política.
Pocas y raquíticas
Por si alguien no lo sabe, las empresas argentinas son raquíticas, sin capital y sin crédito. En el mundo son Pyme, aunque esto sorprenda a nuestro chauvinismo ensimismado.
Basta ver los rankings internacionales. El de la revista América Economía, por ejemplo, muestra que Argentina tiene apenas 23 de las 500 empresas más grandes (por facturación bruta) de todo tipo en América latina; 4,6 por ciento del total. Países mucho más chicos tienen más empresas; como Perú, con 32 (ver infográfico). El caso chileno es asombroso: tiene una empresa en el ranking cada 242.500 habitantes. Argentina tiene una cada 1.786.500 habitantes. Pobres chilenos, rodeados de “pulpos”: su inflación 2013 fue de tres por ciento.
Empresas que nos parecen gigantes ni figuran: Sancor, La Serenísima, AGD, Electroingeniería, Roggio, Cartellone, Ledesma. La primera del ranking enteramente privada y de capitales completamente argentinos es Arcor, en el puesto 209.
Hay otros seleccionados. Entre las 500 empresas más grandes del mundo de Fortune, hay cuatro brasileñas, tres mejicanas, una venezolana y una colombiana. Argentina, cero.
Triste: ni frigorífico, ni láctea, ni cerealera
También se puede ver la desnutridísima capitalización bursátil de las firmas argentinas, condenadas a no crecer en una sociedad que no supo, no quiso o no tuvo qué invertir en ellas. Según el Banco Mundial, en 2012 el valor bursátil de las escasas firmas que cotizan equivalió a apenas 7,2 por ciento del producto interno bruto (PIB). En Brasil era del 54,6%; en Bolivia, 16,4%; en Chile, 116,1%; en Colombia, 70,9%; México, 44,6%.
¿Cómo es que el país que podría alimentar a varios otros no pudo crear, en más de 100 años de desarrollo agrícola y alimentario, ni una sola láctea global como Nestlé? ¿Ni un solo JBS, el frigorífico brasileño que es la 275ª empresa más grande del mundo? Tampoco hay una corredora de cereales argentina en las listas. Ni un banco que hubiera crecido operando esos capitales y el ahorro social. Ni una fábrica de alimentos como Kraft. Ni un gigante de maquinaria agrícola como John Deere.
¿Qué pasó? Es posible que en los últimos 70 años de saltimbanquis y sostenida propaganda antiempresaria, una serie interminable de pésimas políticas públicas haya comido toda posible acumulación en el sector privado.
De hecho, eso pasó en la última década. El gasto público consolidado nacional saltó de 29,4 por ciento del PIB en 2003 a 50,2 en 2013, según Ieral. Nadie le remarcó sus precios a la sociedad tanto como el “pulpo estatal”, que así parasitó al sector privado y terminó emitiendo billetes.
Sin embargo, los que inflaron esos precios se hacen los distraídos. Prefieren asustar a los chicos con el cuco. Y, de paso, realimentar este lacónico ciclo de ignorancia, prejuicio, raquitismo privado y pobreza.
www.lavoz.com.ar

Mirá También

Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

Te puede interesar

Notas
Relacionadas