La MNPL cuestionó la “errónea y reiterada” política de aplicar medidas intervencionistas.–Mala tos le siento al gato, compañero don Tecnológico. Ahora que se insinuaba una recuperación de los precios de la leche en tranquera de tambo, el congelamiento ordenado por el Gobierno a los supermercados mete presión a los proveedores y también le da excusas a la industria para regatear con los productores.
–Vea, camarada don Produ; si siempre con usted tenemos una sintonía casi única, en esta oportunidad tampoco lo voy a contradecir. Me estuve enterando de que las cadenas comerciales no están aceptando nuevas listas a sus proveedores, en este caso de productos lácteos, con el argumento de que tienen la obligación de denunciar ante la Secretaría de Comercio Interior a quienes se presenten con valores mayoristas “remarcados”.
–Al respecto, ¿qué reacción ha advertido usted entre los productores primarios?
–Vea, en relación con el freezer de Guillermo Moreno, en las últimas horas leí dos documentos públicos, uno de la Sociedad Rural Argentina y otro de la Mesa Nacional de Productores de Leche, ambos en abierto rechazo. La Rural expresó su “rotundo desacuerdo” con los controles de precios. Y advirtió que instaurar esas medidas para frenar la inflación que carcome los ingresos de la población ya ha demostrado su fracaso a lo largo de nuestra historia.
–¿Y la mesa de tamberos qué dice…?
–Que la lechería no ha encontrado eco y fustigó la errónea y reiterada política del Gobierno de aplicar medidas intervencionistas que distorsionan la competencia, desalientan la inversión y el crecimiento, sin resolver los problemas de quienes dice proteger. Y que un ejemplo de ello es el congelamiento de precios impuesto.
–Otra vez los productores pagan los platos rotos.
–Es lo que dicen los técnicos de la Rural: desde hace dos años el productor de leche recibe alrededor de 1,50 peso por litro, mientras que la leche en las góndolas aumentó 66 por ciento; un kilo de pan vale 10 veces más que uno de trigo y la carne al mostrador se incrementó un 19 por ciento en promedio respecto de 2011, mientras que el precio de la hacienda en pie sólo lo hizo en un ocho por ciento Quién se queda con la diferencia es la pregunta que todos se hacen.
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