#Argentina: «La lechería santafesina necesita ser escuchada y apoyada»

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Si tuviéramos que definir la situación de la lechería nacional, y la santafesina en particular, podemos resumirla en dos ejes, opuestos, que conviven manteniendo en pie a una actividad duramente castigada, la de la cadena de la leche: la pérdida de oportunidades, el achicamiento y la inequidad de la cadena completa por un lado; y, por el otro, la potencialidad intacta y el enorme know how –saber cómo hacerlo- y amor por la actividad. En un extremo, la agresión constante, la pérdida de competitividad y la falta de promoción que caracterizan a las políticas del gobierno nacional para el sector y para todo el campo; y en el otro, la capacidad asociativa, la modernización constante y el empuje de nuestros tamberos y nuestras PYMES lácteas.
Me interesa mucho más la parte positiva, aquella que nos permitirá ayudar a desarrollar esta noble actividad, tan arraigada en mi provincia, Santa Fe. Cuando se termine este modelo nacional, que ataca al que trabaja y produce, habrá que reconstruir rápidamente, sobre los valores compartidos, toda la potencialidad de nuestra lechería, de la cual Santa Fe es principal protagonista con su amplia cuenca lechera con epicentro en el oeste provincial.
Sobre el gobierno nacional, que es el responsable del marco estructural en que se desenvuelve la actividad, baste decir que durante la última década –según precisaron desde la Mesa Nacional Lechera – desaparecieron alrededor de 7.000 tambos en la Argentina, buena parte de ellos en nuestra provincia. Y que la leche tiene para la mesa del ciudadano común el costo relativo más alto de las últimas décadas, mucho más cara que en países que no son productores.
Solo ha crecido la cantidad de litros a partir de la tecnificación sostenida en la producción primaria y en la industria, pero se ha achicado la base del negocio, hay una fuerte concentración, no se aprovecharon oportunidades internacionales muy claras, no se condujo ni propuso un diálogo enriquecedor dentro la cadena y, lamentablemente, no contamos con un producto básico «económico», tal como se pregonaba, para sacrificar muchas de las enumeraciones anteriores. Al contrario.
Nuestra provincia, Santa Fe, posee tradición y gran peso en la lechería nacional y su cuenca central tiene alta concentración de tambos e industrias, algunas de ellas, centenarias. Aportamos un tercio de toda la producción nacional, tenemos la mayor cantidad de tambos (más de 4.000 de los 11.800 que sobreviven en el país, casi 40% del total nacional, por delante de Córdoba y Buenos Aires) y la mayor capacidad instalada para el procesamiento de leche de todo el país, incluyendo una de la más altas en capacidad ociosa, lo que permite proyectar más crecimiento. Fue y es la mayor productora de leche del país. Si bien nuestra provincia está segunda en cantidad de cabezas de ganado por tambos -detrás de las dos provincias mencionadas- lidera claramente el segmento de los pequeños y medianos establecimientos.
Contamos además con más de 170 plantas procesadoras diseminadas en todo el territorio; la mayor concentración se verifica en el departamento Castellanos y en Las Colonias, seguidas por San Cristóbal –especialmente el oeste, fuerte productor- y San Martín, todos ellos en la denominada cuenca central. Hay una segunda cuenca, sur, de alta capacidad productiva, que ha ido perdiendo protagonismo ante el avance de la agricultura en general y de la soja en particular.
Se estima que la producción primaria emplea a unas 9.000 familias rurales y que la industria suma otros 8000 aproximadamente. Pero hay aquí un par de intangibles que es preciso registrar: a diferencia de la agricultura, el tipo de trabajo del tambo fija población rural -el tambero vive la mayoría de las veces con su familia en el campo- y aporta dinero constante al circuito comercial de cada pueblo o localidad cercana. Por eso en muchos de ellas, el tambo marca buena parte del pulso y sostiene la actividad en general de su propio lugar de producción. De allí la importancia de defender, también por este motivo, a la actividad lechera: cada tambo que se cierra es una tapera más en el campo, y una familia que emigra en difíciles condiciones a la ciudad.
Santa Fe cuenta además con una rica red de proveedores, transportistas y aportantes indirectos, tanto en la producción primaria como en la industria: mucha gente vive de la actividad lechera aunque no se trate de empleo directo. A ello hay que sumarle, como parte de su know how, una alta transferencia de conocimientos de universidades, del Ministerio de la Producción de la provincia, centros de estudios, INTA, grupos CREA, las rurales, los cabañeros y hasta las propias industrias, que permanentemente elaboran estudios, forman personal y perfeccionan genética y manejo. Vale decir que hay un entramado virtuoso que acompaña y muchas veces empuja a la propia capacidad productiva, tanto primaria como industrial.
Por último, a diferencia de lo que sucede a nivel nacional, en Santa Fe hay acompañamiento, planificación y concertación con el gobierno provincial. Tanto el presidente de CARSFE (entidad que pertenece a CRA) Francisco Mayoraz, como el titular de Federaciones Agrarias Argentinas (FAA), Eduardo Bussi, destacaron esa capacidad del estado santafesino de dialogar y trabajar junto con sus productores.
Todas estas características son las que me alientan a insistir con el gran número de acciones conjuntas que permitirán potenciar nuestra producción primaria, aumentar y diversificar aún más nuestra producción fabril y nuestra capacidad exportadora, aumentar considerablemente la capacidad de secado, entre otras, para retomar la senda del crecimiento sostenido que nunca debimos abandonar.
Para ello es imprescindible retornar a la normalidad: debemos poder dialogar con quienes trabajan. No son nuestros enemigos. Son herederos además de una tradición y una cultura de trabajo, valores que debemos recuperar cuanto antes. Brasil trabaja con sus productores, no contra ellos. Y lo mismo hacen Uruguay, Chile y el gran número de países que pudieron avanzar, aun partiendo de ventajas comparativas de muy inferior rango que las que exhiben históricamente nuestro país y nuestra provincia. Es absolutamente posible: sólo hay que enfocarse en trabajar en forma conjunta, planificada, respetando y potenciando a cada uno de los actores de la cadena. Por eso tenemos que estar en Congreso Nacional, para defender nuestros intereses como santafesinos y potenciar una actividad que nos enorgullece.
http://eldepartamental.com

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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