#Argentina: Precios en la cadena de producción

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Los valores de los alimentos surgen de un proceso que comienza con el productor, pasa por la industria y termina con el minorista. Pero la inflación y otros factores llenaron de obstáculos este camino. Tres casos: la carne, la leche y el pan.
Los precios de los alimentos surgen de un proceso que comienza en el campo y termina en el comercio minorista. Esta cadena, propia de todas las economías del mundo, en Argentina funciona con elementos muy cambiantes que complican el proceso y en la cual empiezan a tallar la inflación y el poder de fijación de precios.
El lunes pasado, el ministro de Agricultura, Norberto Yahuar, calificó de “chorros” a los supermercados, acusándolo de remarcar demasiado y fijar un alto precio a la leche. El funcionario excluye en su análisis el largo camino que recorre el saché para llegar al mostrador: la leche empieza con el tambero, pasa por la planta industrial y termina en la góndola; cada paso involucra el transporte y agrega costos, intermediarios e impuestos.
Lo mismo sucede con la carne y el pan. Como puede observarse en esta página, la cadena de formación del valor de estos tres productos no tienen un eslabón con el poder suficiente para fijar precios en forma arbitraria, aunque en algunos casos haya actores de peso (Infografía).
En la leche y la carne, el productor cobra valores que no alientan a producir más. Cuando el producto no tiene demasiada elaboración, la incidencia de la industria es mínima.
El minorista, en tanto, dice que en promedio no puede aplicar márgenes superiores a 30 por ciento. El sector no está muy concentrado; los súper e hipermercados en Córdoba representan 40 por ciento del consumo, mientras que el 60 restante se reparte entre pequeños comercios.
Ahora, después de tantos años de alta inflación, se perdió la referencia y relación entre los precios. Un mismo producto en dos locales puede tener una diferencia de 130 por ciento, como el café instantáneo La Virginia en frasco de 100 gramos, según la lista de 500 productos de la Secretaría de Comercio Interior. “Cuando los precios cambian periódicamente el mercado se queda sin referencias. Hasta 2007, el menú (de alimentos) tenía un valor determinado; pero ahora, el proceso de formación de precios se ha viciado, ya no se sabe cuánto vale, todos los valores parecen bien y así es muy difícil competir”, explica Mariano Lamothe, economista de Abeceb.com.
El cierre de la importación elimina a un competidor de la industria local y un incentivo a la inversión. A esto debe sumarse la incidencia de impuestos nacionales, provinciales y municipales, que puede sumar más del 40 por ciento.
En esto coincide Benjamín Blanch, vicepresidente de la Cámara de Supermercados y Autoservicios de Córdoba (Casac), quien no sólo desmiente a Yahuar, sino que advierte: “El comercio es un solo lamento; se ha caído la rentabilidad”.
Al respecto, dice que para que un supermercado tenga una rentabilidad de 2,5 por ciento, debe remarcar con un 25 a 30 por ciento sobre el valor al que le vende la industria. Pero este margen no puede aplicarse a todos los productos. “Leche, pan, azúcar, aceite y yerba no pueden tener ese margen”, aclara. Aun así, muchos no cubren los costos operativos. “Los costos fijos son, al menos, 30 por ciento de la facturación”, dice.
Entre los pequeños comercios, el Centro de Almaceneros de Córdoba, recomienda a sus socios no aplicar márgenes superiores al 25 a 30 por ciento. Germán Romero, gerente de la entidad explica la diferencia de precios con las grandes superficies: “Los híper tienen más costos, pero más poder de compra; por eso una gaseosa vale allí 25 por ciento menos. Cada vez es más difícil cubrir costos y bajar rentabilidad”.
http://www.lavoz.com.ar

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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