#Argentina, Intensificación: hacer números sin descuidar el factor ambiental

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Encierre de rodeos, dietas muy medidas e infraestructura para el bienestar animal en los establecimientos más productivos.Marull. En el noreste de la provincia de Córdoba se desarrolla uno de los principales polos de producción lechera, con el confinamiento del rodeo como eje de establecimientos rentables e innovadores, que apuestan a la tecnología de punta para aumentar el rendimiento individual y por hectárea.
Entre los departamentos San Justo y Río Primero, a pocos kilómetros de la costa de la laguna Mar Chiquita, familias que vienen de varias generaciones desarrollando sus tambos en torno de las localidades de Marull y La Para, apostaron fuerte en las últimas décadas a planteos de avanzada. El encierro de rodeos, la conformación de dietas muy medidas, el mejoramiento del bienestar animal con la incorporación de infraestructura, y la adquisición de tecnología de punta para extremar la eficiencia del ordeñe son algunas de las clave del éxito de sus tambos.
Llegó para quedarse. La intensificación dio sus primeros pasos en la zona con la inseminación artificial, en 1972. Un año después ya hacían control lechero. A finales de los ‘70 comenzaron con los grupos de asesoramiento. Luego incorporaron equipos de frío y división del rodeo. De acuerdo con lo que sostiene Rubén Scolari, productor y asesor de la zona, “el confinamiento ha llegado para quedarse”.
La evolución marca que se pasó de ocho a 24 litros/día por vaca en ordeñe, y que la producción promedio de los tambos pasó de 450 a 4.500 litros diarios. Esto fue acompañado por el incremento de los rodeos, que pasaron de 50 a 200 vacas en general, aunque con una reducción significativa de la cantidad de establecimientos.
La vaca está en el centro de la escena. “Encerramos porque la vaca da más leche si la mimamos y la cuidamos. Indefectiblemente termina agradeciéndonos con mayor producción. De esta manera se puede maximizar el potencial genético del animal, controlar mejor su alimentación y se le da todo el confort necesario para que se exprese de la mejor manera, que es dando más leche”, agregó el asesor y productor.
Scolari fue uno de los primeros en tomar la palabra en un tour que organizó TodoAgro y al que fue invitado La Voz del Campo para recorrer cinco establecimientos.
El modelo de explotación pasó de un pastoreo a campo, en el que a lo sumo se dividía el rodeo en uno de punta y otro de cola, a dejar de a poco las alfalfas para comenzar a hacer fardos y rollos. Hoy ni se discute el beneficio del silo y la necesidad de tenerlo todo el año, junto a la suplementación, como factor clave que permite dietas balanceadas. La transformación fue hacia un modelo concentrado de mayor cantidad de litros, con más litros libres de costos por hectárea, y mayor carga y productividad.
Todo esto, en un contexto de hectáreas agrícolas cada vez más caras. En el departamento San Justo se pasó de 300.000 a 500.000 hectáreas de soja, ocupando un 30 por ciento de la superficie agrícola.
Todos en pista. Las estructuras de las pistas de alimentación ya son parte del paisaje. Su manejo incluye detalles que muchas veces se van aprendiendo a resolver sobre la marcha. En el caso del campo de Pepe Vaira y su hijo Germán, comenzaron con el encierre hace tres años y debieron afrontar dificultades en el aprovisionamiento de alimentos y manejo de la hacienda cuando llovía. La construcción de la pista colaboró con el confort animal, que mejoró con una cobertura de zinc y un sistema de aspersión que está en desarrollo.
La pista a cielo abierto provocaba caídas de producción por altas temperaturas. La protección brindada el último verano permitió corroborar que, entre octubre y marzo, lograron 15 por ciento más de producción que el año anterior, con un seis por ciento más de vacas en ordeñe. “Traducido a dinero, es una inversión amortizable”, destacó Carlos Novaira, asesor del tambo. Explicó que toda la inversión se desarrolló con auto financiamiento y baja participación de créditos.
Acompañaron esta inversión con nueva planta de silo para acopiar todos los productos y trabajar más ordenados e incorporaron herramientas adecuadas para dar la ración. “En este momento se puede medir todo. El costo de alimentación es importante, pero la recuperación en el aprovechamiento del animal lo es más. No tenemos pérdida”, señaló Germán Vaira.
Los primos Mauricio y Raúl Mercol plantean su esquema sobre 1.500 hectáreas alquiladas. Para poder “sacarle el jugo a las vacas y la tierra” tratan de aprovechar al máximo la genética e intensificar para “licuar los costos y hacer sustentable el sistema”.
Manejar el ambiente. Hace cuatro años que conviven con este esquema donde la carga es de 2,4 vacas por hectárea. “Dentro de las amenazas que tiene el sistema, una es el ambiente. Hay que manejarlo bien, porque si no se le da confort a la vaca, atenta contra la productividad. El nuestro es un sistema de baja inversión. Probamos para ver cómo nos iba, pero siempre tratando de dar el máximo confort”, explicó Mauricio Mercol.
El establecimiento tiene un promedio de 32,5 litros de producción por vaca/día, con el rodeo dividido en cuatro lotes: punta, alta, cola y rechazo. Un cuarto del rodeo está en un promedio de 38 litros por día y todo se ordeña tres veces.
Tres ordeñes. Mauro Gorgalino, asesor de los primos Mercol, comentó que la mayoría de los tambos intensificados ya están en tres ordeñes, pero dar el salto depende del volumen. “Agregar un ordeñe más significa un 15 por ciento de aumento de producción, con un cuatro por ciento de aumento de costos. Si son vacas de 20 litros, los números no son tan brillantes. Pero si se llega a un promedio de 30 litros, esto hace que el negocio sea totalmente rentable”, explicó. En este caso, al salto lo dieron luego de establecerse en 28 litros diarios durante siete meses. “Largamos los tres ordeñes y ahora estamos en una media de 33 litros”, dijo el profesional.
Agregó que esto trae beneficios para la salud de la vaca con respecto a mastitis, pero que una vez adoptado este régimen, todo el rodeo debe hacerlo, sin diferenciar entre lotes.
“La intensificación no sólo es más litros por vaca. Sino evaluar carga y productividad de materia seca por hectárea. La media nacional en tambos tradicionales es de ocho mil a nueve mil litros por hectárea y en estos sistemas, la media es de 20 mil a 23 mil litros por hectárea año”, sostuvo el productor.
Fábrica de leche
Tambo de punta. El establecimiento Don Aladino, de Raúl Barrea, construye instalaciones totalmente automatizadas, con un tambo rotativo, tipo “calesita”, con 40 bajadas y capacidad para atender 1.200 animales a un ritmo de ordeñe de 230 vacas por hora.
Metas. La inversión apunta a un esquema que se ubique por encima de las coyunturas de precios y pretende superar los 15.000 litros/día actuales. Es uno de los modelos más avanzados, con funcionamiento similar a la línea de montaje de una fábrica. “Se busca reducir el tiempo de espera y el estrés del animal”, explicó el productor. El edificio, de dos plantas, tiene un sistema integral de recuperación de agua y efluentes.
http://www.lavoz.com.ar/marull/intensificacion-hacer-numeros-sin-descuidar-factor-ambiental

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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