#Argentina: Formadores de precios: quién tiene la culpa

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La distorsión de precios entre lo que percibe el productor rural y lo que paga el consumidor en góndola por el mismo producto alcanza niveles insólitos. El Gobierno acusa a los grandes supermercados de remarcar, pero tanto empresas como sectores del agro atribuyen a la inflación los aumentos en la cadena de comercialización. Las claves de un escenario en donde todos pierden.
Con la lista en mano, un consumidor porteño avanza entre las góndolas del supermercado. Pan: compra un kilo de miñones y paga 12 veces más de lo que percibió un chacarero en Marcos Juárez por ese mismo kilo de trigo.
Tomate: elige y pesa medio kilo de tomates perita. Paga 17 veces más que lo que recibió un productor correntino cuando vendió esos mismos tomates.
Leche: se fija el vencimiento y agarra un cartón de leche entera. Paga cuatro veces más de lo que ganó un tambero de Sunchales por ese litro de leche.
El listado de compras continúa, pero el punto es claro: la distorsión de precios entre lo que se le paga al productor agropecuario y lo que paga en góndola el consumidor llega por estos días a niveles insólitos en la Argentina.
Así las cosas, el primer y el último eslabón de la cadena de comercialización pierden. Y la pregunta se impone: ¿quién gana con este modelo?
Esta semana el ministro el ministro de Agricultura, Norberto Yauhar, apuntó contra las grandes cadenas de supermercados. “¡Son chorros, amigo!”, disparó en una entrevista, en la que acusó al sector de “ganar más que la industria y que los productores juntos por prestar una góndola y poner una cajera”. Además, denunció que mientras en Europa los supermercadistas remarcan un 8%, los de la Argentina lo hacen un 35%.
La respuesta de las cadenas a las críticas del Gobierno no se hizo esperar. La Federación Argentina de Supermercados y Autoservicios, que agrupa a las principales tiendas, salió al cruce de las declaraciones oficiales. Su vocero, Fernando Aguirre, sostuvo que el cálculo realizado por el ministro para cuestionar el precio que tienen los productos en los supermercados «es una simplificación que no resiste ningún análisis».
«El súper tiene que pagar al productor, los sueldos y contribuir con los impuestos. De ese esquema, lo que le queda a los súper es un 6%. Pero se confunden dos conceptos, el 35% es el marcaje que el comercio pone sobre el producto que recibe del proveedor para pagar al proveedor, al Estado y los salarios. De eso le queda un 6% con el que tiene que pagar seguridad, luz y todo el resto de los gastos», explicó Aguirre en declaraciones radiales.
En tanto, uno de los sectores que más terreno ganó en el último tiempo, el de los supermercados chinos, también dejó clara su postura. El director ejecutivo de la Cámara de Autoservicios y Supermercados de Residentes Chinos de la Argentina, Miguel Calvete, sostuvo que las grandes cadenas de supermercados son «los verdaderos formadores de precios», y las acusó de tener márgenes de rentabilidad «mucho más grandes» que los que tienen los locales más pequeños.
Según el directivo, «en algunos casos, la rentabilidad es de más del 35 por ciento. Han generado un colchón, y tienen un margen de ganancia que supera los 30 puntos. Si nos remitimos a los costos de los productos, vamos a encontrar diferenciales de precios que oscilan entre el 25 y el 40 por ciento. Evidentemente, los márgenes son mucho más grandes».
Problemas de fondo
En la era del “Mirar para Cuidar”, las principales empresas de supermercados e hipermerdos -ya sean nacionales o extranjeras- son señaladas por el Gobierno como las responsables de formar precios. Lo cierto es que comercializan cerca del 60 por ciento de los alimentos y bebidas que se consumen en el país. Y sólo las tres primeras -Carrefour, Cencosud y Coto- concentran el 70 por ciento del total de las ventas del sector, según se desprende de un informe de la Federación Argentina de Empleados de Comercios y Servicios (FAECyS).
Sin embargo, los supermercadistas niegan tener márgenes de ganancias exageradas y se desligan de la responsabilidad de la suba de precios generalizada. De hecho, desafían al Gobierno a “sentarse y hacer los números, centavo por centavo”.
Así las cosas, los interrogantes se mantienen: ¿quién se está beneficiando con el actual esquema? O más puntualmente, ¿qué eslabón de la cadena de comercialización tiene la culpa de que los precios lleguen con semejantes aumentos a las góndolas?
