#Argentina: El que mete la pata pierde mucha leche

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El mal manejo de las enfermedades podales reduce la producción en el tambo. Las claves para que las vacas dejen de renguear.Por Inés Umarán
Conseguir una alta producción de leche por vaca en el tambo requiere planificación e inversión. Pero todo este esfuerzo se desperdicia si hay un alto porcentaje de animales rengos, mal alimentados, que pierden peso, bajan su producción, no se preñan y van tempranamente a descarte.
Reproducción, ubres sanas y patas sin lesiones son los tres pilares sobre los que se asienta la alta producción de leche. Por eso preocupa el impacto de las enfermedades podales, que son la tercera causa de descarte de vacas lecheras en el tambo luego de las enfermedades reproductivas y la mastitis.
Por este motivo, los técnicos del área de compra de materia prima de Mastellone Hermanos están promoviendo auditorías en los tambos sobre enfermedades podales. Con ese fin, realizaron capacitaciones para productores y profesionales en Canals, San Basilio, Serrano y General Villegas, con propuestas concretas del veterinario Guillermo Larroux para reducir el impacto de esta enfermedad.
Las lesiones de patas se parecen a un iceberg: lo que se ve (la renguera) representa apenas un 33% del total de vacas con lesiones. Si hay 10 vacas rengas, en realidad el total de vacas afectadas puede ser mayor a 30.
Es fácil detectar a la vaca renga. Lo difícil es encontrar y tratar a tiempo al animal que aún no renguea. Esto es clave porque con un tratamiento corto se logra una rápida recuperación de una enfermedad que puede afectar hasta el 40% del rodeo.
“Se recomienda la detección temprana de la lesión, cuando aún es incipiente”, explicó Carlos Imbach, que trabaja para la compañía en Rufino. Si se trata tarde sufrirá más la vaca, se descartará más leche, llevará más tiempo curarla y se gastará más en medicamentos.
Monitorear y no restarle importancia al tema es vital para que no se multiplique la enfermedad en el rodeo hasta afectar severamente la producción, reproducción y vida útil de las vacas. Si la cantidad de vacas afectadas supera el 15% (rengas y no rengas) las pérdidas de leche serán muy importantes.
Hay factores predisponentes, que causan lesiones o las agravan. Imbach advierte que un factor de riesgo son los pozos, el barro, la bosta y los charcos que suele haber en los callejones, corrales, ingresos y salidas de las instalaciones de ordeñe. “Si todo esto estuviera bien, aún habría cierto porcentaje de problemas podales por el tránsito por pisos de cemento (muy abrasivos) de corrales y salas de ordeñe”, reconoció.
Corrales de hormigón con roturas, baches o desniveles están directamente correlacionados con mayor incidencia de enfermedades podales. “La recomendación es que los animales no se demoren en el corral de salida y vuelvan a los potreros en cuando finaliza el ordeñe”, insistió.
Las enfermedades podales se clasifican en 5 grados. Lo habitual es que se detecte en los grados 4 y 5, los más severos. Para lograr una baja incidencia, aconsejan incorporar una rutina específica.
Es fundamental detectar y tratar grados 2 y 3 una vez por semana. Durante uno de los ordeñes, el personal de fosa debe manguerear las patas posteriores en las que se producen el 85% de las lesiones.
Además, es una buena estrategia identificar y tratar a las vacas con lesiones leves (con medicamento en spray). El tratamiento se puede hacer en la fosa y controla gran parte de futuras rengueras. Si la lesión es más importante, hay que marcarla y separar a la salida para pasarla por el pediluvio o darle atención individual.
El tratamiento curativo y correctivo es clave cuando la vaca llega al fin de su lactancia y se la “seca”. En ese momento hay que revisar las patas y hacer el corte correctivo de pezuñas. Las vacas con problemas deben tratarse a fondo con desvasado y antibióticos, si lo requieren. Es una buena etapa para hacerlo, ya que el animal no se traslada tanto al no participar del ordeñe.
Tratar las lesiones de patas durante el período de vaca seca tiene ventajas adicionales: pueden utilizarse antibióticos más agresivos sin el peligro ni el costo económico de contaminar y tirar leche con inhibidores; la vaca puede quedar en reposo si queda dolorida a causa del tratamiento, y se la puede destinar a lugares de poco tránsito, lejos del barro y la bosta.
Cada 6 meses también conviene contratar a un profesional externo para que audite el rodeo, chequee las lesiones con una revisación desde la fosa e informe sobre la marcha de las enfermedades podales. Por 2.000 litros de leche/año se sabrá si el rodeo mejora o empeora y si los tratamientos son efectivos, sugieren los técnicos.
Hay que convivir con la enfermedad, disminuyendo los factores agravantes y tratando tempranamente las lesiones. “Cerca de Venado Tuerto -contó Imbach- una firma tiene tres tambos con igual estrategia de control y usa los mismos medicamentos. En uno, la incidencia de enfermedades podales es la mitad que en el resto. ¿La clave? El tambero, que es observador y ni bien descubre que en los callejones se forma un charco al costado del paso de los animales, lo cerca hasta que seque. Si ve un animal que va más lento o está molesto, lo pasa por el pediluvio”.
El problema requiere esfuerzo y un control permanente. Las enfermedades de patas se llevan una parte de los ingresos y del capital en tratamientos, leche no producida o descartada, vacas que demoran en preñarse y descartes tempranos. Mirar para abajo y revisar la salud de las patas resulta, entonces, fundamental.
http://www.clarin.com

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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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