#Argentina: Palabras de tamberos

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Tres cartas de lectores del Diario La Opinión de Rafaela sobre el conflicto tamberoHoy vi llorar a mi viejo
Sr. Director:
Hoy fue el peor día de mi vida. ¿Por qué se preguntarán? Porque vi llorar a mi viejo. Tipo duro si los hay en apariencia, pero más bueno que el pan cuando lo conocés. Laburador de toda la vida, junto a mi madre forjaron una familia, en la que junto a mis hermanos nos enseñaron que en la vida la palabra es un documento, un pacto, un acuerdo, en el que la honestidad (palabra casi desconocida el día de hoy) es un camino por el que uno subsiste y existe con un fin: hacer el bien sin mirar a quien.
Se fue abriendo paso en una actividad que lo apasiona desde sus años mozos: el tambo. Fue luchando con mi vieja por ordeñar las “overas”, como él las llama, sin importar el frío, calor, viento, lluvia, invierno o verano. Mientras tanto fueron padres. Nos dieron una educación. Nos enseñaron a ser buenas personas, eso que no se aprende en la escuela o en la calle sino en casa, en el seno familiar.
Pero también nos contagió su pasión por el tambo, por las vacas. Y así nos fuimos integrando a la empresa familiar. Digo integrando, porque siempre nos dio lugar para que estemos; primero aprendiendo esas cosas que la teoría de la facultad no te enseña; después, compartiendo decisiones, opinando, tratando de decidir entre todos que era lo mejor para la empresa; por último acompañando, ayudando, colaborando, delegando la responsabilidad en nosotros pero siempre escuchamos su opinión, la de la experiencia.
Y fueron pasando los años. Fuimos sorteando obstáculos. Crecimos. Abrimos otro tambo y a los pocos meses la inundación de 2007 nos llevó todo, y otra vez a empezar. Resembrar pasturas, trasladar animales y gente a otros campos, volver a invertir en insumos y semillas, tratando de salvar nuestro capital: las vacas. Y pudimos salir a flote con esfuerzo, con ganas, con tesón, con la ayuda de los dueños de los campos que alquilamos que aceptaron una baja hasta que las cosas mejoraran.
A fines de ese año, y con todas las complicaciones que eso trajo, cambiamos de empresa entregadora. Después de toda una vida, tanto de mi padre como nuestra y que empezó con nuestro abuelo, nos fuimos de la cooperativa madre de todas las cooperativas a una usina privada. Y los años siguieron pasando.
Hoy llegamos a una lucha desigual, rara, entre productores, por algo que debería estar regulado como en la mayoría de los países del mundo por el gobierno: el precio del litro de la leche.
Hace varios días que el piquete de los tamberos comenzó. Varios días en que los equipos de frío fueron llenándose hasta no poder más y llegar al día “D”: tirar leche. No la tiramos porque sí ni porque nos jactamos de guapos. La tiramos porque queremos ser escuchados, lo merecemos, somos habitantes de este bendito país. La tiramos para no aflojar, para torcer el brazo a la usina láctea, al supermercado, al gobierno. No queremos más de que lo que es: queremos el precio justo de tanto esfuerzo.
Hoy vi llorar a mi viejo. Porque en el momento que se abrió la canilla y la leche mansamente se fue abriendo paso por la reseca hierba, sus ojos se humedecieron y su voz se quebró al pronunciar “que en setenta años, es la primera vez que tiro la leche”. Ustedes no se imaginan la impotencia de no poder hacer nada, de mirarlo, de buscar las palabras y no encontrarlas, de pensar una solución y no hallarla.
Con esto no busco compasión ni comprensión, sino que trato de desahogarme, de reflejar en estas líneas la situación de muchos productores, que tienen historias parecidas a la nuestra, casi iguales, que no están preparados para pasar días y noches enteras a la intemperie, al frío o a la lluvia, lejos de sus familias, peleando con otros productores por dejar entrar o no un camión a descargar la leche.
Para finalizar y no extenderme demasiado, quiero hacer un pedido: a los colegas productores, que no aflojen, que sigan en la lucha, que demos pelea, siempre pacíficamente sin desmanes ni guerras; a las usinas lácteas, que reconsideren nuestra situación, que intenten “estirarse” lo más que puedan, que nos no vean como a un enemigo sino como a un socio que potencialmente puede ayudarlos a ser económicamente viables; y a los gobernantes provinciales y nacionales, que implementen normas y leyes que nos protejan, que la Argentina no sólo es soja sino que el sector lechero con las reglas claras y bien marcadas, puede dar ese plus que todos queremos.
Gracias y sepan disculpar por ser tan extenso,
Alejandro Biava
DNI 27891352
Presidente Comunal de San Antonio y por sobre todas las cosas, productor tambero.
Sacrificio tambero
Sr. Director:
Sinceramente me conmovió la Carta de Lectores que firma Alejandro Biava. Sé de esa tarea sacrificada y dura del tambero, donde no existen vacaciones, ni feriados, ni siquiera una sola jornada libre porque su continuidad no se puede interrumpir por motivos que no es necesario explicar.
Lo que más me apena y me duele es que por un maldito capricho se tuvieron que tirar tantos miles de litros de leche, incluso sabiendo que es un alimento tan útil, tan completo… por todas sus extraordinarias propiedades vitamínicas.
Creo que algún día vamos a llegar a comprender y a valorar… y también a justipreciar en su justa medida a la producción del campo que es la principal generadora de la riqueza económica que siempre se utiliza para embanderar y poner bien en alto el bienestar y el orgullo de todo un país.
Me uno y me solidarizo con esta Carta de Lectores con el angustiante mensaje escrito por ese productor de la vecina localidad de San Antonio, porque supe de esa tarea y puedo afirmar que desde siempre hubo que luchar y renegar para que el producto de la misma sea pagado en forma justa en relación a todo el esfuerzo y la voluntad que hay que volcar en la obtención de la leche.
Shirley Húbeli Bertone
L.C. 3.561.976
Cómo no vamos a llorar los viejos
Sr. Director:
Es la primera vez que me pongo a escribir algo que nunca hubiese deseado hacerlo. Tengo 80 años y muchas experiencias pasadas.
En la edición del pasado sábado 11 leí un artículo de un amigo refiriéndose a que por primera vez vio llorar a su viejo, y no es el único. A los que luchamos toda una vida por el movimiento cooperativo, este hecho pasado, donde ex cooperativistas bloqueaban nuestras plantas cooperativas, nos dolió hasta lo más profundo de nuestro ser.
Hace más de 30 años, recuerdo una reunión en el club Ferro de esta ciudad, en una situación similar a esta. Ante el ataque de los oradores en aquél momento, tuve -creo que por primera vez- que tomar el micrófono y llamarlos a la reflexión. Mientras los tamberos no nos unamos todos juntos, nunca vamos a poder defendernos.
Si no nos gusta la palabra «Cooperativa», busquemos otras opciones, pero unámonos, porque si no logramos unirnos siempre vamos a ser derrotados.
Somos los tamberos los últimos en la repartija. Han pasado más de 30 años y estamos igual o peor. ¿Cómo no vamos a llorar los viejos?
Eduardo Fassi
L.E. 6.276.947
http://www.diariolaopinion.com.ar

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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