Para Juan Rey Kelly, economista de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), “en el fondo, el problema no está en la cadena de comercialización, sino en la política inflacionaria y en la restricciones a las exportaciones”.
Autor de una serie de informes titulados “De la tierra a la mesa”, en la que deja en evidencia la abismal brecha que existe entre lo que paga el consumidor en la góndola y lo que percibe el productor rural, CRA utiliza el caso de la leche para explicar cómo y por qué se produce la distorsión de precios.
“En la industria láctea, prácticamente no se ha modificado el precio de la materia prima en los últimos dos años y, sin embargo, hay un incremento en el precio del consumidor de casi el 50%», sostiene Rey Kelly en diálogo con El Cronista WE. Y agrega: “Si se considera que la incidencia del precio de la leche como materia prima en el precio final que paga el consumidor es de apenas el 25%, esto demuestra que otros factores, que dependen de las expectativas inflacionarias como son el precio de los alquileres, los salarios, la logística y los servicios, son los que terminan explicando los aumentos en el precio final».
El caso de la carne vacuna, señalan desde CRA, es aún más ilustrativo. A raíz de los inconvenientes por los derechos de importación y la falta de competitividad por el tipo de cambio, termina habiendo una sobreabundancia de carne. Y eso lleva a que se derrumbe el valor de la materia prima. “Sin embargo, en el precio final hay una rigidez a la baja y eso se explica otra vez porque el resto de los eslabones siguen aumentando mucho», sostienen.
En la misma línea, fuentes del sector supermercadista señalan que los crecientes costos salariales, la presión tributaria récord y los gastos operativos en un contexto inflacionario de entre el 23% y el 25%, según estiman las consultoras privadas, son variables que influyen cada vez más en la formación de precios.
Por caso, argumentan, esta semana volvieron a subir en todo el país las naftas y el gasoil. YPF instrumentó aumentos de hasta el 3% y al instante la imitaron el resto de las petroleras. Desde que el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, fijó el escenario de precios máximos en abril pasado, el incremento que evidenció la compañía estatal en gasoil fue del 11%.
El precio de la moda
Otro de las industrias emblemáticas en cuanto a la distorsión que existe entre lo que gana el productor y lo que paga el usuario final es la de indumentaria. Desde la fundación ProTejer elaboraron una detallada explicación de la formación del precio de la ropa en la cadena textil.
Tomando como ejemplo a una camisa de algodón de marca, el hilado representa un 2% del precio final, los procesos industriales (tejeduría, teñido, etc.) explican un 7% y la confección representa un 11% del valor total.
Por otro lado, al tratarse de una prenda de marca, el diseño, desarrollo de producto, publicidad y marketing dan cuenta de un 20% del precio final de una camisa. En tanto, los impuestos que se abonan en todo el proceso (IVA, ganancias, ingresos brutos, etc.) representan un 25% del precio.
Finalmente, el resto del precio final abonado por el consumidor, alrededor de un 35%, son los costos asociados a la etapa de la comercialización.
“Esto significa que si tomamos una camisa con un precio final de 400 pesos, 160 los gana la industria textil y de indumentaria, 100 se van en impuestos y los 140 restantes remuneran al canal comercial y financiero”, analizan desde ProTejer. Y concluyen: “Es decir que menos de la mitad del precio de una prenda se utiliza para cubrir los costos de la cadena”.
De esta forma, desde el sector textil sostienen que los elevados precios de la indumentaria en el sector formal de comercialización “poco tienen que ver con deficiencias productivas sectoriales, sino principalmente con una revalorización de locales comerciales, mayores costos financieros y elevados gastos de las marcas de indumentaria para posicionarse en el anhelado segmento premium del mercado”.
Mirar para cuidar
En sintonía con el programa de control de precios por parte de militantes K junto a autoridades de la Subsecretaría de Defensa del Consumidor que lanzó el oficialismo sobre un listado de 500 productos, los sectores sospechados de remarcar precios sostienen que existen controles institucionales para que esto no suceda.
Algo en lo que parcialmente parece coincidir Calvete, de la cámara de supermercados chinos. «El que tiene que controlar esto es el propio consumidor, a partir de las asociaciones de defensa. Creo que no se les está dando el lugar que corresponde a esas organizaciones y tampoco a las pequeñas y medianas industrias. La cartelización es muy grande».
Mientras el debate continúa, los consumidores pierden y los los productores, también.
“No hay beneficiados con este modelo. El único que gana es el propio Gobierno, con el impuesto inflacionario», confía fuera de micrófono un empresario del sector de alimentos.
http://www.cronista.com

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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