Se levantaron los bloqueos, pero el problema no se solucionó. El conflicto lechero impacta en la provincia, y mientras los eslabones cruzan acusaciones ciertas, el Estado y la cadena comercial miran de lejos.
La semana del conflicto lechero comenzó con los bloqueos a las usinas de toda la provincia. El martes se esperaba alguna señal de parte de la reunión técnica, pero -al volver con las manos vacías- los tamberos recrudecieron el reclamo.
En esta situación en la que todos pierden, el único factor que puede destrabar el conflicto es el Estado. Hasta tanto se expida la comisión que analiza el esquema de costos y beneficios, debe aparecer la política. Porque en este vendaval sojero -que cada vez se impone más con su lógica perversa- cada día que pasa sin soluciones se pierde una batalla para mantener una familia en el campo.
Los tamberos no están luchando sólo contra la industria, sino contra ellos mismos. Están pagando los costos de haber carecido por años de cohesión o representatividad de tipo sindical.
Mientras la sociedad miraba azorada como la leche se escurría por las cunetas de los campos, el acuerdo de las cámaras provinciales significó la desarticulación inmediata de la medida.
Los bloqueos generaron rechazo en las ciudades, la industria y los gobiernos. Ellos se justificaron diciendo que estaban desesperados, yendo a un quebranto seguro, y que ésa era la única metodología que tendría algún impacto, aún pese a las pérdidas económicas que les ocasionaría. Aún los mismos integrantes de Meprolsafe confirmaron que están trabajando por debajo de sus costos de producción ($1.55 contra 1.70). Pero surgen dudas que nadie responde. Si lo único que consiguieron fue que la industria mantenga el precio por el tiempo que dure el “Estudio de Competitividad” realizado por algún “genio” desde Buenos Aires. ¿Porqué las entidades provinciales levantaron la medida?. ¿No era acaso que se estaban fundiendo?.
La fractura en el movimiento productivo ahora es lapidaria y harto difícil de revertir. Se escribe otro capítulo del desprestigio y falta de coherencia de sus dirigentes, que desdibuja la gravedad y autenticidad del reclamo. Para un periodista agropecuario, se dificulta cada vez más poder explicar anter los propios colegas y la opinión pública la psiquis de este sector. A menos que el infierno está tentador, como dice la canción, el apocalipsis no era tan inminente. Los 30 tambos que esperan cotización de la Cooperativa Lehmann para salir a la venta parecen confirmar lo contrario.
Federico Aguer
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