#Argentina: El tambo chico frente a los altos costos

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Con precios que se deterioraron a lo largo de dos años, los tambos chicos quedaron desfinanciados y endeudados. El caso del veterinario Gabriel Bono, en Clucellas, refleja las dificultades para sobrellevar épocas donde el clima y el bajo precio por la materia prima ponen a prueba la templanza del productor, para no abandonar la actividad.Gabriel Bono llegó a Clucellas hace 21 años donde se desempeñó como veterinario,  atendiendo el tambo de Omar Bellochio, entre otros establecimientos. Acuciado por un momento de crisis, Bellochio lo invitó a constituir una sociedad y se inició una buena relación. Gabriel terminó alquilándole el campo, le compró las vacas y quedó al frente del tambo. Por aquel entonces lo respaldaba su actividad como veterinario, su esposa también es veterinaria, lo que le permitió instalarse en esa población con el negocio y de paso, atender a pequeños animales.
Eso ocurrió en 2003, la estructura era precaria con pocas vacas para ordeñar (70) y por lo tanto el desafío era mejorar para no morir en el intento. Como en pocos años se fueron cerrando en ese distrito numerosos tambos pequeños, a Gabriel le fue quedando tiempo libre, que lo dedicó para atender el tambo. La situación fue mejorando lentamente y eso le permitió en 2007 reformar la estructura de ordeño, instalar una ordeñadora de 10 bajadas con fosa, comprar algunas vaquillonas y mejorar algunos otros aspectos.
Gabriel cuenta que el rodeo tiene una historia genética de 15 años con inseminación, que utiliza semen del CIALE  y algo importado de Genpro. «Cuando llegué a Clucellas vacunábamos hasta 21.000 cabezas de ganado, hoy apenas se superan las 10.000, ni los invernadores quedaron. Todos los espacios fueron  ocupados por la soja», memora.
Nuestro Agro (NA) – ¿Cómo siguió adelante?
Gabriel Bono (GB) –  Con mucho empeño, con coraje como suele decirse, aprovechando algunos años buenos que tuvo la lechería, crecí con recursos propios, entre 2010 y 2011  pude comprar algunas herramientas imprescindibles como una picadora, un carro forrajero, una moledora de rollos, un  rastrillo, un pinche doble y el año pasado ya no se pudo hacer ninguna inversión.
Recuerda que en 2007 los números también fueron buenos y fue en ese momento que logró instalar un nuevo equipamiento de ordeño, de 10 bajadas, dos tanques de frío 4200 y 3600 ts. Pero en 2012 y lo que va de 2013, el clima y los altos costos para producir, como también el bajo precio de la leche, volvieron a golpear fuerte. «En estos días (mediados de marzo) estamos entregando unos 1600 lts, hemos bajado muchísimo, el mes pasado tuvimos 15 lts promedio por vaca y no pudimos levantarlo y además perdimos casi 3.000 lts. porque hubo un corte de energía y el generador importado se nos rompió y no conseguimos repuesto», se sincera Gabriel.
«Este es un tambo que estuvo con alimentación básica, pastoril, silo, rollo y algo de balanceado en el ordeño y siempre anduvimos en 22 y 24 lts promedio», agrega. «El factor climático nos pegó fuerte en este verano, agregado al ataque de la isoca en las pasturas y además se nos cayó un portero de 15 ha de alfalfa que tendría que haber durado tres años y duró dos. Perdimos todo ese lote, nos quedamos con dos potreritos de alfalfa y la rotación normal que teníamos en ese campo no estaba preparado, entonces hice soja y mandé a pastorear las vacas, aprovechamos luego para limpiarlo y volví a sembrar soja para cosechar».
Ahora hay  99 vacas en ordeño, cinco recién paridas, y el promedio por vaca anda entre 16 y 17 lts. Las 25 vacas a parir, seguramente le permitirá recuperar los volúmenes de producción de este tambo que el año pasado superó picos de 2.300 lts. «Es curioso, todos los tambos tienen el mismo problema, una caída de producción difícil de levantar, venimos de un período de exceso de lluvias en diciembre y un mes de enero bastante seco, esto hizo que los campos se enmalezaran, por acá prolifera el pasto puna, en un campo de 45 ha donde tengo las vacas secas y la recría aquí cerca se llenó de maicillo».
Gabriel hace su propia recría con inseminación y cuenta con dos toros para repaso que son hijos de vacas propias.  Realiza también un control lechero pero no oficial.
NA – ¿Qué perspectivas de crecimiento?
GB – Mi limitante es el tamaño del campo, acá hay 71 ha para el tambo y además 45 ha a un kilómetros y medio, ahí hice maíz y rollos, hago rotación con trigo en el invierno para pastoreo y maíz en el verano. Este año rindieron bien, en 33 ha se hicieron cuatro bolsas de 75 mts de silo y me quedaron 8 ha en donde trillé, logrando 80.000 kg de maíz. Por lo menos aseguré el invierno,  además tengo una bolsa que me quedó del año pasado.
