Argentina: Las industrias #lácteas siguen trabajando sin novedades sobre las exportaciones

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Los rumores surgidos la semana anterior aún no son anuncios directos para las empresas lácteas. En nuestra región el ritmo de trabajo es el mismo y con contratos por sobre los cuatro mil dólares, que hacen que las ideas de Augusto Costa no se concreten en cierres de venta al exterior.
Creer que la inflación se cura de repente y por la restricción a las exportaciones es algo tan ingenuo como poco efectivo. Esta es la idea del Gobierno Nacional para todo.
Mientras hace casi dos meses que prometió ayudas para los tamberos y no movió ni un dedo en ponerlas en práctica, ahora comienza a trascender la idea de seguir con los lácteos el camino de la carne con la reciente idea de no dejar exportar, salvo lo inevitable.
Para entender el desacierto hay que hacer historia.
En enero la Nación pedía casi desesperadamente que la lechería crezca al nueve por ciento, que el objetivo era posible a pesar de los plazos biológicos de las vacas, de las condiciones del clima e incluso de la inestabilidad política que nunca asegura inversiones. Desconfiados tamberos e industriales no avanzaron de inmediato y con razón, porque febrero llegó con la restricción en la entrega de permisos de exportación, porque sí. Desde allí todos los industriales, de todos los tamaños supieron que no podrían vender más que en 2014, tampoco había con qué y así se desarrolló el año.
Comenzaron los reclamos de productores, los humores se alteraron y a pesar que Jorge Videla intentó negarlo en Sunchales, Augusto Costa pedía en mayo, con modos poco gentiles que el litro de leche no se pague más de tres pesos, cuestión que terminara reconociendo hace poco más de un mes en el encuentro mantenido, para nada, con tamberos, dirigentes e incluso referentes políticos santafesinos.
Después de eso hubo un movimiento irrisorio del precio, quedando ahora en un promedio muy general del 3,20 pesos por litro de materia prima. Mientras, en la góndola y sin culpa alguna de las exportaciones, la señora compra en el supermercado a la leche en más de 11 pesos y la escalada sigue.
Es un momento complejo, en el que las peleas internas en los ministerios abundan, que la medición del poder de cada sector del kirchnerismo le gana a la necesidad de mejorar el rumbo político y es así que surgen todo tipo de trascendidos que sólo consiguen seguir debilitando al sistema económico nacional.
Según publicara Matías Longoni ayer en Clarín, la semana anterior en una reunión al estilo Moreno, bastante olvidado en relación a los daños causados a la actividad comercial, Costa nuevamente habría esbozado la idea de “pisar” a la lechería. Por supuesto que sin entender ni un ápice de lo que es el negocio lechero, les habría dicho a algunos industriales que no habilitaría permisos de exportación por menos de cuatro mil dólares la tonelada, en referencia a la leche en polvo, como si fuera el único producto que sale del país. La LEP cotizó hace dos semanas en unos 2.900 dólares por tonelada en la última subasta electrónica de Fonterra, pero lo cierto es que los contratos que se generan en Argentina por más de cuatro mil dólares en el promedio, por lo tanto y según reflexionaran varios de los referentes industriales de nuestra región, para la inminente primavera la leche podría abundar y el abarrotamiento del mercado haría que se tengan que sacar productos a cualquier costo, demostrando en la práctica la irracionalidad de las medidas, como siempre.
Pero él cree que las miles de bolsas de leche en polvo que se producen en el país por día tienen lugar en el mercado interno, se ve que no conoce siquiera los hábitos de consumo de los argentinos, mucho menos, la agilidad del mercado que tiene más de 210 litros del leche al año per cápita en la demanda interna, que se satisface con una amplia variedad de productos.
Costa no comprende que de no bajar en general los lácteos su precio, por estrategias económicas más desarrolladas que el cierre caprichoso de los mercados externos, esa cifra de consumo se deteriorará más rápido de lo que podría imaginar si lo pensara. Ya hoy son las segundas marcas o los productos de menor calidad los que ganan al momento de elegir las amas de casa su compra en las heladeras de los supermercados, porque los lácteos parecen artículos de lujo en el consumo alimentario y la progresión seguiría tal cual, o sea, para abajo.
Ante todo esto, claro que falta que Atilra plantee su necesidad de mejora salarial, una de las más elevadas a nivel nacional, pero siempre la última en la lista de orden. Cada vez las cargas laborales son más para las empresas lácteas que a mayor cantidad de empleados, más deterioradas se encuentran. Se dice que los lecheros pedirían el 40 por ciento de aumento, para cerrar en unos cinco puntos por debajo, pero claramente será un golpe fuerte para industrias grandes y chicas que atraviesan un año muy difícil en cuanto a la productividad y las cuentas.
NADIE SABE NADA
Desde el fin de semana LA OPINION estuvo consultando al respecto del trascendido. Ninguna de las empresas de nuestra región tiene nada formalizado. Todos siguen trabajando como hasta ahora, con la precariedad en la extensión de Roe Blancos como se venía dando hasta el momento, tratando de conformar a clientes internacionales y sin dejar de buscar oportunidades de nuevos mercados, por lo que abunda en este país es la voluntad de dar pelea, no para crecer, sino para mantenerse y sobre todo ante este tipo de medidas que están más del lado de la ridiculez, que de la racionalidad.
La lógica política no existe, ni en el nombramiento de funcionarios, ni en la toma de decisiones sector por sector, ni en el análisis en perspectiva de los mercados, ni siquiera en la justificación de los dichos que hemos escuchados repetidas veces en estos largos diez años, porque con sus consecuencias valen más que eso.
Todo es improvisado, como salga, como se pueda y bien “a la argentina”. Así el deterioro del prestigio que supo tener este país a nivel productivo es entendible. Los incumplimientos de compromisos internacionales, las caídas de precios, la pérdida de las oportunidades resultan una constante irracional, pero bien propia de una administración que no acertó en nada durante esta década para el sector agropecuario. Esto es innegable, porque las únicas ventajas que se pueden haber presentado estuvieron sujetas a mejores cotizaciones internacionales, o demandas elevadas por alternativas negativas en otros mercados, pero jamás por la adecuación de las políticas a la realidad y a las necesidades, incluso, de la propia caja oficial, bien alimentada entre campañas electorales y agrícolas por los dólares bien verdes de la soja.
Por Elida Thiery (redacción LA OPINION) –

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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