#Argentina: Abandonar la actividad tambera precisa solamente de un remate

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El testimonio de un productor de la zona de Felicia, que no pudo resistir a la crisis y dejó días atrás de producir en su tambo, para apostar a la agricultura.Por Elida Thiery
A pesar de la intención oficial de intentar relatar realidades alternativas, hay hechos que comprueban que en la lechería las cosas no andan bien. Los ejemplos no son tantísimos, afortunadamente, pero en los últimos meses, lentamente las liquidaciones de las producciones son testigos del deterioro.
A un kilómetro de la localidad de Felicia, “yo a este campo lo compré en el año 2001, en plena crisis”, recuerda Héctor Ceresola, sobre su ingreso a la actividad en un lote de unas 90 hectáreas que mantenía un rodeo de entre 80 y 85 vacas, entre las de tambo y las secas, con un promedio de 1.100 a 1.200 litros de producción diaria.
El productor reconoce sus raíces de campo, la influencia del interior santafesino, que luego de haber llegado a la ciudad de Santa Fe para estudiar Ciencias Económicas y trabajar en la administración pública, formó un emprendimiento con un socio a partir de 1998, que consistía en el alquiler de campos en el sur provincial para la siembra de soja, sin embargo la tentación del tambo fue la oportunidad que esperaba para invertir el dinero resultante del retiro voluntario que había pedido en su actividad laboral. “Quise invertir la indemnización en algo productivo, en vez de apostar a lo especulativo”, asume.
Fueron diez años de producción que los recuerda como “pesados, muy duros”, en los que “siempre los números dieron muy ajustados”. Claro que el origen de este emprendimiento tenía otra intención, “yo quería hacer una mini explotación, en el sentido de darle valor agregado a la leche. Como soy allegado a la gente de Merengo, la idea era poner una fábrica de dulce de leche en el mismo tambo, hacer algo parecido a lo que tiene la Estancia El Rosario en Córdoba. Siempre me pareció que eso era muy bueno, incluso para que lo recorran los colegios, para ver cómo se produce la leche y la transformación, el proceso productivo”. Concretamente, “no lo pude hacer porque no me acompañó el precio de la leche y hoy por hoy es más redituable para una fábrica de dulce de leche, comprar la materia prima en otro lado que producirla”.
Pero tomar la decisión de salir de un negocio no es sencilla, más aún si se trata de uno que tiene mucha inversión y mucho tiempo de trabajo encima. “El tambo nunca dejó demasiadas ganancias, entonces lo ayudaba con las explotaciones alternativas que tenía; y con la sequía que hubo, no pude capitalizar más al tambo y ya lo números no daban directamente, entonces tuve que tomar la decisión de no seguir perdiendo más plata”.
“Ahora voy a tener que sembrar, porque al campo lo tengo que hacer producir”, reconoce Ceresola.
Lejos del espacio del remate y de los números que dio la venta que se llevó la intención tambera, incluyendo la maquinaria y los animales, reconoció “le pusimos tanta pasión a esto en diez años, que no me animé a ir a la feria”. Esa sensación es la que se ve entre los productores que padecen a la política lechera nacional.
Ceresola vivió el antes y el después de la lechería, tomando como base el paro nacional originado en San Francisco en 2002. De allí en adelante se vive la misma administración, que ninguna mejora logró para el sector, a pesar que en sus discursos el sector sea algo irreal.
“Nunca me metí de lleno en el problema. No participé activamente en el reclamo de las políticas lecheras ni de la provincia ni del país, porque tenía al tambo como una unidad productiva y al ser así, miraba el debe y el haber y lo que me dejaba”, entonces la negatividad de las cifras de manera constante determina que estas decisiones se generalicen, para muchos que no tienen con qué complementarlo.
Héctor Ceresola reconoce que al no ser él quien se encargaba de la producción más básica, quizá el análisis se le hizo más sencillo, sin embargo entiende que “la realidad es que los números no me daban y las decisiones en la producción hay que tomarlas a tiempo, entonces no podía seguir perdiendo más plata”. Sin saber de los resultados económicos que tenga con la agricultura, “me resisto a tener que vender el campo y poner la plata en la especulación, entonces voy a intentar con esto de la agricultura que no sé si tiene menos o más riesgos, pero por lo menos, de aquí en adelante las perspectivas de lluvia son buenas y los precios mejoraron para la campaña”.
Es triste pero real leer su conclusión. “Lamentablemente del tambo a la agricultura, lo estoy comprobando, se pasa en un solo día, pero después si quiero volver al tambo me va a insumir muchísimo más tiempo para recuperar la actividad que tenía actualmente”.
Esta es la herida que se genera con desaciertos constantes, lo que los reclamos pretenden evitar y lo que los que deciden no quieren escuchar.
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Así lo expresó Domingo Possetto, secretario de la seccional Rafaela, quien además, afirmó que a los productores «habitualmente los ignoran los gobiernos». Además, reconoció la labor de los empresarios de las firmas locales y aseguró que están «esperanzados» con la negociación entre SanCor y Adecoagro.

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