Acoso de los mayores costos
La sostenida inflación que no se detiene, conspira con los efectos que pueden llegar a tener los mejores precios que está pagando la industria, y  esto le preocupa a Gabriel. «En enero de 2011 teníamos una leche de  $1,35/1,40 y con dos litros y cuarto compraba un litro de gasoil,  con 13.000 lts de leche cambiaba la desmalezadora, y con un litro de leche compraba dos kilos de balanceado. Hoy necesito 25.000 lts de leche para comprar la desmalezadora, cuatro litros y medio para comprar un litro de gasoil y con 800 cm3 compro un kilo de balanceado, entonces todo ese desfasaje se refleja en que tuvimos que dejar de comprar herramientas, de reponer lo que está viejo, no podemos comprar nada con estos precios».
La idea de llegar a un sistema de confinamiento no le escapa a este productor, que reconoce:  «hay una tendencia aunque cada tambo lo hace a su manera, pero hay que hacer algunas inversiones, comprar un mixer, un tractor nuevo, un carro, por ejemplo y eso es inalcanzable, debemos invertir con recursos propios porque los bancos al pequeño productor no le prestan nada».
NA – ¿Por qué no se asocian los tambos chicos para mejorar su situación?
GB –  Ante todo somos piamonteses, desconfiados e individualistas, y además estamos todos muy dispersos. El tambo más cerca del mío está a dos kilómetros y otro a cuatro, y el resto está del otro lado de la ruta. ¿Cómo haces compartir las herramientas?, es muy complicado».
Argumenta además que se ha producido una gran subdivisión en los campos en la medida que fueron falleciendo los abuelos y los padres de las generaciones actuales. «Lo que pasa que los campos son muy chicos, se han dividido todos los campos en la medida que fueron murieron los viejos y nosotros no podemos ni aparecer en los bancos, todo lo que nos queda va a la AFIP».
NA – ¿A qué objetivos apuntas?
GB – Con este tambo tengo que llegar a los 3.500 lts. Tengo entoradas 25 vaquillonas, aunque cuesta reponer y crecer. El año pasado por distintas causas se murieron 25 animales, apenas se cubre con la reposición, he crecido muy lento, de 70 vacas en ordeño pasamos a 90 pero habría que comprar algunas más. Tengo que llegar a 130/140 animales en ordeño y sacarle el máximo provecho a la superficie. Andamos con buena calidad de leche, bien en células simáticas y en bacterias, a mi no me faltan productos de limpieza, no tenemos mastitis, bien en general.
Como ventaja, Gabriel menciona que el campo está en un lugar alto de la zona. «Hoy estamos rogando que llueva un poco aunque hay otros productores que ruegan para que no llueva porque tuvieron los efectos de las lluvias de diciembre,  las alfalfas andan muy bien, de todas maneras duran tres año y medio a cuatro», explica.
Este tambo ubicado en el distrito de Clucellas cuenta con un matrimonio y un ayudante para el ordeño y su propietario hace los reemplazos en los días francos. «Por suerte estoy rodeado de muy buena gente y eso ayuda mucho», acota Gabriel.
La fortaleza de una mujer
Siempre se habla del protagonismo de la mujer en el tambo. Este es apenas un ejemplo, de seres  humanos anónimos que trabajan en el día a día para producir un alimento clave: la leche.
Justina Blatter, suizo alemana y descendiente de los fundadores de San Jerónimo Norte, tiene 51 años y es quien realiza las labores de ordeño, entre otras tareas, junto a su actual esposo. En breve charla le cuenta a Nuestro Agro: «me casé a los 15 años, tuve cuatro hijos, mi marido falleció electrocutado y yo sola tuve que criarlos.  En ese entonces trabajaba en el tambo de Nelson Boretto, en Santa Clara de Buena Vista, y lo recuerdo como una excelente persona, yo sé que él sigue al frente de su tambo. A los 33 años fui abuela, tengo 10 nietos y el más grande tiene 18 años. Mi padre aún vive, tiene 88 años, y hasta los 65 estuvo en el tambo».
Así, sin interrupciones, Justina sintetiza su vida. Y agrega: «desde los ocho años estoy trabajando en el campo, yo puedo atender cualquier labor, desde manejar el tractor, ayudar a parir una vaca, atender los animales. Hace ocho años que estamos en este tambo, hago de todo un poco con mi marido Alfredo Schell y un sobrino mío que vino de Charata. Además tengo una nieta de 16 años, que hay que llevarla y traerla a la escuela». Haciendo una pausa completa: «yo me acuerdo de haber llorado porque quería seguir estudiando, pero mis padres me mandaron a trabajar, por suerte ese pensamiento ha cambiado, la gente que vive en el campo no puede estar condenada a ser analfabeta, es inadmisible».
Justina es una persona que transmite optimismo, siempre dispuesta, y en el lugar goza del aprecio de quienes la rodean y la conocen en el vecindario. «El tambo obliga a trabajar todo terreno, siempre hay algo que hacer, un problema que atender, yo lo hago con mucho gusto».
Fuente: Nuestro Agro

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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